El líder del PP puso ayer sobre la mesa la posibilidad de que su partido se descuelgue del apoyo al Gobierno en la reforma de la Ley de Cajas. Hasta la fecha, y al contrario de lo que ocurre en otros campos, los conservadores han dado su apoyo a los socialistas en lo que lo que atañe al sistema financiero. Pero hasta ahora.

Mariano Rajoy aprovechó ayer la clausura de la convención del PP gallego, en Santiago de Compostela, para marcar al Gobierno las líneas rojas por las que su partido no está dispuesto a transitar.

Tras lamentar que el Gobierno socialista se dedique a reformar lo que anteriormente ya había reformado, el líder del principal partido de la oposición deslizó que pese a que en materia financiera el PP sí ha estado al lado del Ejecutivo su respaldo no es gratuito. 'Queremos que las cosas se hagan bien y estamos dispuestos a colaborar (...) pero colaborar no es sumarnos a lo que diga el Gobierno cuando creemos que es una equivocación'.

El PP pretende que el Gobierno le escuche en una serie de 'temas razonables'. Su apuesta pasa por 'sanear los balances y ayudar a aquellas entidades que hayan saneado sus balances', por que 'haya competencia', por que la reforma no sea un 'nuevo varapalo al crédito' y por oponerse 'a la nacionalización' de las entidades. No pasa por alto que lo hacía en Galicia, donde Novacaixagalicia, resultado de la fusión entre Caixanova y Caixa Galicia, lo tendría difícil para responder a los nuevos requisitos de solvencia que marcará Economía. Un escenario que teme Alberto Núñez Feijóo, el presidente de la Xunta.

'Galicia tiene una gran entidad financiera en estos momentos (...) Vamos a dar la batalla y se va a conseguir la victoria', insistió Rajoy.