Dominio público

La trampa de los complementos a las pensiones de las mujeres

María Pazos Morán

Investigadora sobre economía feminista. Su último libro publicado es 'Contra el Patriarcado. Economía Feminista para una Sociedad Justa y Sostenible'. Blog: www.mariapazos.com Twitter: @MariaPazosMoran

El RDL 3/2021 establece a bombo y platillo un nuevo complemento de pensiones contributivas "para la reducción de la brecha de género" cuyo importe es de 27 euros por hijo/a y que se aplicará a las pensiones causadas desde el 4 de febrero de 2021 "en tanto la brecha de género de las pensiones de jubilación, causadas en el año anterior, sea superior a 5%". Este sustituye al anterior, llamado "por aportación demográfica" y que era para las madres que causaran pensión contributiva de jubilación desde el 1 de enero de 2016: 5% para las que hubieran tenido 2 hijos/as, 10% para 3 y 15% para 4 o más,

El complemento es para la madre excepto si el padre demuestra que él lo merece más. Toda una fuente de conflictos, litigios y trámites, como si no hubiera ya bastantes y como si no estuvieran ya difíciles de acceder los servicios administrativos. Las que hasta ahora han obtenido el anterior lo mantendrán también excepto si el padre de alguna de las criaturas reclama el nuevo para él y gana, en cuyo caso se le descontará a la madre el importe que a él se le reconozca. Más litigios.

Con todo, bajo la óptica de "menos es nada", podríamos alegrarnos por las mujeres que se vayan a jubilar a partir de ahora y solo hayan tenido una criatura, que son las únicas beneficiadas; ellas recibirán 27 euros al mes. En los demás casos, para las pensiones bajas las diferencias son mínimas respecto al viejo complemento; y para las pensiones altas el nuevo complemento será menor, lo que hace más que dudoso que vaya a reducir la brecha total). Pero la cuestión es qué injusticias se disimulan bajo tal magnanimidad. Veamos.

Quedan fuera de todo complemento las mujeres que ya tenían pensión contributiva de jubilación antes de 2016, con o sin hijos/as; y por supuesto las que no tienen actualmente pensión contributiva y las que no la causen en el futuro.

Se olvida frecuentemente que no solamente las pensiones contributivas de las mujeres son menores que las de los hombres, sino que actualmente solo reciben ese tipo de pensión 2,3 millones de mujeres, lo que supone el 42% de las mujeres con 65 años o más, frente a 3,7 millones de hombres, que son el 91% de los hombres con 65 años o más). Dicho claramente: la mayoría de las mujeres están excluidas del sistema de pensiones porque no han conseguido cotizar los 15 años necesarios. Eso sí, una exigua minoría de esas excluidas tienen una pensión no contributiva de 403 euros al mes que es incompatible con otras rentas personales o familiares (195.594 mujeres, frente a 63.976 hombres).

Así pues, ¿cuál es el criterio que guía este nuevo complemento? Si se tratara de compensar a las más perjudicadas por la brecha de las pensiones, ¿cómo es que quedan fuera el grueso de las ya pensionistas, no digamos las demás mayores? Es profundamente injusto. Por otro lado, es incomprensible que alguien pueda soñar con reducir la brecha de género en pensiones a base de ese complemento misérrimo y de tan reducido alcance.

Pero no solamente es mucho ruido para tan pocas nueces. Dice el RDL que se trata de "corregir una situación de injusticia estructural (la asunción por las mujeres de las tareas de cuidados de los hijos) que se proyecta en el ámbito de las pensiones". Muy buen deseo, pero es que, precisamente, este tipo de complementos, junto a otras figuras como la promesa de la pensión de viudedad, la tributación conjunta de los matrimonios o el régimen matrimonial de gananciales, lanzan un mensaje muy perjudicial a las mujeres: "no te preocupes si tienes que interrumpir tu carrera de cotización, porque serás compensada". Canto de sirena que luego se queda en agua de borrajas, pero que contribuye al mantenimiento del sistema (más explicación aquí).

En realidad, lo que habría que hacer es lo contrario: por un lado, aumentar todas las pensiones no contributivas ya en vigor hasta el mínimo de las contributivas, además de concedérselas a muchas personas mayores (esencialmente mujeres) que no tienen ingresos personales y que no las reciben por los ingresos familiares de los que dependen. Esto no crearía ningún incentivo adverso y es lo equitativo. Por otro lado, hacia el futuro, intentar por todos los medios que las mujeres puedan mantenerse en el empleo sin interrupciones; lo que es vital para que todas seamos independientes económicamente, para reducir la brecha salarial y, por consiguiente, la de pensiones.

Tal como apunta el RDL, la raíz fundamental de la desigualdad en el empleo es la división sexual del trabajo. Las mujeres nos hemos incorporado al empleo pero seguimos siendo trabajadoras precarias y eventuales que nos retiramos cada vez que hay alguien a quien cuidar. Los hombres esencialmente aún no se han incorporado al cuidado.

Las afectadas no solamente son las madres y las cuidadoras familiares. Todas las mujeres, todas, estamos afectadas por la llamada "discriminación estadística": los empleadores saben muy bien que el riesgo de promocionar a una mujer y que luego se ausente es mucho mayor que el de promocionar a un hombre (ellos en general no se ausentan ni en caso de hijos/as ni por cuidados de larga duración).

Si de verdad se quiere corregir esta "situación de injusticia estructural", habrá que acometer reformas estructurales; cambiar la estructura social patriarcal en sus dos caras inseparables: empleo y cuidados.

En cuanto al empleo, no podrá haber igualdad mientras no se recuperen los derechos laborales perdidos con las reformas laborales, pero eso no basta. Es importantísimo tener jornadas laborales diarias cortas y estables para que todas las personas puedan conciliar, también los hombres (como próximo paso, 35 horas semanales en 5 días, no en 4).

En cuanto a los cuidados, necesitamos eliminar las trampas del RD 6/2019, de tal manera que los hombres puedan tomarse su permiso por nacimiento para quedarse solos al cargo de sus bebés tanto tiempo como la madre, y así cubrir igualitariamente los primeros meses hasta la escuela infantil, tal y como reclama la PPIINA. Terminado el permiso de ambas personas progenitoras (o, en el caso de monoparentales, el permiso más los recursos públicos que deben disponerse para cubrir esos meses de diferencia), es necesario un buen sistema de educación infantil público y gratuito. Así, con los hombres ya iniciados en el cuidado,  ninguna madre tendría que retirarse del empleo ni parcial ni totalmente.

Para la atención a la Dependencia no necesitamos permisos o excedencias sino un sistema público, no privatizado, de calidad, suficiente para suplir la falta de autonomía funcional sin que sea necesaria la figura de la cuidadora familiar. Así, con hombres que también se ocupen y con horarios de trabajo diarios cortos, las personas trabajadoras podrán dedicar tiempo a las personas dependientes, las cuales estarán bien atendidas en sus necesidades básicas por los servicios públicos.

Alguien puede estar pensando que todo esto es "pedir la luna", pero es lo contrario: mientras que sí es pedir la luna intentar corregir los desequilibrios a base de complementos de 27 euros, el coste y la viabilidad de estas reformas estructurales está calculado y no es inabordable ni mucho menos.

En este manifiesto, que se puede firmar tanto por personas como por todo tipo de entidades, se ofrecen esos cálculos y se propone un plan a 10 años para llegar a atender las necesidades de cuidado existentes, así como garantizar los derecho de las personas implicadas, tanto familiares como trabajadoras.

Esta, la del cambio estructural, es la única vía para que todas las mujeres tengamos salarios dignos y carreras de cotización continuadas. Así no se necesitarán complementos que nunca compensan y que son una pieza más del engranaje de las políticas continuistas que tan malas consecuencias tienen para todas las mujeres

Es un error concebir la política social como un conjunto de premios y promesas de compensaciones, mientras se desatienden las necesidades y se perpetuán las injusticias estructurales que tanto se dice combatir. ¿Por qué no se acometen las reformas necesarias? ¿Por qué ni siquiera se cambian esas líneas que se introdujeron infaustamente en el RD 6/2019 de los permisos y que, casualmente, van en el sentido de no permitir la corresponsabilidad? El Gobierno sigue sin contestar.

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