Este artículo se publicó hace 13 años.
El auge del ladrillo disparó el fracaso escolar en España
El 31% de los jóvenes no termina la Educación Secundaria Obligatoria, según un informe de la Comisión Europea
La crisis llegó a la educación mucho antes que los problemas financieros o el estallido del paro. En realidad, fue durante los años de mayor bonanza económica cuando España se desmarcó de los países de su entorno en el aumento del abandono escolar. Un 31,2% de los estudiantes que tienen entre 18 y 24 años deja las aulas en España, según los datos de un informe de la Comisión Europea presentado ayer y que analiza la evolución entre los años 2000 y 2009. La tasa duplica el registro europeo y sitúa a España entre los países con peor resultado, junto a Portugal y Malta. La burbuja inmobiliaria, un reclamo para los jóvenes que buscaban dinero fácil, y la mala integración de los ciudadanos inmigrantes explican las cifras, según la comisaria de Educación, Androulla Vassiliou, que presentó ayer el informe.
Dos crisis después la educativa y la económica, el panorama es incierto para los llamados ni-ni; es decir, los jóvenes que ni estudian ni trabajan. "Muchos jóvenes en España abandonaron los estudios atraídos por la demanda de empleos de baja cualificación en sectores como la construcción señaló Vassiliou, pero con la crisis se quedaron sin trabajo y ahora no saben donde ir", lamentó ante la prensa.
La tasa de desempleo juvenil duplica la media europea
Un 51% de los estudiantes españoles que dejaron sus estudios antes de completarlos no tiene hoy trabajo, pasando a engrosar la lista del desempleo juvenil, que también duplica la media europea.
Los datos del informe indican además que, una década después, España es el único de los tres países a la cola en la estadística que no ha mejorado su marca de fracaso escolar. Mientras que Malta, con una tasa del 38%, y Portugal, con la misma que España, consiguieron retener a más alumnos en las aulas, en España el índice creció en 7,2 puntos.
"Estudiar no sirve de nada""Prefería trabajar y tener dinero para hacer mi vida", cuenta Abraham
Abraham Wennberg fue uno de esos alumnos que dejaron el instituto antes de tiempo. Tiene 29 años, abandonó los estudios a los 16 y desde entonces ha tenido 12 trabajos diferentes. "Era mal estudiante y muy problemático, por eso me echaban de todas partes", recuerda este barcelonés, hoy camarero con contrato mileurista. Abraham se reenganchó a la Educación Secundaria Obligatoria (ESO) tras suspender el octavo curso del anterior sistema educativo, la EGB. No terminó tampoco el nivel equivalente en la ESO (tercero) y empezó un ciclo de Formación Profesional en Electricidad. Lo echaron a los pocos meses y, con 16 años, encontró el primer trabajo de su vida: mensajero a pie y en bicicleta.
Luego lo dejó y estuvo un año sin hacer nada, hasta que su madre le obligó a elegir entre el trabajo o los estudios. Abraham escogió lo segundo, pero sólo aguantó dos trimestres de tercero de la ESO.
Esa fue su última experiencia académica. A partir de ahí, este joven empieza una lista interminable de trabajos de lo más variopinto: repartidor de pizzas, monitor de comedor escolar, auxiliar administrativo, cajero en un centro recreativo, vendedor de discos, vigilante de seguridad, mozo de cuadra, teleoperador y camarero.
En estos 12 años, Abraham vivió en pisos compartidos, volvió a casa de su madre, ocupó una vivienda abandonada y pasó varios meses en el Ejército hasta que lo echaron: "Era la manera de no gastar en alquiler ni en comida. Además, me podía sacar la ESO y el carnet de conducir", recuerda.
Abraham tratará de sacarse el "maldito" tercero de la ESO en una escuela de adultos dentro de dos meses. Aun así, no se arrepiente de haber dejado los estudios a los 16 años: "No creo en el sistema educativo. Estudiar no soluciona nada. Y si no que se lo digan a los licenciados que ahora están en la calle", sentencia. "A los 16 años, no quería hacer nada de lo que me ofrecían. Prefería trabajar y tener dinero para hacer mi vida. Ahora es diferente, hay más variedad", admite Abraham, que ahora estudia, dice, porque tiene tiempo y se lo puede permitir.
Meta en 2020La Unión Europea se ha fijado como objetivo rebajar la tasa al 10% en 2020, una meta ya alcanzada por siete países, entre los que se encuentra Finlandia, Austria y varios de los nuevos miembros del este del continente. A los restantes, la comisaria de Educación recomendó inversión pese a la crisis para dar una segunda oportunidad a las víctimas del boom inmobiliario.
La comisaria advirtió de que el modelo productivo ha de reorientarse hacia la capacitación laboral y la competitividad, el principal punto flaco de la economía española a largo plazo. Es necesario "atraer a los jóvenes a la formación profesional", según Vassiliou, "porque en el futuro se necesitarán más calificaciones para lograr trabajo", alertó. Según ella, el Gobierno también deberá poner de su parte, mejorando el atractivo de los planes de estudio e incorporando disciplinas que interesen tanto a los jóvenes como a sus futuros empleadores.
De hecho, el ministro de Educación, Ángel Gabilondo, aseguró ayer que uno de los "desafíos" de su departamento es que el fracaso escolar se reduzca al 20% en 2013 y llegue a alcanzar el 15% en 2020. La manera de lograrlo es, según el ministro, prolongar la permanencia en la formación. Para ello, el sistema debe ser "más flexible", afirmó Gabilondo, quien recordó que la Ley de Economía Sostenible, pendiente de aprobación, ya recoge que el último año de la ESO tenga un carácter más orientador y haya "optatividad para ir en una dirección o en otra".
El ministro de Educación también advirtió que el fracaso escolar "no se valora igual en todos los países", y en ese punto coincide con el presidente de la Confederación Española de Asociaciones de Padres de Alumnos (Ceapa), Pedro Rascón, que apunta que las cifras de la Comisión Europea "son relativas". "En España cada vez hay más jóvenes titulados, lo que indica que, aunque muchos alumnos no se graduen cuando toca, algunos lo hacen más tarde y se reenganchan al sistema educativo", apunta.
La responsabilidad de los sistemas educativos es estrictamente nacional. En algunos países, como en España, está además transferida a las comunidades autónomas. En este sentido, los datos varían entre las autonomías y guardan relación con la situación económica. Por último, el informe pone de manifiesto que los hijos de inmigrantes abandonan antes los estudios. Un 26% de ellos dejan las aulas, una cifra que aumenta hasta superar el 40% en países como España, Italia o Grecia.
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