'Vivo como cuando era joven, arañando de todas partes, pensando siempre en el dinero y buscando lo más barato'. Rosario González saca fuerzas de flaqueza para plantarle cara a una crisis que, además de dejar sin trabajo a millones de españoles, se ceba con las personas mayores de 65 años, las que ahora empezaban a vivir sin apuros tras años apretándose el cinturón.
Rosario tiene 71 años y vive en Madrid. Nunca ha trabajado, pero hoy, con los 700 euros mensuales que recibe de la pensión de su marido ya fallecido, tiene que hacer malabares para pagar el alquiler y mantener a su hijo, de 37 años, que todavía vive con ella. 'Es ingeniero aeronáutico, pero lleva dos años en paro. Se fue a Londres a probar suerte, pero no encontró nada', cuenta resignada Rosario. Ella y su hijo forman parte del 49% de las familias españolas en las que, según un estudio de la asociación Mensajeros de la Paz, los abuelos sacan de apuros a sus hijos y nietos.
Mensajeros de la Paz: 'Tanta responsabilidad puede sobrepasarles'
Rosario va todas las mañanas al centro de mayores del distrito de Puente de Vallecas de Madrid. Allí se encuentra con otras mujeres que, como ella, se han convertido en el puntal de sus familias. Carmen Ruiz, por ejemplo, acaba de jubilarse, pero dice que sus nietos le dan más trabajo que la tienda donde trabajaba hasta hace poco con su marido.
Carmen tiene cuatro hijos, uno de ellos en paro, y el resto vive con lo justo para poder pagar sus hipotecas. 'Mis cinco nietos vienen a comer a casa todos los días, es la única manera que tengo de ayudar a mis hijos porque la pensión de mi marido no llega a 700 euros al mes', relata Carmen. 'Si no fuera por nosotros, no comerían', añade.
Un jubilado: '¿Qué pasaría si un día ninguno llevásemos a los nietos al cole?'
Este tipo de ayuda no material es la más habitual. De hecho, representa casi la mitad de la 'solidaridad intergeneracional' que se da entre las 1.000 familias a las que Mensajeros de la Paz entrevistó a mediados de 2009. 'Para los ancianos esta ayuda no significa una carga, lo ven como algo natural', explica la directora de proyectos de esta asociación, María Antonia Camacho. Dentro de esta solidaridad no económica, la atención a los nietos es el servicio estrella. El 48% de los abuelos encuestados manifestó cuidar de sus nietos diaria o semanalmente.
Desde llevarlos y recogerlos del colegio a darles la comida y la cena todos los días, los ancianos se han vuelto imprescindibles en la vida cotidiana de sus hijos. 'En vez de disfrutar de sus nietos como sería lo lógico, se tienen que hacer responsables de ellos y asumir su cuidado durante muchas horas', señala Camacho, que advierte que tanta responsabilidad les sobrepasa.
'Nunca lo van a reconocer, pero los abuelos están haciendo esfuerzos realmente grandes y a veces se sienten saturados y angustiados por no estar a la altura', explica Camacho. Como han hecho desde que eran niños, las personas mayores adaptan su vida a lo que va viniendo. Su generación, sigue Camacho, 'está acostumbrada a superar dificultades y a arrimar el hombro sin quejarse'.
Los hijos no sienten que la ayuda sea una carga para sus padres
Luis Martín, presidente de la Unión Democrática de Pensionistas y Jubilados (UDP), la mayor organización de personas mayores de España, bromea con esta entrega incondicional propia de los ancianos: '¿Qué pasaría si un día todos los abuelos de España nos plantáramos y no lleváramos a los nietos al colegio? Paralizaríamos el país, me río de la huelga de los sindicatos'.
La agrupación que lidera Martín, que aglutina un millón y medio de asociados, lamenta que los pensionistas hayan tenido que retomar la subsistencia de sus hijos. 'Una vez más, los padres son su única tabla de salvación, pero si ellos no los ayudan, ¿quién lo hará?', se pregunta Martín, que recuerda que este nuevo sablazo en las cuentas de los ancianos llega justo cuando también han visto reducidas sus pensiones de jubilación.
En el 30% de los hogares que reciben ayuda familiar, los abuelos asumen cargas económicas de hijos y nietos, según la estadística de Mensajeros de la Paz. En la mayoría de casos, el dinero que los ancianos dan a sus hijos es 'para llegar a fin de mes' y colaborar en el 'pago de la hipoteca o préstamos'. En menor medida, la ayuda se destina a comprar comida, ropa y calzado y a pagar actividades extraescolares de los nietos.
Bernabea López y José de la Fuente, por ejemplo, pagan casi todos los meses los gastos de la comunidad del edificio donde vive su nieta. 'Y cuando vamos a verla a casa le damos 50 o 100 euros', cuenta esta pareja de 75 años. Su nieta, de 25, tiene una hija de dos, pero no trabaja, de manera que su familia sale adelante con los 1.400 euros al mes que cobra el marido y la ayuda de los abuelos.
'Los domingos vamos a su casa y les damos comida para toda la semana. No podemos ahorrar nada porque nuestro hijo mayor está en paro y a él también tenemos que ayudarlo', cuenta Bernabea, que desde que empezó la crisis, cuenta, ella y su marido han dejado de viajar.
Eso es precisamente lo que más preocupa a las asociaciones de ancianos. En España hay ocho millones y medio de personas mayores de 65 años (el 16,9% de la población) y justo ahora que 'estaban empezando a disfrutar de un bienestar que se ganaron a pulso', señala Martín, tienen que volver a apretarse el cinturón. 'Somos una generación de sufridores y luchadores. No es justo que debamos pagar las consecuencias de esta crisis, pero lo aceptamos', sentencia. Mensajeros de la Paz afirma que la mala situación económica ha provocado un aumento de la solidaridad familiar en el 79% de los hogares. En concreto, la ayuda económica directa que los abuelos ofrecen a sus hijos y nietos se ha incrementado en un 47'%. Sólo un 2,4% de los encuestados se han visto obligados a optar por el recurso extremo de volver a vivir con los abuelos por no poder pagar alquileres o hipotecas.
Si los ancianos se han convertido en 'verdaderos héroes', como afirman desde Mensajeros de la Paz, es porque la mayoría de personas mayores de 65 años consideran la familia su principal foco de interés y preocupación (67%, según el informe de la asociación), por encima incluso de su propia salud, seguridad económica o situación del país.
Es por ese motivo que los hijos y los nietos reciben la ayuda de los mayores como si fuera algo que no requiere ningún esfuerzo. 'Piensan que los padres se han sacrificado por ellos toda la vida y que es normal que ahora, que pasan apuros, hagan lo mismo', explica Camacho. De hecho, la solidaridad de los abuelos es recibida por las familias con 'tranquilidad' (43%), y 'satisfacción' (21%).
No obstante, otra parte importante de las familias preferirían que sus ancianos gastasen su tiempo y sus recursos económicos en algo que les reportase satisfacción o que mejorase su vida. Un 12% de los encuestados acepta la ayuda con resignación y a dos de cada diez les resulta 'frustrante', según el estudio, que asegura que 'la crisis ha fortalecido los vínculos entre la familia'. Aun así, sólo un 13% de los entrevistados manifestaron haber 'aprendido a valorar más a la familia'.
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