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Terapia de choque para incívicos

Los malos conductores podrán sustituir sus condenas por trabajos con víctimas de accidentes.

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Un accidente de tráfico, un drama. Al menos para los accidentados que acaban en el Instituto Guttmann, uno de los hospitales más avanzados de Europa en rehabilitación integral de personas con lesión medular. El Instituto y el departamento de Justícia de la Generalitat firmaron ayer un acuerdo para que los condenados por delitos de tráfico puedan sustituir sus penas por trabajos en beneficio de los pacientes ingresados, ya sea como acompañantes o en tareas administrativas.

'Es que el Guttman, aparte del trabajo médico también hace una tarea asistencial y de responsabilidad social', afirman desde el departamento de comunicación del Instituto.

La consellera de Justícia, Montserrat Tura, afirmó ayer en rueda de prensa que el convenio forma parte del programa de medidas penales alternativas de la Generalitat. Tura también añadió que ésta es la manera 'más ejemplar y aleccionadora de ver las consecuencias de la conducción temeraria'.

Víctimas del tráfico

Sea cierto o no, la realidad es que hoy en día la mayoría de pacientes que llegan al Instituto Guttmann 'son víctimas de accidentes de tráfico'. Más hombres que mujeres y más jóvenes que viejos. La media de edad es inferior a los treinta y cinco años.

El sábado pasado entró en vigor la nueva norma que obliga a no ir a más de ochenta kilómetros por hora en la primera corona de Barcelona. Y además, el nuevo código penal prevé penas de cárcel para delitos de tráfico.

A propósito de esta cuestión, Tura recordó que sólo podrán acogerse a estas medidas alternativas aquellas personas que hayan sido condenadas a penas inferiores a dos años y que no tengan antecedentes penales.

También hay que tener en cuenta que aquellos penados que tengan la oportunidad de acudir al Instituto Guttmann serán supervisados por el departamento de Justícia y por el propio centro. Además, si no cumplen con lo que se les ha impuesto, el juez podrá decretar el ingreso inmediato en prisión.

La consellera también especificó que su departamento ha firmado convenios de colaboración con otros hospitales, como el Sant Jaume de Manlleu y el General de Vic. Todo sea por concienciar a los temerarios.

 

Ayudar en el día a día del Guttmann

Es una sala amplia y con mucha luz. En la pared del fondo hay un mural pintado 'por todos'. Cada tarde, junto a un animador, los familiares y los pacientes se reúnen allí para distraerse y, quién sabe si por unos minutos, olvidar las penas. El Instituto Guttmann es soleado, blanco y agradable, pero es un hospital. Y quien está allí ingresado tiene algún problema, a menudo un drama que le ha cambiado la vida para siempre.

En esta misma sala, puede que pronto llegue un condenado, alguien a quien un día un juez haya decidido conmutarle la pena por trabajos comunitarios. Ver la desgracia cara a cara. Josep Maria Ramírez, del Guttmann, explicó ayer que los penados colaborarán en tareas de acompañamiento, actividades sociales y labores de mantenimiento y mejora del centro. Al fin y al cabo, el Guttmann tiene muchos jardines y muchos espacios que hay que cuidar para que los pacientes se sientan mejor. Dentro de lo que cabe.

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