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La financiación universitaria es sometida a la rentabilidad

Las autonomías buscan fórmulas para exigir a las facultades más rendimiento

D. B.

Subir el precio de las matrículas a los alumnos que repitan. Más fondos para los que mejor empleen a sus titulados. Menos presupuesto para los que registren menos patentes... El nuevo modelo para financiar a las universidades comenzó a negociarse en 2007 y encarará el próximo curso su recta final después de tres años de tormentas de ideas, que se consolidaron en un documento aprobado el pasado abril entre las comunidades autónomas, las universidades y el Ministerio de Educación.

Una comisión de expertos analizó los puntos débiles de la financiación universitaria, y la principal conclusión es la 'asignación de recursos en función de los resultados'. El documento recomienda eliminar los títulos que no tengan demanda, reducir la docencia presencial o disminuir los abandonos tempranos de la carrera. 'Todos nos creemos que la universidad es clave en el cambio de modelo productivo y en la formación de nuevos empleos y, sobre todo, que esa es su labor, además de ser un generador de cultura para el país. Por eso medir su financiación en función del rendimiento es adecuado', analiza la portavoz socialista en asuntos universitarios en el Congreso, Montse Palma.

Las universidades han hecho autocrítica al compartir la urgencia de buscar la eficiencia

El documento de buenas prácticas que las comunidades deberán aplicar en sus próximos presupuestos ha sido elaborado sin la influencia radical de la crisis económica. Sin embargo, las universidades han hecho autocrítica al compartir la urgencia de buscar la eficiencia y la eficacia de los presupuestos universitarios. Un ejemplo de ello han sido las dos convocatorias del programa Campus de la Excelencia, donde la mayoría de las 77 universidades españolas han competido en la búsqueda de financiación pública.

'Hay que tener en cuenta que, pese a que tenemos buenos resultados de titulados con un 40% de universitarios de entre 25 y 40 años, en el aspecto de la evaluación del rendimiento somos auténticos novatos', detalla Palma. La labor de medición de la contribución de la universidad a la mejora de su entorno social recaerá en la ANECA (Agencia Nacional de Evaluación de Calidad y Acreditación), que medirá si un campus genera buenos trabajadores, innovación o ciencia en su comunidad.

¿Cómo se conoce la inserción laboral de cada universidad?
Las universidades han establecido en el último lustro encuestas a sus ex alumnos en las que preguntan cuánto tardaron en encontrar su primer empleo y si trabajan en algo relacionado con lo que estudiaron. De media, un 20% de los que tienen empleo lo hace en ámbitos ajenos a sus estudios.

¿Pueden las comunidades pagar menos a las universidades con peores resultados?
El último estudio de la nueva financiación universitaria comenzó hace tres años entre universidades, comunidades autónomas y expertos, coordinados por el Ministerio de Educación. La principal conclusión es que los presupuestos deben ajustarse a la eficacia social de las facultades. El documento consensuado aconseja amoldar los presupuestos al rendimiento.

¿Es una universidad más rentable si aprueba más?
La medición del rendimiento universitario no es sólo académica. Los expertos reclaman que se mida el número de patentes conseguidas, la inserción laboral o el abandono de sus alumnos.

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