'En Sol terminó la #15mani... Y empieza algo a lo que intentan dar forma y organizar. Empezando por una acampada'. Tuit del 16 de mayo de 2011.
El 15-M acababa de nacer, a rebufo del éxito rotundo de las manifestaciones convocadas por Democracia Real Ya. Carmela Ríos (o mejor, @CarmelaRios) estaba allí. Estaba allí para contarlo. Y se dio cuenta de que algo grande estaba emergiendo.
Narró tuit a tuit la ebullición de la marea indignada. Relataba al segundo cómo mutaba Sol, cómo el movimiento cogía fuerza, cómo se discutía en las asambleas, qué se decidía, qué mensajes se colgaban en los muros visibles e invisibles de una plaza conmocionada y centro de la rebelión pacífica en todo el mundo. Carmela Ríos –nacida en Las Palmas de Gran Canaria en 1965, aunque 'ceutí de adopción'–, reportera de Cuatro y antes en CNN+ y Antena 3, supo contarlo, henchir de emoción y de periodismo vivo y directo cada mensaje de 140 caracteres lanzado desde su Blackberry. El jurado de los Premios Ortega y Gasset 2012 ha aplaudido ese trabajo 'fuera de lo habitual', ese 'modelo fantástico para las nuevas generaciones' de informadores, esa pasión por retratar lo que pasa desde el lugar en el que pasan las cosas, 'con una línea y una foto', y la ha galardonado este año en la categoría de Periodismo Digital. Mañana, 8 de mayo, recogerá el premio. Atiende a Público por teléfono desde París.
1. ¿De qué forma participaste en el movimiento? ¿Por qué te sentiste atraída?
Yo no formé parte del movimiento del 15-M, me limité a contarlo desde una narración exclusivamente periodística en Twitter. El 7 de abril acudí a echar a un vistazo a la manifestación que Juventud Sin Futuro celebró en la calle de Atocha de Madrid. Aquello fue un poco el germen de lo que vendría después: jóvenes hartos de no ver futuro, determinados por moverse y actuar. Con un teléfono móvil se podía contar en directo. Fue lo que hice. Desde entonces me enganché a la historia con la intención de contarla. Estuve tuiteando con imágenes la manifestación del 15 de mayo y desde entonces casi diariamente hasta que se levantó la acampada. Me interesan mucho los movimientos civiles de protesta. Viví en Francia diez años y tuve ocasión de observar de cerca cómo funciona la contestación civil en una democracia madura, cómo se genera esa presión al poder político en la calle y que el poder político respeta. Ese interés me llevó a seguir de cerca algo parecido, esta vez en mi propio país.
2. ¿Convenciste a alguien a participar? ¿En algún momento te sentiste movida a implicarte más?
'Mi labor no consiste en integrarme en las noticias que cubro, sino en contarlas'
Soy una periodista vocacional y además soy una vieja periodista (cof, cof). Mi labor no consiste en integrarme en las noticias que cubro, sino en contarlas de la forma más clara y honesta posbile. Eso fue lo que hice también en el 15-M, un movimiento que tenía la particularidad de que marcaba el inicio de un camino hacia una madurez democrática que yo no había percibido hasta el momento en España. Y no había ni sindicatos ni partidos de por medio. Pero en la medida en que uno se implica pierde su valor como periodista. Creo que soy más útil a la sociedad manteniendo la distancia respecto a las cosas que cubro.
3. ¿Había motivos para indignarse?
Si en un país con este nivel de desempleo, de precariedad laboral, de falta de oportunidades, de familias sin hogar, un ciudadano no encuentra motivos para indignarse es que no debe de estar vivo. Otra cosa es que piense que la forma de expresar esa indignación sea manifestarse en la calle u ocupar el kilómetro cero de las carreteras españolas para pedir a la clase política y a los sindicatos que estén a la altura de las circunstancias. La ciudadanía tiene que entender que las herramientas para que los políticos actúen no son sólo las instituciones. La opinión pública tiene un peso y una capacidad de presión hacia el poder político y económico. Hay que hacer más banal, en el buen sentido de la palabra, el instrumento de la manifestación, incluso en momentos en los que no hay crisis. Recuerdo una manifestación que cubrí en Francia en época de bonanza. Los ciudadanos protestaban por una reforma que permitía financiar con dinero público obras de acondicionamiento en la enseñanza privada. La gente lo entendió como una agresión al modelo francés, donde el concepto de educación laica y gratuita es sacrosanto. Salió cerca de un millón de personas a la calle. Ese punto de la ley fue retirado, y además fue declarado inconstitucional. Es un ejemplo claro de que en condiciones normales un país puede protestar.
4. ¿Sigue habiendo motivos?
Creo que la salud de las sociedades democráticas se miden en la fluidez de la relación entre gobernantes y gobernados. La protesta civil, las manifestaciones, es un canal de comunicación directa para el que los ciudadanos pueden encontrar siempre motivos. El modelo francés, del que yo he aprendido, me parece, en este sentido, muy revelador.
'Si en un país así un ciudadano no halla motivos para indignarse es que no debe de estar vivo'
5. ¿Qué momento recuerdas como más especial?
Hubo muchos. Resultaron especialmente intensas las concentraciones multitudinarias de los primeros días. Algunos medios insistían en hablar de aquello como una reunión de antisistema mientras veíamos bajar a Sol familias enteras, o grupo de señoras mayores que venían de la peluquería 'lavadas y marcadas'. Recuerdo el grito mudo que abrió la jornada de reflexión. Se percibía el sentimiento de unidad, de pertenencia a la misma comunidad, a un país, a la lucha por una idea.
6. ¿Y algo que no te gustó o que cambiarías del movimiento?
No comprendí cómo algunos miembros de un movimiento como el 15-M agredieron verbalmente a algunos compañeros de la prensa que están trabajando en Sol, y vi compañeros que lo pasaron mal. Puedo comprender que cada uno tenga medios más apreciados que otros, pero los que trabajan en el terreno no son los dueños de esos medios, sino periodistas (a veces con contratos precarios) que intentan hacer bien su trabajo. Agredirles a ellos es, sencillamente, injusto, y muy ajeno al espíritu democrático del movimiento.
7. ¿Qué crees que aportaste tú al movimiento o crees que puedes aportar?
Mi función no es aportar nada al 15-M, sino aportar a quien quiera seguir un trabajo periodístico serio. Contar las cosas como sucedieron, sin florituras ni enamoramientos. Ofrecer una crónica objetiva y en directo. Los medios tradicionales tenían dificultades para seguir lo que pasaba: entre un informativo y otro de televisión, por ejemplo, podían haber pasado muchas cosas. Twitter era el soporte perfecto para relatar un movimiento tan rápido. La suerte fue que Twitter existiera. Yo hice lo que mejor sé hacer: periodismo.
8. ¿Qué crees que el 15-M ha conseguido cambiar?
'En la independencia del 15-M de partidos y sindicatos radica su fuerza'
El 15-M tuvo la virtud de abrir un movimiento civil al margen de partidos y sindicatos. En esa independencia radica su fuerza. También cambió la convicción de que los jóvenes sólo se divierten con litrona y botellón. Son gente más formada y concernida por la realidad. También demostró que la ciudadanía puede despertar en cualquier momento. Nos ha hecho mejores demócratas.
9. ¿Sigue teniendo la misma fuerza?
El movimiento mutó en junio, pero el trabajo en las asambleas de barrio está resultando muy interesante. Son lugares donde se debate, y esto de por sí, ya es una gran contribución. Pero vamos a tener que esperar al próximo sábado, 12 de mayo, para ver si tiene cuerpo el movimiento.
10. ¿Hasta dónde crees que puede llegar el 15-M, hasta dónde conseguirá o no cambiar la situación?
Es difícil adivinar. Todo sucede a gran velocidad. Todo dependerá del grado de apoyo social que encuentren sus iniciativas.
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Comentarios
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