Dominio público

Votad con prudencia (por favor)

Noelia Adánez

Doctora en Ciencias Políticas y Sociología

Votad con prudencia (por favor)
Una monja ejerce su derecho a voto en el Colegio La Inmaculada-Marillac, a 4 de mayo de 2021, en Madrid (España). Jesús Hellín / Europa Press
(Foto de ARCHIVO)

El próximo 23 de julio debemos votar y no hace falta que lo hagamos con alegría; sería suficiente que aplicáramos la prudencia. En contra de lo que muchas veces se dice las elecciones no son la fiesta de la democracia sino una parte vital en el funcionamiento de este tipo de sistemas políticos; una parte que requiere nuestra participación mediante un gesto que tiene un carácter no solo político sino también administrativo.

Es cierto que no estamos obligadas a votar pero como el voto es un derecho, tenemos la opción de ejercerlo. Me cuesta entender que se renuncie activamente a votar y me gustaría que en el futuro inmediato la izquierda reflexionara sobre cómo sacar de su indiferencia al abstencionista pasivo. Mientras lo segundo ocurre hoy me dirijo a aquellas de nosotras que por agravio o hartazgo o agotamiento con la política en general o la izquierda en particular se plantean seriamente quedarse en casa el próximo domingo. No hay ninguna razón de peso para no ir a votar a la izquierda. Ninguna.

Se ha configurado una candidatura, se ha armado -como correspondía- una coalición de partidos. Se ha desarrollado un programa y difundido propuestas con mayor o menor nivel de acierto. Sumar es un partido de orientación progresista que habla el lenguaje de los derechos humanos, la justicia social y el feminismo. La opción de votar a una formación a la izquierda del PSOE en España está garantizada, existe. Puede que Sumar no satisfaga todas nuestras expectativas, que nos genere dudas su futuro caso de sufrir un revés electoral, que nos parezca que las listas que se han confeccionado no obedecen a un criterio claro o con el que podamos estar de acuerdo.

Puede suceder todo eso y más, pero tenemos que entender que nuestro voto no compromete nuestra alma y que ni siquiera es una cuestión de lealtad política, sino la expresión de una preferencia en escenarios cambiantes a lo largo de nuestra vida. Al menos en mi caso —y sé que en el de la mayor parte de las personas progresistas—, el compromiso es con las convicciones y las ideas, no con un partido. Votar con prudencia es votar con una atención extrema a cada circunstancia o momento político. El actual es de emergencia; no lo olvidemos.


Ya habrá tiempo de proponer, criticar, debatir; ya habrá tiempo de demandar que se escuche al activismo y la sociedad civil; de tejer alianzas y restañar heridas; de ilusionarse, luchar, confrontar y cerrar filas. No nos quepa duda. Con independencia de lo que resulte de las elecciones del domingo, ese tiempo va a llegar.

Es normal que deseemos votar lo que más se parece a nosotras mismas, pero así como es comprensible querer ser quienes somos todo el tiempo lo es bastante menos esperar de un partido político que sea en cada nueva convocatoria electoral esa fuente marmolada a la que lanzar la moneda de nuestros deseos. Los partidos no son como nosotras y no tienen que serlo. Son organizaciones que persiguen un fin muy concreto: gestionar el poder institucional bajo la inspiración de un programa de gobierno. Cuando votamos lo hacemos por identificación con la ideología que impregna los programas, por conformidad con las propuestas que contienen y para garantizar una representación en las instituciones a nuestros intereses y posicionamientos. No necesitamos que los partidos nos reflejen; solo tienen que representarnos en lo que afecta su desempeño. El activismo político, al margen de los partidos, se ocupa de hacer el resto.

Salvo alguna desgracia o incidencia, la semana que concluirá este 23 J mi agenda de tareas administrativas y ciudadanas se cerrará satisfactoriamente: presenté mi IVA trimestral el martes, renové mi certificado electrónico el jueves y votaré el domingo. Deber cumplido.


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