Cuando los protagonistas del mundo de la cultura se posicionan con respecto a algo, no son distintos a otros ciudadanos'. El actor Juan Diego Botto resta importancia con estas palabras al papel de cineastas, músicos o escritores como creadores de opinión. Pero las posiciones de estos ciudadanos sobre los disidentes en Cuba o el acoso al juez Baltasar Garzón en el Tribunal Supremo han vuelto a colocarlos estos días en primera línea, tal y como ocurrió hace siete años con el No a la guerra.
Y es que en las últimas semanas ha vuelto a aflorar el movimiento de los abajofirmantes. Han aparecido nuevos manifiestos a los que se han adherido los personajes de la élite cultural española y se han producido declaraciones explosivas que han puesto al mundo del arte y la cultura en el ojo del huracán.
El cantante Miguel Bosé, que tras la censura por parte del PP de una exposición con fotografías del caso Gürtel comparó la situación en Cuba con la que se vive en la Comunitat Valenciana, o el actor Willy Toledo, que criticó a la disidencia cubana, han pasado de la noche a la mañana de ocupar las páginas de espectáculos de los diarios a protagonizar la actualidad política. 'Nos posicionamos como ciudadanos, ante todo, porque es nuestro derecho y nuestro deber', explica el propio Toledo. El actor no obvia que su condición de personaje público hace que sus tomas de posición tengan más relevancia. 'En mi caso supone una mayor responsabilidad con muchísima gente que piensa como yo y que jamás tendrá un altavoz como el que tengo', se defiende.
Al analista político Fermín Bouza, esta implicación activa de los personajes de la cultura le parece 'fantástica', porque 'el principio de que la ciudadanía puede opinar y participar es positivo, y los actores o escritores no tienen las cortapisas que pueden tener jueces o militares para expresar sus ideas'.
Esa implicación debería ser todavía mayor, a juicio de Rosa Regàs, escritora y firmante de numerosos manifiestos, los más recientes en contra del acoso contra Garzón y a favor de una nueva legislación en materia de memoria histórica. Regàs sostiene que la cultura española es 'menos activa de lo que debería'. La autora de La canción de Dorotea considera, además, que ciertos actores, escritores y músicos únicamente salen a la calle 'cuando una situación desborda los límites de lo comprensible y de lo razonable'.
Tanto Regàs como Botto coinciden con Toledo al presentar la movilización 'no sólo como un derecho sino como un deber'.
Actores y escritores se reafirman en su papel de creadores de opinión
'La democracia no es algo que nos exija únicamente dar nuestra opinión una vez cada cuatro años. También es necesario participar, y está bien que nos unamos para lograr cambiar algo que no nos parece razonable. Puede ser a favor del No a la guerra, criticando la persecución a Garzón o manifestándonos en contra de las empresas eléctricas a raíz del apagón de Catalunya', apunta la escritora.
Isabel Coixet, directora de cine, no duda en mostrar su oposición 'a la persecución indecente que está sufriendo el juez Garzón'. Ella sugiere que 'lo absurdo sería que la gente de la cultura se callase lo que piensa'. Para la cineasta, lo importante, ante todo, es la sinceridad y la libertad de expresión y opinión. 'No soy de unirme a manifiestos pero si me preguntan por algo no dudo nunca en decir lo que opino', indica.
El problema de que los artistas se decanten abiertamente por una u otra movilización es, en opinión de Juan Diego Botto, 'que se encaren' ese tipo de posicionamientos 'como si fueran exclusivos del mundo de la cultura'. 'El No a la guerra, en 2003, lo quería el 90% de la población, o así lo reflejaban las encuestas. Pero sólo se recuerda la movilización de los actores, porque es cierto que tenemos una mayor relevancia pública', asegura el actor.
Hay quien, aun posicionándose políticamente , se siente fuera de lo que considera un grupo cerrado de artistas 'en consonancia con el Gobierno'. Es el caso del escritor Álvaro Pombo, que coincide con ciertos medios de la derecha al recordar a este grupo de intelectuales como 'los artistas de la zeja', aludiendo a la cam-paña que ciertos actores, músicos y escritores llevaron a cabo en 2008 a favor de la candidatura de José Luis Rodríguez Zapatero. Ese apoyo explícito al jefe del Ejecutivo no ha vuelto a repetirse.
Pero en los últimos años, Pombo sí se ha decantado por una opción política, la de UPyD. 'Es un partido pequeño y, por lo tanto, necesita del respaldo del mundo de la cultura más que los grandes', afirma. En su opinión, la implicación de los referentes culturales en la política forma parte de la historia española, si bien considera que es una 'tradición' que se ha desvirtuado en los últimos años. 'Ahora es excluyente, porque parece que si no firmas con los actores, eres de derechas'.
Sostienen que las críticas se deben 'a una falta de cultura democrática'
Las movilizaciones impulsadas por los sectores conservadores, como la oposición al matrimonio homosexual o a la Ley del aborto, no parecen haber gozado, de momento, del respaldo del mundo de la cultura o, por lo menos, ese apoyo no ha trascendido a las esferas pública y mediática.
La especialista en Imagen y Comunicación Política de la Universidad Complutense de Madrid, Belén Andueza, lo achaca a que 'el mundo cultural, el del cine y el de los medios audiovisuales, se ha caracterizado por una tendencia más liberal y de izquierdas, y tiene una capacidad de movilización mucho mayor'. El peligro, en su opinión, es que 'a la sociedad española pueda llegar a cansar que sólo exista ese sector partidario de la política progresista'.
Los que ya han mostrado su hastío son los simpatizantes del Partido Popular. Los medios afines a los conservadores han emplazado a los artistas a 'que se dediquen a lo suyo', e incluso han pedido a sus seguidores que boicoteen las obras de quienes defienden ideas contrarias a las suyas. Les llaman, 'titiriteros' como si fuera un calificativo despectivo.
'Me parece despreciable que se utilice ese término', recalca Coixet. 'En España se da una importancia exagerada a las opiniones de algunos artistas, y esto provoca que se pase a descalificar a todo un colectivo', agrega. Juan Diego Botto va más allá. 'Muchas veces se nos dice: Vosotros, que no sabéis, no juzguéis. Y en mi opinión, lo que se quiere decir con esto, es: Vosotros, que sois unos iletrados, dejad las opiniones para los que sabemos opinar. No hay mucha diferencia entre eso y pensar: ¡Cómo vamos a dejar que voten los iletrados! Es la misma posición que la del autoritarismo', advierte el actor.
Rosa Regàs cree que lareacción de la derecha se debe a que 'no tenemos una cultura democrática'. 'Llevamos toda nuestra historia con dictaduras y no podemos actuar como otros países en los que la democracia está instaurada desde hace cientos de años, como Francia o Reino Unido. No hay más que presenciar una sesión en el Parlamento', lamenta.
La derecha califica de 'titiriteros' a los artistas de izquierda comprometidos
En ese contexto, la escritora considera 'natural' que la derecha 'se posicione en contra de aquellas cosas que le impiden ganar votos, porque sus dirigentes piensan que la democracia consiste únicamente en eso, en ganar votos'.
Asimismo, Willy Toledo no cree que esa falta de cultura democrática se deba achacar sólo a la derecha. 'Ha quedado demostrado que cuando nos manifestamos contra la guerra de Irak, al PSOE le interesó muy mucho que estuviéramos allí. Ahora que nos movilizamos contra la guerra de Afganistán, a favor del pueblo saharaui, o marchamos en contra de la brutalidad policial, parece que ya no interesamos'.
Los que considera 'ataques' contra sus posicionamientos ya no llegan únicamente de 'la Cope, Intereconomía o El Mundo'. A raíz del 'incómodo' comentario de Toledo sobre la disidencia cubana afirmó que Orlando Zapata, fallecido en una cárcel cubana tras una huelga de hambre voluntaria, era un 'delincuente común' afirma que recibe críticas de 'medios más progresistas, como El País o Público'.
A. Gutiérrez-Rubí. Experto en Comunicación Política
¿Considera positiva la proliferación de manifiestos políticos?
La firma de manifiestos forma parte de lo que es la cultura democrática. Es un elemento muy positivo porque compromete a las personas. Cuando se hace a través de listas y manifiestos es doblemente positivo porque esos compromisos se convierten en colectivos. Por lo tanto, yo digo que ¡Larga vida al manifiesto! Además, se adaptan bien a la nueva sociedad, porque, por ejemplo, los grupos de Facebook no dejan de ser listas digitales.
¿No puede ocurrir que se acabe por identificar las causas a las caras conocidas de quienes las apoyan?
Los primeros nombres, los más públicos, actúan como validadores del contenido y como efecto de atracción para otras personas. Lo que sucede a veces es que el anonimato del resto desdibuja muchísimo el carácter colectivo de la lista y deja muy en evidencia estos primeros nombres. Lo que actúa como elemento de validación social, acaba teniendo un aspecto reduccionista o simplificador. Esas listas acaban alineando y haciendo más rígidas determinadas posiciones políticas. La lista acaba siendo importante, si hay gente importante.
¿Por qué no se pronuncian los artistas de la derecha?
Hay una parte de personas vinculadas al mundo de la cultura y del arte con posiciones ideológicas más conservadoras que consideran que sus ideas les comprometen y, por lo tanto, son más reservadas. Dejan sus opiniones públicas y políticas a la esfera más personal, porque entienden que estos elementos ideológicos forman parte de su esfera privada y no deben estar en la valoración social de su arte.
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