Pepe se salió del grupo, cogió un clavel rojo y se lo dio a la vendedora de fruta del puesto 11 del mercado de La Candelaria, en el barrio de Los Pajaritos, en Sevilla. Le salió del corazón, cuando las cámaras y los micrófonos andaban ya por otros derroteros. 'Es muy amable y se lo agradezco, pero, ¿qué forma es esa de convencer a nadie? A mí no me convencen con un clavel, yo quiero que me escuchen. A mí, que soy frutera, y al pescadero y a todos los que estamos aquí. ¿Que luego no se puede solucionar lo que pido? Pues bueno. Pero que me escuchen, y no a cuatro días de las elecciones', contó después a Público Soledad Pachón, de 48 años, que lleva más de 20 en la frutería con su marido, Antonio Morejón, de 52. Ellos también están indignados, aunque sean mayores y no protesten en las setas. Y sus votos, dicen, están en el aire.
Pepe, como quiere que lo llamen, era José Antonio Griñán, el presidente de la Junta de Andalucía. Ayer acompañó al candidato del PSOE a la alcaldía de Sevilla, Juan Espadas, a un nuevo barrio socialista en busca del puñado de votos que impediría por segunda vez al candidato del PP, Juan Ignacio Zoido, quedarse con la capital. 'No hemos querido sacar la campaña de los barrios', dijo Griñán a los periodistas. Y menos aún después de las últimas encuestas, que colorean el mapa de azul. Azul oscuro casi negro en la escala cromática del PSOE.
Carme Chacón en Alcosa, José Bono en la Macarena, Zapatero en Miraflores o la exministra Bibiana Aído, ayer, en Cerro-Amate. Todos han pedido el voto en barrios donde el PSOE sabe que puede despertar, o al menos desvelar, a su electorado sin morir en el intento. Queda aún Felipe González, que mañana echará el telón también en Cerro-Amate. El tirón del expresidente supondrá un alivio a las contracturas socialistas en la jornada de reflexión de una campaña a la que le han sobrado días. En 2007, el PSOE obtuvo 84.366 votos en sus cinco feudos Norte, Macarena, San Pablo-Santa Justa, Cerro-Amate y Este-Alcosa-Torreblanca, 37.597 más de los alcanzados por el PP. Más sangre socialista, imposible. Pero más desencanto en casa donde la abstención fue superior al 40%, imposible también.
'Hoy ha pasado por aquí el camión de la limpieza y, Chari, eso le he dicho al conductor, que ya hasta dentro de cuatro años; que los políticos vienen ahora y se acabó, mira cómo están las fachadas', le contaba Ángeles Fernández, 53 años, a su vecina en la puerta de una pequeña tienda en el cruce de la calle Tórtola con Gaviotas. Las fachadas, con la ropa colgando de las ventanas, están resquebrajadas y llenas de desconchones. Zoido, en un cartel, vigilaba desde el kiosco de enfrente la escena. Acababan de pasar un autobús y un microbús del PSOE, pero ni Ángeles ni Chari se habían enterado de que Griñán y Espadas habían estado pidiendo el voto cien metros más allá. Y no fueron las únicas.
González, que echa mañana el telón, es el último cartucho de los socialistas
Los escasos vecinos, la mayoría mujeres mayores, que se acercaron al mercado se encontraron por sorpresa al presidente. En el acto, que apenas duró media hora, había más periodistas y políticos que esos potenciales votantes que el PSOE anda buscando. O el desencanto es tan feroz como para apagar la luz y salir corriendo o la organización del partido, como apuntan fuentes socialistas, está errando en la movilización de sus bases en los barrios. Al peligroso cóctel se suma, además, la pérdida de casi 20.000 electores con respecto a 2007 en Sevilla. Y la desmoralización causada por lo que nunca había sucedido: pitadas y protestas hasta en los mítines.
La barriada estaba triste, como el día, que amaneció lluvioso y obligó al PSOE a cambiar de ubicación su paseo. Josefa Redondo, 40 años, se quejaba del fraude en Mercasevilla. Su marido lleva trabajando 20 años allí descargando pescado. 'Pepe, que hay que arreglar lo de Mercasevilla', le soltó a Griñán. 'Somos los primeros en querer arreglarlo', le respondió el presidente.
María Luisa, de apellido ilustre, aunque no quiere decirlo, llegó tarde a comprar y, aunque pudo intercambiar unas palabras con Espadas, no escuchó sus propuestas, encaminadas a rehabilitar el barrio y a agilizar las prestaciones de la Ley de Dependencia. 'No sé a quién votaré, pero a quien no voto seguro es a Zoido', señaló. Con 75 años muy bien llevados, dice que ha estado 'veintitantos' limpiando en una casa de la Plaza de Cuba, en Los Remedios, feudo del PP. Las diferencias son abismales. Un café en el barrio del exjefe de María Luisa cuesta casi lo mismo en algunos bares más que el café con media tostada en el mercado que ayer visitó el PSOE: 1,30 euros. 'Yo se lo decía al señor, a la derecha ni agua', zanja.
Como Francisca Miranda, de 32 años, también de Los Pajaritos: 'Yo, con el PSOE siempre'. Tiene tres hijos pequeños y su marido, mensajero, está al borde del paro. A sus fieles se agarra el PSOE, aunque no son suficientes. Sobra tiempo aún para regalar claveles. Pero apenas quedan días para escuchar a los ciudadanos.
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