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Radiografía de Alberto Núñez Feijóo

Economistas y politólogos interpretan el 21-O en clave de país, más allá de la prueba de fuego que supone para Rajoy, que busca revalidar en Galicia su política de recortes

Economistas, politólogos, ensayistas y cronistas parlamentarios analizan la gestión económica, el proyecto político y el ideario neoconservador de Alberto Núñez Feijóo, presidente de la Xunta de Galicia y candidato del Partido Popular a las elecciones del 21-O. Más allá de la prueba de fuego que suponen para el jefe del Ejecutivo, Mariano Rajoy, que encara este domingo la reválida de sus recortes, la cita electoral también es interpretada en clave de país.

 

Marcelino Fernández Mallo (economista)

Podemos transmitir valores asociados a la salud, la naturaleza y la ecología, pero Feijóo no ha potenciado los factores endógenos de nuestra economía.

Antón Baamonde (filósofo y ensayista)

Galicia como proyecto político no existe y, por encima, este gobierno quiere defenestrarla como tal para incluirla dentro de los criterios usuales de la derecha tramontana madrileña, sin ese elemento de distinción que había en la época de Fraga. Feijóo no tiene una idea y su proyecto, probablemente por falta de talento, es el de Génova: nacionalismo español. Son partidarios de la identidad, pero no de la gallega. En el fondo, Feijóo quiere ser ministro y, si pudiese, sustituir a Rajoy. La situación del país es un desastre. Aunque la culpa no es solamente suya, él ha acentuado este proceso y lo oculta con propaganda.

Roberto Blanco Valdés (catedrático de Derecho)

Feijóo no ha afrontado algunos de los grandes problemas estructurales del país, heredados de los anteriores ejecutivos. No se ha avanzado en el problema demográfico (una población envejecida y en caída libre) ni se han adoptado medidas respecto a la ordenación territorial, las áreas metropolitanas o la reducción de ayuntamientos. En definitiva, no hay un proyecto de país, más allá de la insistencia de que hay que ahorrar.

 

Marcelino Fernández Mallo

La gestión de las cuentas públicas fue, más que austera, cutre. La política de la tijera, sin análisis, criterio ni discriminación. La construcción se vino abajo, el sector servicios no da más de sí y sólo queda el sector público. Si retiras su actividad, debes recuperar el sector agrario y el industrial. Pero si recortas, contraes más la economía y no ayudas a la recuperación de esos sectores. Las cuentas han sido, aun así, malas y posiblemente tenga que recurrir al fondo de liquidez. En resumen, su papel ha sido nefasto.

Domingos Sampedro (periodista de La Voz de Galicia)

Feijóo gobernó mientras la Xunta reducía sus presupuestos año tras año. Sin dinero, ha llegado a menos sitios, pues las grandes inversiones se paralizaron y el gasto social fue mermando. Lo único que puede ofrecer, de una forma más artificial o real, es haber controlado las finanzas públicas. Pero esto de gestionar bien y que no se te dispare el déficit no sé cuántos votos da.

Antón Baamonde

Feijóo vive de la imagen, pero de fondo no hay nada: paro, deuda, supresión de entidades financieras... Galicia convertida en un desierto industrial. Es culpable de no tener ideas para reducir el desempleo y su política de austeridad no funciona, porque vamos al precipicio. Tras haberse acercado a los parámetros españoles, esta tierra ahora camina hacia atrás: un país más empobrecido que se va a parecer a la Galicia de antes.

Roberto Blanco Valdés

Ha tenido un muy pequeño margen de maniobra debido a la falta de dinero. Su principal acierto fue haber visto a tiempo que el problema de la deuda era esencial, no una broma. La relación entre el control del déficit y los recortes acometidos por la falta de presupuesto es razonable. Mientras otras comunidades estaban al borde de la quiebra, Galicia gozaba de una mejor situación financiera. En cuanto a la reducción de ayuntamientos, presentar la fusión de dos municipios pequeños es ridículo.

Xavier Vence (catedrático de Economía)

La política de austeridad de Feijóo es el resultado de una apuesta programática e ideológica que pasa por reducir el sector público desde una perspectiva neoliberal y, además, responde a la falta de ideas y a la capacidad de proyectar políticas sectoriales con proyectos de largo alcance. El recorte del gasto ha sido selectivo y con un claro sesgo ideológico, afectando por ejemplo a la cultura y a la educación.

 

Marcelino Fernández Mallo

El colchón familiar ha sido un pilar importante para sobrellevar los recortes, pero es una solución que no se sostiene con el tiempo.

Roberto Blanco Valdés

El balance de la gestión del gasto es positivo, ya que no ha adoptado medidas tan duras. Feijóo supo tomar medidas a tiempo, como el recorte sanitario.

Xavier Vence

En educación, los recortes se han centrado en la educación pública, no en la privada. Han sido muy fuertes en universidades e investigación, mientras que algunas guarderías se han privatizado y ahora están en manos del Opus Dei y otras comunidades ultraconservadoras. En la sanidad pública paralizaron las plantillas y redujeron los contratos. Mientras han mantenido las tarifas que pagan a la privada, el gasto por paciente ha disminuido en la pública, donde se ha deteriorado el trato.

 

Marcelino Fernández Mallo

Su discurso se basa en que tiene pocas competencias. En realidad, un gobierno autonómico posee una buena colección para estimular una economía. Sin embargo, no se ha hecho prácticamente nada, ni siquiera corregir las debilidades. La Xunta no fortaleció operaciones cooperativas, ni generó proyectos motrices de innovación. Sus políticas han sido de inercia y abandono.

Xavier Vence

Solo han atentido a la industria poderosa: los lobbies, Citroën y las grandes eléctricas. De hecho, el plan eólico fue paralizado para favorecer a empresas afines.

 

Marcelino Fernández Mallo

La política del PP fue la de recortar todo el gasto. Las cuentas públicas deben mantener un rigor más incisivo que en tiempos de bonanza, como es lógico, pero hay que mantener las inversiones. En recesión, el sector público no debía cortar su inversión productiva. Un ejemplo: se cuestionan infraestructuras básicas como la unión de los puertos exteriores con ferrocarril.

Xavier Vence

Hay una estrategia que responde a un viejo modelo de gestión neoliberal de los servicios públicos: la construcción de hospitales bajo el sistema de colaboración público-privada, planteado como un negocio para las empresas concesionarias. Pero el colapso financiero provocó la paralización de los centros médicos proyectados en Vigo y Pontevedra.

 

Marcelino Fernández Mallo

No hay proyectos para atajar el paro. Tenemos que generar actividad industrial y agraria que compense el hueco que ha dejado para siempre la construcción y los sectores afines. No debíamos evolucionar peor que el resto del Estado, sin embargo el desempleo aumentó en una mayor proporción. Básicamente, por la parálisis que ha habido en la actividad productiva: lo que se tendría que haber hecho para compensar esa atonía, no se ha realizado. Con dos factores añadidos: por una parte, esta tierra lleva décadas perdiendo peso en producción y población, lo que demuestra que el sector privado no es suficiente, por lo que el sector público debe contribuir a dinamizar la economía; por otra, Galicia es un territorio que ha exportado mano de obra, mientras que el resto de España tiene inmigración. Pese a tener emigración, nuestros datos del paro son peores que los del Estado.

 

Marcelino Fernández Mallo

La operación de fusión en sí misma podría tener alguna oportunidad, pero fue muy mal gestionada. Su problema se debió al apoyo político del pasado. Desde los gobiernos, se respaldó a un equipo de dirección muy viciado y con grandes lastres personales, que implicó una gestión sin control. No fue tanto la fusión como los veinte años anteriores. Por no hablar de la absorción del Banco Pastor por parte del Popular...

Antón Baamonde

El problema del fusión y la quiebra viene de lejos, porque el bipartito, el tripartito y los gobiernos del PP pudieron elaborar una ley de cajas para que el bonapartismo de Méndez y Gayoso fuesen cortados de raíz. Eran dueños y señores de dos cajas caracterizadas por la ausencia de control y transparencia. Así, se ha acabado con dos entidades financieras semipúblicas, mientras que el Banco Pastor está participado por el Frob y en manos del Popular. Con todo lo que eso significa...

Xavier Vence

Las cajas se lanzaron a la aventura irresponsable de la inversión inmobiliaria en Madrid, Castilla-La Mancha y Levante, que las llevó a la ruina. Entonces, Feijóo trató de jugar la baza de garantizar que los sectores que apoyan económicamente al PP pudieran tener un papel en el nuevo banco para así darles un caramelo. Todo se hizo de forma muy cortoplacista y se fueron quemando las oportunidades hasta que al final sólo ha quedado un gran agujero, cuando el saneamiento debería usarse para crear una banca pública gallega al servicio de la economia productiva de la tierra. En cuanto a las preferentes, los pequeños ahorradores cayeron en la trampa de comprar un producto envenenado con el que los gestores de las cajas quisieron salvar el pellejo. Y eso se hizo con el conocimiento y visto bueno de Feijóo, que fue un cómplice de ese engaño.

 

Marcelino Fernández Mallo

El plan eólico fue terrible, porque había una serie de proyectos que se paralizaron y no se sustituyeron por otros. La gestión del concurso resultó desastrosa, porque fue una decisión en contra del país. Pudo haber errores, pero el reparto del bipartito fue algo inédito, teniendo en cuenta cómo se adjudicaban antes los parques. Sin embargo, el plan del BNG y el PSdeG estaba diseñado para crear puestos de trabajo y en él primaban los planes industriales. En cuanto al acuícola, eliminaba los factores endógenos, desprotegiendo zonas del litoral que deberían ser muy protegidas por su factor natural y paisajístico. Respecto a las promesas de que la petrolera Pemex ha encargado barcos a los astilleros, Feijóo ha explotado una posibilidad y la ha trasladado a la ciudadanía como si fuese un logro.

Xavier Vence

En pesca, no hubo nada: hicieron mucho ruido mediático con la acuicultura y la planta de Pescanova, pero pasados cuatro años no se ha hecho absolutamente nada. No existió una estrategia de desarrollo del sector pesquero y marisquero. Y, en el caso de las conserveras, se ha promovido la internacionalización, que es un uso perverso del término porque en la mayor parte de los casos ha consistitdo en la deslocalización: o sea, en financiar plantas en otros países. De cara a la creación de empleo, las consecuencias han sido nefastas. En cuanto al concurso eólico, la Xunta va a tener que indemnizar a los afectados por la derogación del concurso anterior: todos nosotros pagaremos a las empresas injustamente penalizadas.

 

Domingos Sampedro

El PP, en el arranque de la campaña, tenía problemas para movilizar a su electorado, que acusa los recortes del Ejecutivo central y no está lo más motivado posible. Feijóo planificó una campaña donde la imagen del presidente del Gobierno no estuviese demasiado presente. Ha fiado su estrategia a intentar deslindarse de Rajoy, para que también lo haga el electorado.

Luego, en sus primeros mítines, no se hablaba tanto de su gestión como del cuidado que viene el cuatripartito. En circunstancias normales, en la campaña debería tratarse el concurso eólico derogado, la acuicultura que no despegó, las grandes estructuras paralizadas, la fusión de las cajas de ahorro y su conversión en banco... Pero hubo otras circunstancias que impidieron que se hablara de eso, pese al esfuerzo de la oposición. Los temas son la desafección política y la corrupción de los partidos tradicionales, un debate en el que el PP se mueve bien. Así no se habla de su gestión, que ha sido bastante exigua, y ése silencio termina siendo un mérito para Feijóo.

Roberto Blanco Valdés

Feijóo es un político bien valorado que ha hecho frente a una situación inédita. Ha llegado a la campaña después de una legislatura en la que ha destacado mucho sobre el resto del gobierno. Todo el peso ha recaído sobre él, un hombre que se preocupó por colocar a gente preparada al frente de las consellerías, pero eso no significa que los técnicos sean buenos políticos. En ese sentido, su gobierno tuvo un evidente problema de comunicación política, de la que terminó haciéndose cargo Feijóo, algo que le ha beneficiado.

Xavier Vence

El silencio de los medios de comunicación regionales ante cuestiones espinosas es evidente. Así, parece que la oposición está en la inopia y no se entera. La campaña de la derecha pasa por tratar de demonizar el periodo del bipartito. Nada fue totalmente perfecto y hubo diferencias, como las hay en los gobiernos monocolor, entre políticos o entre ministerios. Desde que existe la Xunta, el bipartito fue la etapa más dorada y dinámica de Galicia, porque ambos partidos competían entre sí para demostrar que tenían iniciativa. Para que ello prevalezca, tienes que tener capacidad de crear opinión. Por eso, el PP ha logrado inocular que el bipartito fue un fiasco.

 

Domingos Sampedro

Hay ganas sociales de generar un cambio de gobierno, pero falta una alternativa sólida. En el PSOE hay heridas abiertas. La crisis en Ourense, justo antes de la campaña, no ha dejado a los socialistas en la mejor posición posible.  El PP demostró tener cierta resistencia a los casos de corrupción, tanto en la Operación Orquesta como en la Gürtel. La izquierda no lo resiste tanto, pues hace bandera de los compromisos éticos, una exigencia de los votantes a sus líderes y candidatos. Del BNG qué te voy a decir..., las escisiones lo han lastrado.

Antón Baamonde

Todos los candidatos, incluido Feijóo, son flojos. Los partidos de la oposición están formados por profesionales de la política, que viven en su mundo y son renuentes a la interlocución con la sociedad civil. Si Feijóo gana, será un caso insólito, porque Galicia no es tan conservadora como se piensa fuera. El Partido Popular, según las encuestas del CIS, está a la derecha de la sociedad gallega, que al urbanizarse se ha ido escorando al centro izquierda. Sin embargo, el PSOE y el BNG fracasaron en las ciudades. En caso de que no alcancen ahora el Gobierno autonómico, deberían refundarse. Los socialistas no están curados del pacovazquismo y los nacionalistas, de un radicalismo gestual y de una visión que ha envejecido. En cuanto a Beiras, me parece bien. El cambio de gobierno probablemente dependa de él, porque puede movilizar la abstención de los electores progresistas y hasta me atrevería a decir que de esa parte del PP, muy pequeña, que fluctúa.

Manolo Barreiro (analista político)

Las encuestas pronostican que no se producirá un deterioro significativo del BNG, mientras que sí se verifican pérdidas en el del PSdeG, que beneficia a Alternativa Galega de Esquerdas, la coalición por la que se presentan el partido de Beiras e IU. El juego fundamental no se produce internamente en el Bloque, sino en la masa de antiguos votantes nacionalistas que se fueron a la abstención. Será determinante quien logre motivar a ese votante.

El caladero de votos de Compromiso por Galicia (CxG) son los antiguos votantes del BNG que consideran que su visión resulta excesivamente rocosa y prefieren un discurso socialdemócrata, así como algunas personas del centroderecha galleguista, cuyo exponente es Rafael Cuiña. El candidato por Pontevedra militaba en aquel PP regionalista que cambió de discurso con el triunfo del aznarato, cuyo epígono es Feijóo, un dirigente supeditado a Génova. Él puede captar a los desafectos del PP que se sienten solos y desatendidos, a quienes sin embargo el BNG y el propio Beiras les resultan antagonistas.

El sector menos neocon del PP iría a Compromiso, igual que Conde aglutinaría al Tea Party gallego. Si hay un cambio de Gobierno, será por los efectos que se puedan producir en los márgenes del sistema de partidos: votos robados y desafectos que se irían con las nuevas formaciones políticas. No hay que olvidar que el segundo partido más importante en Galicia es el de la abstención y que, en la derrota del bipartito en 2009, los que se quedaron en casa antes habían votado progresista y nacionalista.

Roberto Blanco Valdés

El PSdeG está hundido y el BNG sometido a una lucha interna, que ha sido percibida por la sociedad, a la cual no se le ha ofrecido una alternativa creíble. Ésta pasaría por que ambos articulasen un discurso común, porque sus diferencias son grandes y durante el bipartito había dos gobiernos. Socialistas y nacionalistas quieren echar a Feijóo y acabar con los recortes sociales, pero no es creíble, porque estos empezaron con Zapatero. La credibilidad de la oposición es escasísima. ¿Es normal que, después de cuatro años de ajustes, Feijóo sea más valorado que la oposición? No lo es. Y el recuerdo del bipartito es muy malo.

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