/ Cultura

Eva Soriano, en el plató de 'Showriano', el late night con el que presenta segunda temporada. Foto: Movistar Plus+
Eva Soriano, en el plató de 'Showriano', el late night con el que presenta segunda temporada. Foto: Movistar Plus+
Eva Soriano, en el plató de 'Showriano', el late night con el que presenta segunda temporada. Foto: Movistar Plus+
Eva Soriano, en el plató de 'Showriano', el late night con el que presenta segunda temporada. Foto: Movistar Plus+

Eva Soriano: «Las cosas de tías no existen»

Eva Soriano vuelve a Movistar Plus+ para presentar la segunda temporada de ‘Showriano’, un programa donde van agitados ―no revueltos, como los buenos cócteles― feminismo, comedia, música y su poquito de reivindicación social.

Aurora Muñoz

Este 5 de febrero, la show-woman por excelencia vuelve a abrir las puertas de su discoteca. Pocos días antes, una redactora de Público se coló en el rodaje de la primera noche de fiesta de esta segunda temporada y descubrimos que, aunque aún nos dure la resaca de la visita de Paulina Rubio a Showriano, el público ya iba con ganas de perreo. «Esto es muy corto y muy coqueto», advertía Eva Soriano a las gradas antes de comenzar. No le faltaba razón. Las nuevas entregas de este formato no se extienden más allá de la media hora, pero en esa escapada puede pasar de todo. «En esta segunda temporada tenemos un programa chulísimo, un plató renovado, tenemos unos bailarines que están fortísimos, tenemos videoclip, tenemos canción y tenemos una primera invitada que se te van a caer la bragas», anticipaba la anfitriona ataviada con un traje de chaqueta con más brillos platino que el tema de Almácor.

«¡No me jodas que viene La Esteban!», espoileaba una mostoleña desde la tercera fila tal y como La Patrona subía con garbo a ocupar su reservado. Desde el sofá de pelo magenta, la primera invitada del programa regaló momentazos de esos que se rememoran entre amigos con un buen gintonic en las noches malasañeras de Madrid. La antes conocida como Princesa del Pueblo presumió de culazo y dotes para el twerking; nos descubrió el showroom perfecto para llevarte vestidos a mitad de precio para el próximo evento e incluso dejó una exclusiva sobre los hábitos nocturnos de los Reyes, hasta aquí podemos leer sin que el CNI nos ponga bajo el radar. «Yo soy como la gaseosa: subo muy rápido, pero enseguida baja», reconoció poco antes de dejarle un recadito a su ex.

Todo lo que los espectadores podrán ver este lunes es muy «macarrones con tomatico», que dirían los centennials: ese humor que nos conquista a todos, incluso a los que posturean y van de cools, como un buen plato casero. Quizás ese sea el secreto de la cómica y presentadora para haberse ganado el favor de uno de los rostros más queridos de la televisión (y de España entera). A partir de ahora, no solo ‘la’ Rosalía tiene el privilegio de contar con Belén Esteban entre sus amigas. Lo que San Judas Tadeo ha unido, que no lo separen las audiencias.

Al arranque de esta temporada, los trapos sucios salen a relucir y algunos conocidos de la también conductora del programa de Europa FM Cuerpos especiales, han decidido romper su silencio para contar que fue de ella cuando terminó el show en junio del pasado año. Isabel CoixetLa Pija y La Quinqui o Víctor Sandoval se sincerarán ante la cámara, pero la única que puede contarnos todos los secretos del formato es la propia Soriano. Por eso, cuando se apagaran los focos, nos sentamos con ella junto al perro azul más chulo de Movistar Plus+ y compartimos confidencias con una copa de balón de agua SIN misterio.

Cuando se presentó Showriano lo describiste como tu fiesta de fin de curso de alto presupuesto. Este año repites, ¿qué esperas de esta party?

Espero, sobre todo, que no se me quede mucha gente durmiendo en el sofá y, ya que estamos, tener la acogida que tuvo el año pasado. Creo que tuvimos un impacto bastante bueno en el público al que yo quiero llegar, así que lo único que le pido a esta segunda temporada es que la gente que compró el pase, vuelva a esta discoteca y que los que aún no hayan venido a esta ventanita que hay en Movistar Plus+, que se animen. En media horita tienen videoclips, invitados y tiene una presentadora con un culo que parte nueces. Si eso no les vale, yo ya no sé que más necesitan, la verdad.

La discoteca viene con cambios y este año no solo recibes en los reservados a artistas relacionados con la música. Hay graffitis en las paredes, unos pantallones que ni en OT y si nos descuidamos hasta entran los mariachis. ¿Cómo haces para que la marcha no decaiga nunca?

Tampoco me he parado a pensar qué significa una segunda temporada. Yo soy una persona súper disociada. Me levanto a las seis de la mañana, no sé ni dónde estoy ahora mismo ni con quién estoy hablando. [RISAS]. Con ese ritmo, tampoco tengo tiempo para sentir el vértigo. Todo lo que hago, lo hago con un cariño y vuelco todo mi amor por el entretenimiento y por la comedia. Solo espero que salga bien y no me planteo nada más. Showriano durará lo que tenga que durar y creo que es importante es disfrutarlo ahora. Hay que estar a tope en cada cosa que haces en el momento en el que la haces, así que… ¡Nervios fuera!

Hace unos días te vimos en los Premios Feroz, por las mañanas estás en la radio y hoy rozamos la hora de la cena en este plató. ¿Cómo llevas esa faceta multitarea?

Soy una chica 360, como diría Paquita Salas. Soy del siglo XXI y voy pegándole palos a esas cosas porque creo que lo importante en esta profesión es diversificar. Se me da bien la comedia, pero también sé cantar. ¿Por qué no puedo hacerlo todo y darle a la comedia musical? Mi carrera se ha ido montando según se me van antojando cosas, como a una niña de cinco años. Voy a por lo que tengo en la cabeza, a lo que me apetece hacer en ese momento e intento hacerlo con muchísimas ganas. La idea de hacer Showriano surgió porque en este país, desde La Trinca, no tenemos una cultura musical de comedia y me encantaría crear cultura por ahí, pero tampoco sé si funcionará. Si estoy en esto es porque de verdad me apetece muchísimo, no es porque piense que me puedo abrir un nuevo camino ni nada parecido. No está tan planificado, no creas. [RISAS]

Esta omnipresencia también va aparejada con muchas polémicas estériles. ¿Echas de menos el anonimato en plena era de la cancelación?

Ahora mismo en cualquier entrevista te pueden coger un comentario y sacarlo de contexto. No hace falta ni siquiera que lo desvirtúen, sino que de pronto dices algo que no era exactamente lo que querías expresar y al final se lleva un lugar que no es nada amable para ti. No es agradable verte relacionada con unos ideales que no predicas y hay veces que me he visto en tesituras que no pasan en el teatro. Allí hay un contrato con la audiencia en la que el público viene a a verte acepta que estamos dentro de unas licencias. En ese contexto me siento mucho más libre y creo que es el ideal para todo cómico.

Ya queda lejos la polémica de la Chocita del Loro y es obvio que las mujeres llevamos mucho tiempo sirviendo coño en la comedia, pero ¿ya ha llegado esa revolución a la televisión o todavía tenemos que reivindicarnos como jefazas?

Estamos en un cambio de escenario y se está haciendo de forma muy lenta, a cuentagotas. La proporción de cómicas o el número de comunicadoras que hay es mayor, pero tampoco es justa ni siquiera equilibrada. Mi caso no es lo normal. No es habitual que una mujer tenga un programa de radio y otro de televisión. Tenemos a Inés Hernand en Televisión Española con el Benidorm Fest y tiene varios podcasts, pero la mayoría solo ven el éxito con producción propia.

El mundo de los podcasts ha dado oportunidades a muchas voces femeninas, pero también hay un punto en el que debemos pensar que esa ha sido la brecha para muchas mujeres con talento que no habían podido estar por otros lados. Victoria Martín y Carolina Iglesias hicieron Válidas, luego llegó Estirando el chicle, pero todos son proyectos que están impulsados por ellas. Independientemente de que haya más mujeres en primera plana, cuando estás dentro de la industria te das cuenta de que este sigue siendo un escenario en el que está todo muy masculinizado y eso hace el trabajo mucho más laborioso, porque al final no es lo mismo tener una interlocutora femenina con la que puedes tener unos códigos que compartes.

Martín e Iglesias lo denunciaron en su webserie, pero ¿consideras que las mujeres todavía tenemos que demostrar el doble que nuestros compañeros para demostrar que somos válidas?

Posicionarse cuesta mucho más. Yo empecé en 2016 y durante cuatro años fui a castings en los que se ofrecían cinco puestos, pero solo uno era para una mujer. A lo mejor solo nos habíamos presentado dos cómicas al casting y el resto eran todo tíos, pero ese cupo hacía que inconscientemente vieras a esa tía como rival. En aquella época, siempre me encontraba con Valeria Ros y todas las veces perdía la batalla. No sentía que me ganase ninguno de esos tíos, competía contra ella. Está montado así, es algo estructural que no te permite otra opción. No es que odies a las otras o que te apetezca rivalizar con ellas, es lo que te toca. Con el tiempo, te pones a analizar las cosas y piensas: «¿Por qué nos han vendido que no podemos trabajar juntas?». No nos habían dado la oportunidad, porque ahora hay otra opción y estamos trabajando de puta madre. Hay formatos en los que están dos, tres, cuatro y cinco tías funcionando de una manera brutal. En OT están en Chenoa, Noemí Galera, Masi y Buika por otro lado pegando un grito. Casi todas son mujeres y el programa va increíble, pero ha tenido que llegar 2024 para que haya algo así.

¿Estás cansada de que al humor también se le coloque la ‘etiqueta rosa’?

Estoy agradecida porque Movistar Plus+ me ha dado la capacidad de poder hacer esto con un presupuesto bastante amplio, porque yo no podría haberlo hecho. Aquí hay muchísimos neones. [RISAS]. Este espacio me da la oportunidad de hacer un entretenimiento en el que la voz cantante sea de una mujer, pero eso no significa que sea para público femenino. A veces nos equivocamos y pensamos que cuando algo lo hace una mujer tiene que ir destinado a las chicas y no tiene nada que ver. Las cosas de tías no existen, ya está. Tenemos que romper ese esquema de dos partidos. Yo tengo un público muy amplio, con edades muy diferentes, y el hecho de que seas un señor o una señora no va a determinar que te lo vayas a pasar mejor. El humor va de conectar un cerebro con otro. Nada más.

Pero tampoco nos podemos olvidar de que, aunque parezca que no, los gais y las chavalas hemos estado huérfanos de contenido durante mucho tiempo y si no veíamos eso que les mola a los chavales, no había otra cosa. Hay un punto en el que yo no puedo reír de esas bromas porque no me hacen gracia, no las entiendo o no me parece que me dejen en muy buen lugar a mí. El chiste de «las tías están locas» me puede hacer un poco de gracia un rato, pero igual no. Ahora, por fin, hay algo de variedad y no es la única comedia que podemos consumir.

Una de las señas de identidad de este programa es que arranca con un monólogo. El de hoy tenía en el punto de mira la denuncia por abusos sexuales de tres mujeres del cine a Carlos Vermut. ¿Qué otros temas de la actualidad te importan lo suficiente como para concederles ese espacio?

A mí me gusta mucho hablar de cualquier chorrada. Soy una persona muy absurda y me gusta jugar con ese tipo de humor, pero también me interesa la actualidad. El humor sirve precisamente para quitarle peso a lo que estamos viviendo y también para dar un refuerzo que visibilice todo lo que estaba pasando. Creo que hoy lo he hecho en un tono muy amable teniendo en cuenta la gravedad de las cosas que suceden, porque el abuso con posiciones de poder y que al final siempre salgan señores con estas historias hace pensar que igual hay algo que está fallando.

Lo que equilibra los monólogos de Showriano es la comedia. Eso es lo que debe primar y si ha habido un chiste que ha rascado un poco, tampoco pasa nada. El hecho de que sea un poco duro no hace que deje de ser un chiste. Yo siempre quiero que haya comedia en lo que hago, aunque tenga una parte reivindicativa. Concibo el humor como un arma reivindicativa, pero no aleccionadora. A mí me gusta dialogar, darte mi punto de vista sobre lo que me parece importante, pero no te voy a decir que es lo que debes pensar. A lo mejor al final nos vamos los dos con el mismo punto de vista, pero creo que nos va a enriquecer la conversación.