ZARAGOZA .- La Expo 2008, la muestra internacional sobre el agua que Zaragoza acogió hace ocho años, supuso varias transformaciones para la ciudad: la ejecución de infraestructuras que llevaban décadas pendientes, como el cierre de la circunvalación Z-40, y actuaciones urbanísticas que dejaron la capital aragonesa como nueva. Sin embargo, la gestión de esas obras provocó en las cuentas del ayuntamiento de la capital un multimillonario boquete financiero que hoy supone 266 millones. Tardará décadas en recuperarse.
Si la situación de las arcas municipales no se complica más de lo que ya está, el ayuntamiento terminará de devolver entre 2035 y 2038 los créditos que contrató entre 2005 y 2008 para asumir su parte de la Expo y de las obras complementarias. El capital pendiente de esos préstamos, que sumaban 303 millones de euros, supera hoy los 250, con la previsión de haber saldado once antes de que termine el año.
La Expo es el origen de casi un tercio de los 790 millones de deuda que el Banco de España atribuye al consistorio zaragozano -al que la situación financiera del tranvía amenaza con acercar a la barrera de los 1.000-, que cerró en aquellos años, previos al estallido de la burbuja inmobiliaria, dos de las operaciones más gravosas de los últimos lustros: 90 millones al 2,6% y 28,2 al 4,97%, en ambos casos a devolver en 30 años.
Los tribunales elevan los precios de varias expropiaciones
“Con la Expo se recuperaron las tres riberas, que ahora son espacios ciudadanos, y se ejecutaron en pocos años inversiones enormes que llevaban décadas atascadas”, explicaron fuentes municipales, que remarcan que, “sin la muestra, habría sido impensable un avance de ese tipo” y que destacan que las mejoras en las riberas salvaron de la inundación el año pasado a varias zonas populosas de la margen izquierda del Ebro.
La construcción del recinto de pabellones de la Expo en Ranillas, presupuestado en 700 millones, fue liderada por el Gobierno central, que aportó el 70% mientras consistorio y comunidad asumían a partes iguales el 30% restante. Las tres administraciones ejecutaron el llamado plan de acompañamiento, que incluía obras ajenas al complejo de la muestra por 500 millones: la pasarela del voluntariado, el puente del Tercer Milenio y, entre otras, la recuperación de las riberas de sus tres ríos –el Ebro, el Gállego y el Huerva-, que habilitaron nuevos espacios ciudadanos, adecentaron otros y mejoraron la defensa ante las riadas.
Otra cosa es que el consistorio tuviera músculo financiero para salir indemne de un plan de esa magnitud. Y otra más, que los cálculos estuvieran bien hechos.
El último susto lo ha dado el Supremo, al elevar en 7,3 millones –de 2,3 a 9,6- el precio de los terrenos expropiados al club local de tiro de pichón para el plan de riberas. Sin embargo, esa no es, ni mucho menos, la única sentenc ia que ha aumentado el precio de un terreno expropiado para actuaciones relacionadas con la Expo. El consistorio tiene pendientes de pago otros dos millones por la docena de justiprecios que han revisado los tribunales, el principal de ellos por una parcela que acabó en manos de la Sareb, a los que se suma otro medio centenar de indemnizaciones sin judicializar por 3,4 millones. La deuda de salida era de poco más de dos, pero el retraso en los pagos ha añadido otro.
Casi siete millones sin pagar y contratas morosas
A esos más de diez millones de morosidad se les añaden los 3,6 que le faltan por desembolsar para liquidar tres convenios por un montante inicial de casi nueve, lo que sitúa los débitos por suelos impagados, ya sea total o parcialmente, por encima de los 16 millones.
El legado tóxico de la Expo incluye otras dos patas, que se suman a la deuda por operaciones urbanísticas y el endeudamiento por los preparativos: el agujero generado por la gestión de las concesiones del Parque del Agua y la mejorable gestión de las instalaciones de la muestra cuando esta finalizó.
La segunda afecta principalmente a la comunidad, titular del 97,91% del capital de Zaragoza Expo Empresarial, la empresa creada para administrar los edificios, cuya titularidad le endosó el Gobierno central. La primera supone otro lastre en las cuentas municipales: un informe recoge cómo nueve de las once empresas concesionarias de negocios en el parque y en las riberas que fueron inspeccionadas hace unos meses –hay 31- adeudan 2,4 millones a las sociedad municipal Zaragoza @ Desarrollo Expo.
Tres cuartas partes de esa cifra corresponden a la firma que explota el spa y el campo de golf: 1,85 millones pese a superar los 2.000 abonados. Aunque no todas las deudas se deben a una deficiente gestión empresarial. El segundo intento para abrir al público el canal de aguas bravas, que en verano llega a emplear a veinte personas, sigue enfrentándose con uno de los problemas que hizo tirar la toalla al pionero: la balsa inferior tiene filtraciones.
Una empresa pública arruinada y reflotada
La ruinosa situación de Zaragoza Expo Empresarial, en la que el ayuntamiento solo tiene el 2,1% del capital, revela, pese a los anuncios oficiales de hace ocho años, la ausencia de un plan para rentabilizar las instalaciones una vez finalizada la muestra, que duró tres meses tras haber generado una inversión previa de 700 millones.
La comunidad tuvo que inyectar hace unos meses 109 millones en sus cuentas mediante un crédito participativo que supone, en realidad, el primer paso de una posterior ampliación de capital. Es decir, una fórmula jurídica por la que la comunidad se anotará finalmente como acciones lo que en la práctica sería una subvención a fondo perdido para reflotar una empresa pública.
Zaragoza Expo Empresarial gestiona el recinto de Ranillas, cuyos edificios rondan el 60% de ocupación gracias al traslado de entes de la Administración como la Consejería de Educación, la creación de la Ciudad de la Justicia con el traslado de los 63 juzgados unipersonales de la capital y el éxito del acuario en su segunda etapa, en la que supera los 100.000 visitantes anuales y se ha convertido en un centro de referencia internacional en temas de fauna fluvial.
Edificios emblemáticos cerrados y abandonados
Sin embargo, sus edificios emblemáticos están semiabandonados, según denunció recientemente la asociación Legado Expo, una entidad con 564 socios que lleva cinco años peleando para darles un uso.
Así, la Torre del Agua continúa cerrada después de que la empresa pública se gastara 122.641 euros en recolocar una escultura que su gestora fallida, la caja de ahorros local CAI, se empeñó en sacar; sigue sin haber noticias del centro de exposiciones que Ibercaja se comprometió a instalar en el pabellón puente diseñado por la arquitecta iraní Zaha Hadid y, por último, el pabellón de Aragón lleva cerrado ocho años en los que no se ha materializado ninguno de los usos que fueron anunciados para él.
Ocurre lo mismo con el pabellón de España, el único edificio de la Expo cuya propiedad mantiene el Estado, cuyo Gobierno llegó a anunciar que acogería el Instituto contra el Cambio Climático. “Tiene un estado lamentable. Se caen losetas en medio de una zona por la que pasan miles de personas por la Ciudad de la Justicia y el acuario”, señalan en la asociación, que reclaman un uso para los inmuebles.
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