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Las abogadas de Carromero creen que le pueden condenar a cinco años

La Fiscalía cubana pide 7 años para el dirigente de Nuevas Generaciones del PP teniendo en cuenta el exceso de velocidad, su historial de multas y que conducía sin permiso

FERNANDO RAVSBERG

La embajada de España se quedó sin vacaciones y el recién nombrado embajador, Juan Francisco Montalbán, se estrena con un caso nada sencillo, en el que un joven prospecto del Partido Popular, Ángel Carromero, se arriesga a cumplir 7 años de prisión por matar en accidente de tráfico a los disidentes Osvaldo Payá y Harold Cepero. Las primeras gestiones diplomáticas para obtener su libertad sin pasar por los tribunales han fracasado, sin embargo, lograron que se obviara las actividades políticas clandestinas que estaban realizando en el país.

El juicio podría empezar el próximo 31 de agosto en la ciudad de Bayamo, capital de la provincia de Granma, lugar donde ocurrió el accidente. A Carromero lo defenderán dos abogadas cubanas que al parecer ya han viajado a la zona para analizar el lugar donde ocurrió. Sus primeros comentarios oficiosos no son muy optimistas, apuestan por reducir la pena a unos 5 años de prisión.

Carromero ha pedido que no se manipule políticamente su caso y que se dediquen a buscar la forma de sacarlo de Cuba. El Gobierno español parece haberlo escuchado y mantiene un perfil bajo de cara a encontrar una solución rápida. Sin embargo, necesitarán ofrecer algo más que moderación para convencer al Gobierno cubano de que se salte la ley o haga una excepción.

La situación es muy compleja porque el líder de las juventudes del PP es responsable de la muerte de dos personas por conducir demasiado rápido, algo que al parecer era bastante común en él. Según la Dirección General de Tráfico española, Carromero ha acumulado un total de 36 multas desde 2011, tres de ellas por exceso de velocidad. Justamente por eso la Comunidad de Madrid le retiró el permiso de conducir.

En Cuba cualquier chofer que sea culpable de un accidente de tráfico con víctimas mortales cumple prisión, de uno a 10 años, según la gravedad de los hechos. En el caso de Carromero la fiscalía pide 7 teniendo en cuenta el exceso de velocidad, su historial de multas y que estaba conduciendo sin permiso legal para hacerlo.

En un principio los blogueros disidentes hablaron de que un automóvil los sacó de la carretera con el fin de un asesinarlos pero el propio Carromero negó que otro coche les golpeara. En un vídeo asegura que perdió el control del vehículo y que no recuerda a qué velocidad iba. Curiosamente tampoco recuerda nada el sueco que lo acompañaba, Aron Modig.

El juicio podría empezar el próximo 31 de agosto en Bayamo

Modig, que en idioma sueco quiere decir “valiente”, cortó la conferencia de prensa de La Habana en cuanto las preguntas fueron un poco difíciles y, una semana después, suspendió otro encuentro con periodistas en Estocolmo. Su primera carta a la familia de Payá llega un mes después. En ella les asegura que le “duele profundamente que mi visita tuviera un final tan trágico', pero tampoco puede aportar más elementos al asunto porque solo tiene “recuerdos fragmentados” del accidente.

Carromero y Modig estaban en la isla para potenciar los movimientos opositores asesorándolos y entregándoles dinero, según confesó el sueco en la conferencia con la prensa extranjera acreditada en Cuba. Entraron como turistas, recorrieron la isla haciendo proselitismo con Osvaldo Payá, dieron asesoramiento sobre cómo formar organizaciones juveniles disidentes, entregaron más de 4000 euros, mataron a dos personas y dieron pie para que Washington acuse a Cuba de asesinato.

La diplomacia europea puede sentirse satisfecha de haber logrado que sólo se hayan presentado cargos por los homicidios involuntarios. Esa premisa sirvió para que el sueco pudiera regresar a su país sin pasar por los tribunales y para que Carromero sea acusado sólo por el accidente. En otra época hubiera pesado mucho más el factor político y podrían haber enfrentado también acusaciones por actividad enemiga contra la seguridad del Estado.

En otra época hubiera pesado mucho más el factor político en las acusaciones

Mientras Madrid mantiene un bajo perfil, EEUU insiste en politizarlo solicitando una supervisión internacional. Un editorial del Washington Post asegura que “una investigación independiente podría arrojar luz sobre si la antorcha inspiradora de Payá fue apagada por un estado vengativo”. Oficiosamente un funcionario cubano respondió con ironía que una comisión así se podría utilizar primero para investigar los secretos de la muerte del Presidente JF Kennedy, los cuales continúan oficialmente ocultos 50 años después.

También Carlos Payá, hermano del fallecido, y su viuda, Ofelia Acevedo, piden una investigación independiente del accidente. Sin embargo, a priori declaran que Ángel Carromero es inocente, con lo cual exculpan al principal sospechoso y condicionan el resultado de cualquier indagación. Al parecer, no consideran importante que el joven tuviera un historial de infracciones de tránsito ni que condujese un automóvil sin licencia.

Carromero acumula 36 multas desde 2011 y le fue retirado el carné de conducir

De todas formas, la probabilidad de que las autoridades cubanas acepten la entrada de una comisión investigadora extranjera a la isla es nula. Nunca antes lo han permitido, ni siquiera en los años 60 cuando, finalizada la Crisis de los Misiles, Washington y Moscú les exigieron que una delegación de la ONU supervisara la salida de los cohetes nucleares.

Las difíciles relaciones entre el Gobierno cubano y el español casi no dejan espacio para la negociación. Madrid tiene muy poco que ofrecer a cambio de la “indulgencia” de La Habana. El apoyo de la familia Payá y la amnesia de los dos europeos sobre los detalles del accidente es todo lo que tienen a su favor. Si pretenden sacar a Carromero rápidamente de Cuba no bastará con la habilidad negociadora del embajador Montalbán.

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