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"Soraya, hija, aligera"

 Villar de Cañas albergará el próximo almacén de residuos nucleares

 

JAVIER SALAS

La vicepresidenta enumera las duras medidas del Gobierno, pero los vecinos de Villar de Cañas congregados en el único bar del pueblo, La Mezquita, escuchan la retahíla de recortes y tasas como si fuera el zumbido de los niños de San Ildefonso cantando pedreas. 'Soraya, hija, aligera que eso no interesa a nadie'. 15 minutos tardó Sáenz de Santamaría en descubrir el Gordo, su Gordo. Como resumiría más tarde el vitoreado alcalde de este mermado pueblo conquense, José María Sáiz: 'Nos ha tocado la lotería, sí, pero 60 años seguidos', las seis décadas que sobre el papel estará en funcionamiento el futuro almacén nuclear, el primero que se construirá en España.

Anteayer, Sáiz no sabía nada. 'Te lo digo yo, que hablé con él por la noche', asegura su paisano Segundo Rubio. Al regidor, héroe para las 450 almas del pueblo y miles de la comarca de La Mancha de Cuenca, las llamadas de los periodistas le sorprendieron de viaje a Tarancón, en pleno reparto de aperos de labranza. Porque él, como la mayoría de los lugareños, vive del campo. Y como la mayoría de los pueblos que viven de la tierra manchega, está perdiendo gente. 'Hablan de que traemos un cementerio nuclear. El cementerio ya estaba aquí, porque el cementerio es lo único que funciona; cada vez más difuntos y con un bebé naciendo cada dos años', comenta afligido. La sensación de que el almacén era el clavo ardiendo al que agarrarse para frenar la muerte de una localidad que en dos décadas ha dividido entre cuatro el número de habitantes. El 'estómago encogido' de ver farolas que sólo iluminan calles vacías. Una angustia que empujó a Sáiz a dar un paso al frente, e incluso osó darle un disgusto a la jefa de su partido, María Dolores de Cospedal, cuando ella se oponía en público a que el almacén temporal centralizado (ATC) se ubicara en Castilla-La Mancha. 'Es mi obligación, lo que me corresponde como alcalde; no se me ocurre otra manera de salvar al pueblo', simplifica.

'Nos ha tocado la lotería 60 años seguidos', festeja el regidor

Al llegar a La Mezquita lleno de periodistas a pesar de que allí las servilletas de papel anuncian 'ambiente selecto', los vecinos le reconocen como el salvador de la región, el hombre que compró el billete premiado. 'Esto sí que es un alcalde', vitorea alguno, mientras otros le abrazan. Ni una gota de cava, pero los botellines de Mahou se destapan sin freno. La vicepresidenta sigue con sus medidas económicas, pero allí todo el mundo sabe el número que van a cantar los niños del Consejo de Ministros. Lluvia de millones, 300 puestos de trabajo directos, casas vacías recién construidas que volverán a habitarse. Quizá otro bar que rivalice con los precios de La Mezquita.

Ayer, a pesar del ruido generado antes y ahora por la elección del emplazamiento del ATC, nadie había llamado a José María Sáiz. Ni del Gobierno, ni del PP manchego. Tampoco Cospedal: 'Espero que me llame. Y que me dé la enhorabuena, claro. Al menos, espero que alguien nos llame, aunque sea un consejero', decía justo tras confirmarse la noticia. A última hora de la tarde, las únicas llamadas que había recibido eran las de los medios, con los que despachaba campechano todos los recelos que provoca la cosa atómica: 'Esto lo han aprobado por unanimidad los diputados del Congreso, ¿quieren ellos algo malo para los pueblos de España?', pregunta. Y añade: 'Los ecologistas no tendrían que estar tan en contra. Que no es tan malo, mecachis en la mar... Todo tiene peligro en esta vida, pero a mí nadie me ha dicho que esto lo tenga'. No pensaba lo mismo el 'señor de Cuenca' que apenas media hora después de anunciarse la medida llamó al Ayuntamiento para espetarle a la secretaria, Carmen Barco, que ella, su alcalde y sus convecinos son 'unos subnormalitos'.

Nadie de su partido, el PP, llamó al alcalde para felicitarle

Allí, donde pocos sabrían escribir el nombre de una central nuclear japonesa, nadie le ve pegas al asunto. En el pueblo de al lado, Villarejo de las Fuentes, donde en su día se montó una plataforma contra el ATC, se recibe al extraño con un 'si vienes oponiéndote al almacén, ya te estás marchando', entre bromas y verdades. Y entre burlas y confesiones, los lugareños aseguran en el Adolfo's que han festejado el Gordo de los vecinos como propio porque 'salva el futuro de la comarca'. Y que 'hasta los socialistas' están encantados. Y que el propio Adolfo va a pedir trabajo en el ATC porque está harto de trabajar 17 horas al día, según cuenta Raquel, su mujer, mientras despacha cortados.

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