viernes. 29.03.2024

Nos controlan y lo estamos permitiendo

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Por Eduardo Serrano | Hace poco estuve viendo las últimas novedades de mejoras tecnológicas para hacer nuestra vida mucho mas “cómoda” y cuando me enteré, se me pusieron los pelos de punta por las repercusiones que ello puede llevarnos. Se estaba proponiendo un plan estratégico para colocar chips a toda la ciudadanía de Suecia. Según los últimos datos se lo habían implantado más de 3500 habitantes, llevados por la facilidad de pagar, identificarse, fichar en los trabajos e incluso de sacar información médica básica como tensión, temperatura o pulsaciones, con solo un minúsculo chip implantado en reverso de la mano.

Esta mejora de comunicación de los usuarios con el entorno aunque se defienda por tener más ventajas que desventajas, no está exenta de peligros y riesgos, y siempre nos remitimos a los indeseables que solo buscan sacar beneficios de estas tecnologías. No me refiero solo a los hackers, sino a las organizaciones, empresas y demás que cuentan con nuestros datos obtenidos a través de estos dispositivos, Con ellos seriamos localizables ya que nos convertiríamos en un GPS andante, conseguir información que sea recabada por el chip y quien sabe que más datos. Es más, se desconoce si el dispositivo puede actualizarse para añadir más funciones, lo cual es muy delicado y peligroso.

Valga un solo ejemplo de este control. Con la crisis del Coronavirus, en Corea del Sur para su control y evitar la propagación, los ciudadanos por miedo permitieron el acceso a sus dispositivos para controlar a los ciudadanos y sus movimientos

Si hackean el dispositivo pueden dar falsa información de uno y tenernos geolocalizados lo que permitiría a los indeseables el poder efectuar secuestros, controlarnos las empresas cuántas veces nos ausentamos del lugar de trabajo o, incluso, podrían controlar nuestros pasos a lo largo del día, a donde vamos a comprar, por donde paseamos y cuanto nos hemos movido. Es más, en un solo dispositivo le daríamos todos los datos de nuestras transacciones que en malas manos podría resultar cuando menos bastante peligroso.

Hoy día contamos con un sistema que no es como el chip pero se asemeja demasiado para mi gusto y es el uso del dispositivo móvil para casi todo lo que ya efectúa el chip. Podemos pagar en los comercios con el monedero electrónico, nos permite el acceso con los novedosos sistemas NFC (sistemas de identificación por proximidad a determinados terminales o dispositivos electrónicos) y sumado que en el terminal facilitamos nuestros datos de Whatsapp, mensajes, acceso a redes sociales diversas, así como que puedan grabar nuestras conversaciones, dejando la privacidad y la libertad del ser humano a solo la palabra solamente.

Valga un solo ejemplo de este control. Con la crisis del Coronavirus, en Corea del Sur para su control y evitar la propagación, los ciudadanos por miedo permitieron el acceso a sus dispositivos para controlar a los ciudadanos y sus movimientos. Esas prácticas me recuerdan a lo visto en los libros de historia de otros regímenes en nuestro país, cuando se controlaba a las personas sospechosas mediante la vigilancia, la cual hoy día por la comodidad o “regalos” tecnológicos hemos sacrificado voluntariamente.

Nos controlan y lo estamos permitiendo