Público
Público

"Mi madre no se atrevía a votar sola"

Albina Francitorra participó en los primeros comicios abiertos a las mujeres // El sufragio universal cumple 80 años

ANNA FLOTATS

Se sacó el carnet de conducir a los 64 años. Empezó la carrera de Filología Catalana cumplida la setentena y hasta los 80 no dejó de enseñar catalán en su casa. Cuenta Albina Francitorra Aleñà que todo lo ha hecho de mayor. Criar a sus siete hijos le ocupó todas las horas del día durante años, pero hubo una cosa que no quiso posponer. Independentista y ferviente feminista, ejerció su derecho al voto en las primeras elecciones abiertas a las mujeres, tras la aprobación del sufragio femenino el 8 de octubre de 1931.

Fue el 14 de enero de 1934 en Barcelona, un año después que en el resto de España, donde los comicios municipales se celebraron el 19 de noviembre de 1933. Albina aún recuerda el debate en el Congreso de los Diputados entre Clara Campoamor (Partido Radical) y Victoria Kent (PSOE), quien pedía el aplazamiento del voto femenino.

Esta mujer aún recuerda el debate entre Campoamor y Kent

'Yo sentía que por fin podría expresar mis ideas y mis sentimientos y no quería esperar. En esa época, las mujeres teníamos que luchar por Catalunya y demostrar nuestra forma de pensar', recuerda Albina, cigarrillo en mano a sus 99 años, lúcida y presumida, a quien sólo la sordera le impide, a veces, enterarse de lo que sucede a su alrededor. Además de un objetivo vital que aún no cree logrado, la lucha por los derechos de las mujeres también fue la esencia de los artículos que Albina escribió en el semanario independentista Nosaltres sols! durante la Segunda República. 'No sólo necesitamos la ayuda de las mujeres literatas e intelectuales. (...) Igualmente pueden trabajar para nuestra tierra la médica que la modista, la dama rica que su camarera, la joven que la vieja, la soltera que la casada', reza uno de sus textos, de junio de 1931.

Albina también utilizaba sus artículos para remover las conciencias de las mujeres que, atrapadas por las moralidades de la época como ella, creían erróneamente que 'por ser mejores esposas' no podían tener ningún ideal que no fuera 'impuesto por el marido'. 'Y por este motivo crean su alma vacía, porque no saben qué opinará el hombre que las escoja y van al matrimonio sin haber sentido amor por la patria, sin haberse sacrificado por ella ni un solo momento de su existencia'.

Albina votó a la izquierda independentista. Su marido, a la derecha

Albina, aunque también se casó joven, representaba la antítesis de esas mujeres supeditadas a sus cónyuges. Ese 1934, votó a Estat Català, en las antípodas de la conservadora Lliga Catalana, el partido que apoyó su esposo, el escritor y abogado Tomàs Roig Llop. Precisamente ese año, por primera vez en España las urnas dieron la victoria a una mujer. Nativitat Yarza se convirtió en alcaldesa de Bellprat (Barcelona) y en la primera mujer que fue elegida democráticamente en todo el país. Curiosamente, las primeras mujeres que ejercieron el voto femenino en España, antes de que la igualdad de sexos llegara a las urnas, también fueron catalanas. El 16 de abril de 1933, las vecinas de Canet de Mar (Barcelona) participaron en la consulta popular que decidió dónde se construiría la plaza Mercat.

Un año después, en Barcelona capital, Albina fue al colegio electoral con su madre porque a esta le daba miedo ir sola. 'Era como si estuviera cometiendo un adulterio', recuerda riendo. Albina, cuya última votación fue un 'sí' en la consulta independentista celebrada recientemente en Barcelona, cuenta con una mezcla de comprensión y resentimiento que su madre no la dejó estudiar Comercio, como hubiera querido.

A regañadientes, tuvo que dedicar parte de su adolescencia a la música. Su madre se empeñó en que aprendiera a tocar el piano, por 'si algún día' se tenía que 'ganar la vida', explica Albina. 'Para mí era terrible porque no tenía nada de oído', recuerda. Aun así, fue buena hija, se comportó como una 'señorita' y obedeció. 'Pero cuando murió mi madre lo primero que hice fue vender el piano'.

Albina reconoce que su madre tenía ideas feministas, 'pero un poco descarriadas', por culpa del momento que le tocó vivir.

Ella, en cambio, no permitió que ni un ápice de machismo se colara en su casa, donde los hombres siempre fueron minoría. Su marido y su hijo tenían que lidiar con la matriarca Albina y las demás hijas de la pareja.

'Todavía recuerdo cuando, sentados en la mesa, mi marido decía a las niñas que Joan Antoni [el hijo] no tenía pan. Yo no abría la boca. Mis hijas en seguida contestaban que se levantara él mismo a cogerlo', cuenta orgullosa y convencida de la importancia de educar en igualdad desde la cuna.

Por eso, y a diferencia de su madre, contagió su pasión por el estudio y la cultura a sus siete hijos, entre ellos, la escritora y periodista Montserrat Roig, y la actriz Glòria Roig, ambas fallecidas.

Ahora, rodeada de 13 nietos y 13 bisnietos, acaba de vender el piso en el que pasó toda su vida y desde hace un año vive en una residencia. Devora libros y está al tanto de todo lo referente a la política catalana. Aunque no dice a quién votará el 22 de mayo para la Alcaldía de Barcelona, suelta divertida: 'A mí Mas me gusta mucho, lo está haciendo bien'.

¿Te ha resultado interesante esta noticia?

Más noticias