Este artículo se publicó hace 7 años.
NeonazisLa Policía sólo detiene a 4 de los 15 identificados en la agresión ultra de Murcia
Son todos los que están, pero no están todos los que son, aseguran las víctimas de la agresión neonazi del pasado 25 de febrero en Murcia. Les sorprende que tras ser atacados por al menos una treintena de personas e identificar al menos a 15 agresores, la Policía solo haya imputado a cuatro.
Joan Cantarero
&Nbsp;--Actualizado a
Noemí Parres Espinosa, de 23 años, y Lucía García de la Calzada, de 20, llegaron juntas y casi de la mano al bar Los Pachequitos. Parecía que la treintena de ultras que estaban apostados en el lugar aguardaban expectantes la llegada de la pareja para dar el pistoletazo de comienzo de la agresión. Y así fue, alguien dijo “venga Noemí” y se desencadenó la tormenta de golpes contra la familia.
Aunque tanto Lucía García como su abogado manifestaron reiteradamente que la joven nada tenía que ver con la agresión a la familia, lo cierto es que La Intocable no sólo fue identificada por las víctimas sino que también fue grabada por las cámaras de seguridad de una farmacia, que recoge de modo claro y meridiano su llegada y la de su amiga Noemí al bar de Churra.
En otra secuencia, se observa que una vez terminadas las agresiones ambas, Noemí y Lucía,
abandonan el lugar haciendo el camino inverso. Es importante este detalle, porque la Policía detalla en su informe que se produce una primera agresión contra la familia. Cuando parece que todo ha terminado, los agresores se abalanzan de nuevo contra sus víctimas.
La ultraderecha murciana creía tener una nueva lideresa, convencida de que La Intocable se había retirado tras adjurar de sus camaradas y su pasado violento, mediante carta pública retransmitida por radio, prensa y televisión. Pero no. Parece ser que en estos tiempos que corren en los que tenemos dos Papas de Roma, y dos reyes de España, por qué no tener también dos lideresas neonazis en Murcia.
De hecho, Noemí fue la primera en ser detenida, concretamente el 2 de marzo pasado. Está acusada de los presuntos delitos contra los derechos fundamentales y las libertades públicas y lesiones. Su historial la delata y era muy difícil que escapara de esta. Noemí Parres tiene 23 años, y nació en Alicante, en la localidad Los Montesinos. Es íntima amiga de La Intocable y tiene cuatro páginas de antecedentes penales y policiales, entre estos un delito de atentado a la autoridad, —por la que condenada a ocho meses de prisión—, agresión en el ámbito familiar, y otros episodios violentos.
La segunda detenida por esta agresión es M.N.R, es una joven de 17 años, por tanto, menor de edad, que también fue identificada por las víctimas como agresora. Es miembro de la organización neonazi Lo Nuestro y habitualmente se encuentra en los puestos de recogida de alimentos para “auténticos españoles”. Se le acusa de los mismos delitos que a Noemí y ya tenía antecedentes policiales.
El tercer detenido es Francisco Javier Gallego García, —concocido como Fran Garcí— nacido en Murcia y de 22 años. En la actualidad es el portavoz de la organización ultra Lo Nuestro hermanada con el Hogar Social Madrid. Tiene antecedentes penales y policiales por lesiones.
La última en ser detenida fue Lucía García de la Calzada, La Intocable, quien desde el minuto uno se mostró muy poco colaboradora con la policía. Así el 1 de marzo un inspector de la Brigada de Información se pone en contacto por teléfono con ella y el agente le comunica que “se encuentra encartada en las diligencias por presuntos delitos contra los derechos fundamentales y las libertades públicas y lesiones”. La respuesta de Lucía fue que se encuentra en Madrid desde el 27 de febrero, dos días después de la agresión del bar de Churra y “que no tiene intención de venir a Murcia”. Así dictada la correspondiente orden Lucía finalmente fue detenida en Murcia tras regresar de Madrid al domicilio familiar, donde la estaban esperando.
Muchos agresores
Fueron muchos los intervinientes en la agresión, aunque no todos han podido ser identificados. En algunos casos se ha determinado por la Policía y por el testimonio de clientes presentes en el bar que aun formando parte del grupo ultra que acosaba a la familia no intervinieron en la agresión. En algunos casos se limitaban a mirar y en algún otro intentando zanjar la agresión, según recoge el informe policial aportado al juzgado de instrucción.
A juicio de los abogados que ejercen la acusación, tanto Lorenzo Peñas Roldán de Murcia, como Erlantz Ibarrondo, de Madrid, coinciden en que aún hay mucho trabajo por delante. Para Ibarrondo “estamos frente a la comisión de presuntos delitos de lesiones, de odio por motivos ideológicos, está la agravante de abuso de superioridad. Además, hay que señalar el hecho de que haber estado presente en una agresión de grupo, aunque no se haya participado activamente en la misma, también puede conllevar una responsabilidad penal, hay jurisprudencia al respecto”.
Malestar de las víctimas
El malestar compartido por los colectivos que luchan contra los delitos de odio y el de las víctimas de esta enésima agresión de la ultraderecha en Murcia, tiene mucho que ver con la percepción de que la Policía no actúa con la misma inmediatez y contundencia que en casos anteriores.
Por ejemplo, cuando se produjo la injustificable agresión del sábado 21 de enero contra la neonazi Lucía García de la Calzada, La Intocable, apenas una hora después un vehículo policial llevaba a la víctima y una amiga a las inmediaciones del Bar Republika -frecuentado por jóvenes de ideología de izquierda y alternativa- para que éstas desde el zeta pudieran fotografiar con sus móviles y señalar a quienes ellas identificaban como sus presuntos agresores.
Al día siguiente, domingo, la Policía detenía a prácticamente la mayoría de las personas que habían sido señaladas y a las que se podían reconocer en el vídeo grabado con un teléfono móvil que resultó viral. Y no solo eso, además hasta la semana pasado ha estado en prisión uno de los detenidos. En el caso de la familia agredida en Churra, mientras comían con cuatro niños, uno 6 años, otro de 8 y dos bebés de 18 y 8 meses respectivamente no se tomó ninguna medida tan expeditiva. “Una angustia tremenda de los críos al ver cómo pegaban a sus padres y a sus tíos o golpeaban y tiraban al suelo a la abuela,” relata una de las testigos.
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