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Disfraces, batucadas fascistas y muñecos de Pedro Sánchez ahorcados: mis campanadas en Ferraz

Israel Merino

Disfraces, batucadas fascistas y muñecos de Pedro Sánchez ahorcados: mis campanadas en Ferraz
Un muñeco de Pedro Sánchez es ahorcado en un semáforo de la calle Ferraz de Madrid por grupos ultras durante Nochevieja. - Israel Merino

Mi novia estuvo a punto de dejarme cuando le propuse ir a comernos las uvas a Ferraz, pero el poder de la mofa la poseyó y acabó diciéndome que sí.

Queda media hora larga para las doce y las familias están en sus casas, siendo felices o fingiéndolo, mientras unas trescientas personas esperamos el comienzo de 2024 a muy pocos metros de la sede federal del PSOE, en Madrid.

Revuelta, el grupo de agitación vinculado al colectivo neonazi Plataforma 711 – neonazi porque compra el Plan Kalergui –, ha montado unas campanadas alternativas lo más cerca de Ferraz que unos 200 agentes de la Policía les permite.

En la zona hay alegría, pero también cierta frustración, como en la curva de bajada de euforia de una pastilla de éxtasis. La organización ha pedido una colecta para llevar un camión con equipo de sonido y Dj, todo muy profesional, pero el Ayuntamiento de Madrid ha impedido su paso a la zona. Aun así, esto no ha desanimado a los improvisados promotores, quienes han montado una especie de escenario alternativo subiéndose a lo alto de las escalinatas de la parroquia del Inmaculado Corazón de María –al lector le sonará la ubicación por las quedadas para rezar rosarios que allí se han visto–.

En la zona hay señoras mayores con luces de Navidad enroscadas a sus cuellos, señores mayores disfrazados de generales con boinitas militares sucísimas y chicos jóvenes que cantan soleás por Nayib Bukele, presidente de El Salvador.

¡Ni PSOE, ni PP! ¡Queremos a Bukele! – canta uno que lleva pantalones tobilleros beiges y unas hombreras altísimas.

Por todos lados, se ven banderas: las que menos, constitucionales. Símbolos franquistas, aspas de Borgoña y banderolos nazis se entremezclan con pelucas de colorines y gafas de Año Nuevo típicas de los cotillones de estas fiestas.

Rondando alrededor de la escalinata, un hombre destaca entre la multitud y es interpelado, cual ídolo bíblico del Antiguo Testamento, por los asistentes. El tipo en cuestión, que superará los cuarenta años, porta en su cabeza una corona casera con una macedonia de vegetales y el grabado "me gusta la fruta" – en referencia al insulto de Ayuso a Sánchez en el Congreso -, y en sus manos una bandera, parece cosida a mano, con una bota pateando un culo con símbolos LGTBI+, europeos o feministas, entre otros.

¡España! ¡España! ¡España! – responde cuando, tras posar jubiloso para este periódico, es preguntado por los motivos que lo han llevado a manifestarse.

Mientras la calle se caldea como un bote de fabada en un baño maría demasiado caliente, los presentadores de las campanadas alternativas se preparan en las escalinatas. Ellos son María Durán, una columnista prácticamente desconocida que colabora con un blog de la fundación Disenso, vinculada a Vox; e Isaac Parejo, youtuber de unos 100.000 suscriptores, reconocible por tener de avatar una foto de su cara con un tiznón en forma de rayo de la bandera de España, más o menos como un William Wallace de Don Benito.

Disfraces, batucadas fascistas y muñecos de Pedro Sánchez ahorcados: mis campanadas en Ferraz
Los presentadores de las uvas cerca de la sede del PSOE en Madrid, donde se concentró un grupo de ultraderechistas para recibir el 2024 insultando al presidente del Gobierno. Israel Merino

A falta de disco-camión, los presentadores hacen desde las escalinatas su rueda de prensa para la marabunta de tres periodistas que los atienden mientras un poco más abajo, conquistando escalones muy lentamente, un señor de mediana edad con cazadora de cuero y brazalete rojo va gritando consignas sutiles – "¡Pedro Sánchez, hijo de puta!" – y acercándose a la zona de prensa/plató del evento. Allí todo el mundo quiere ser protagonista.

Solo diez minutos antes de las campanadas, unos improvisados repartidores dan bolsitas y latas con uvas a los asistentes, que algunos empiezan a comerse antes de tiempo porque el hambre apremia, mientras llegan unas cuantas pancartas más con consignas nuevas – "¡Pedro Sánchez, hijo de puta!" – y, muy cerca del cordón policial, empieza a formarse una especie de jam session.

Capitaneados por un señor que lleva unos cuernos vikingos en la cabeza, una bandera franquista a modo de capa y se llama Carlos el Facha – no es una licencia literaria: se identifica así para Público –, varios tipos y tipas disfrazados empiezan a cantar a ritmo de trompetas, bongos y tambores, como en una batucada podemita, canciones con más consignas novedosas:

¡Pedro Sánchez, hijo de puta!

Siguiendo las normas estrictas del dembow puertorriqueño, la improvisada batucada fascista canta y baila y brinca mientras Carlos el Facha, sumido en el éxtasis más absoluto, golpea con fuerza un tambor; sin embargo, es rápidamente parado por una de las integrantes del corillo musical.

– No, no – le guía, explicándole el sentido del ritmo –. Pe-dro-Sánchez/hi-jo-deputa.

Por fin, la medianoche se tercia sobre la calle Ferraz y los presentadores, que han cambiado el disco-bus por un megáfono de los que tienen sonidos pregrabados, avisan de que van a empezar las campanadas.

– ¡Los cuartos, los cuartos! – se escucha.

– ¡Sánchez, hijo de puta, España ha despertado!

– ¡Puigdemont a prisión!

– ¡Felpudo VI, masón, defiende tu nación!

– ¡Feliz año nuevo!

Ahorcar a Pedro Sánchez

El cielo pare 2024 y, por un momento, se escucha algún que otro cántico alegre, con propósitos bonitos y besos en la calle, mientras los manifestantes, ironías de la vida, miran embobados en dirección a la sede socialista, tras la que se ven unos cohetes navideños. En la calle huele muchísimo a puro.

Rápidamente, las bendiciones y buenaventuras dejan paso de nuevo al odio y el ridículo cuando varios tipos sacan un muñeco que representa a Pedro Sánchez y entre la locura de Ferraz, que parece poseída por el espíritu de un Mauricio Colmenero empastillado, lo ahorcan del semáforo que separa calle Ferraz de Marqués de Urquijo.

Disfraces, batucadas fascistas y muñecos de Pedro Sánchez ahorcados: mis campanadas en Ferraz
Un muñeco que representa a Pedro Sánchez fue ahorcado y golpeado por los asistentes a una convocatoria ultraderechista para recibir el año nuevo en la calle Ferraz de Madrid. -Israel Merino

Alrededor de la perfomance de patíbulo se va congregando todo Cristo y un señor, quizá de unos 50 años, empieza a molerlo a palos con un bastón mientras es animado por los vítores y silbidos del resto.

– ¡Así tiene que acabar el de verdad!

– ¡Bolchevique!

– ¡Que lo cuelguen de los pies!

Como en una lonja de chipirones, los manifestantes empiezan a hacer cola para pegar al muñeco del presidente del Gobierno de España mientras los que dirigen la soga tiran y aflojan de ella.


De entre los dos centenares de manifestantes, varios prenden unas bengalas e intentan incendiarlo, pero no lo consiguen – mientras, se escucha a gente llamar psicópata a Pedro Sánchez. Sumido en la impotencia, uno de ellos – quien es, por cierto, bastante mayor – se saca lo que parecen ser unos nunchakus y a duras penas, pues el muñeco acata las leyes de la física y, para sorpresa de todos, se mueve, le asesta un par de golpes cual extra de película de bajo presupuesto.

A lo tonto, es ya casi la una de la mañana y ante la mirada de la Policía, que parece totalmente ajena a lo sucedido, la gente va abandonando la calle Ferraz mientras Carlos el Facha, orgulloso de ver a Sánchez colgado de un semáforo, se hace grande entre sus cuernos de vikingo y su bandera franquista.

A mi novia le tocará explicar a sus padres qué hizo en Nochevieja.

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