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El PP quiere sacar el 11-M de la agenda política

FERNANDO GAREA

La cúpula del PP quiere sacar de la agenda política el 11-M y las consecuencias de la sentencia, según fuentes del principal partido de la oposición.
Eso no quiere decir que ante la estrategia del Gobierno y el PSOE, ejecutada ayer por Rubalcaba y Blanco, el PP no vaya a entrar al debate. La diferencia es que no tiene previsto recuperar la estrategia de la denuncia de los supuestos errores de la instrucción o de los flecos que deja pendiente la investigación y que pretende bajar el perfil cuanto antes.
No eludir la confrontación
Para la respuesta al PSOE los dos argumentos obvios del PP serán el de la ausencia de cerebros de la trama y, sobre todo, la falta de referencias en la sentencia a la Guerra de Irak como origen de la masacre. Esas dos son las válvulas de escape que ha econcontrado la dirección del PP para responder. Explican que consideran desmesurado el ataque de Blanco de ayer y que no se renunciará a esta defensa en los próximos días, aunque sin retomar nunca más las tesis de los agujeros negros o similares.
Añaden que al Gobierno el asunto le viene bien para sacar del foco público asuntos como la crisis ferroviaria de Barcelona y, por eso, insistir en el 11-M sólo beneficia al PSOE.
"No nos aporta nada este tema", asegura un destacado dirigente del PP. "Hay que cerrar capítulo cuanto antes", afirman fuentes próximas a Ruiz-Gallardón, en coherencia con su posición durante la legislatura. Como consecuencia de ese análisis, algunos dirigentes del PP no ocultan su sorpresa por el hecho de que Rajoy incluyera el miércoles la frase sobre la necesidad de seguir investigando, dando a entender que el partido iba a seguir "dando correa" a investigaciones paralelas.
L a estrategia del PP en la legislatura respecto al 11-M no ha estado exenta de tensiones y, desde luego, no ha tenido la unanimidad de la cúpula del partido. Se ha mantenido casi autónomamente en el Grupo Parlamentario, gracias a que Rajoy siempre deja hacer. Quizás por eso Zaplana fue quien dio la cara ayer.
De ese grupo parlamentario salieron preguntas e iniciativas extravagantes como la de querer llevar a la comisión parlamentaria a Suárez Trashorras, uno de los procesados sobre los que ha caído más condena. La cabeza visible de casi todas esas iniciativas fue Jaime Ignacio del Burgo, autor de un libro sobre la supuesta implicación de ETA.
Guerra mediática
En el origen de esa tensión interna estaba el seguidismo que hacía el PP de algunos medios de comunicación, a costa de orillar a otros que teóricamente también están en su espectro ideológico. No eran pocos los que rechazaban que su estrategia se marcara desde fuera del partido.
Cuando se inició el juicio fueron creciendo en la cúpula del PP los partidarios de ir poniendo distancia del caso. Hasta Angel Acebes fue progresivamente desvinculándose de quienes insistían en centrar su actividad de oposición en el 11-M y que, finalmente, quedaron en minoría.
Por el momento, una de las conclusiones de la estrategia de la cúpula del PP es la de intentar recluir durante un tiempo a Jaime Ignacio del Burgo, para alejarle del foco mediático, si pueden. "Vamos a tratar de tenerle un tiempo como a Aníbal Lecter, con la máscara puesta", resume en broma un diputado del PP.

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