'Un niño de dos años llamaba a su madre ‘puta' porque creía que se llamaba así. Su padre lo hacía'. Esta frase no ha sido extraída del guión de una película. No es ciencia ficción. Se trata de uno de los testimonios que recoge el informe Atención de los niños y niñas víctimas de la violencia de género. Esta investigación no trata la violencia física que pueden ejercer los padres sobre sus hijos. Habla de las víctimas invisibles que se esconden tras la violencia de género. Los que permanecen en la sombra cuando un padre pega a su mujer. Los niños.
'Hay un problema a la hora de entender lo que es violencia. ¿Qué me convierte a mí en víctima? ¿Que me peguen? A mí me convierte en víctima de violencia vivir en el terror. Vivo en el terror si soy mujer, pero también si soy el niño, la niña o el anciano que está viviendo en un entorno de miedo'.
La que pronuncia estas palabras es Pepa Horno. Licenciada en psicología, ha trabajado en el estudio contra este tipo de violencia y actualmente es la responsable del Departamento de Promoción y Protección de los Derechos de la Infancia de Save The Children, una de las organizaciones que con más ahínco ha denunciado esta situación. Horno pone sobre la mesa la necesidad de prestar más atención a los niños, ya que éstos no tienen voz en la sociedad. No pueden manifestarse, ni pedir un hueco en los medios de comunicación.
La ley contra la violencia de género, que lleva en vigor desde el año 2004, se aprobó con la intención de buscar respuesta al goteo incesante de víctimas. La valoración desde las instituciones y expertos es que la norma ha supuesto un avance, pero todavía existen frentes abiertos. Por ejemplo, en su preámbulo se recogen las consecuencias que tiene la violencia de género sobre los pequeños pero no se contemplan las medidas necesarias para paliar su impacto.
'¿Qué me convierte a mí en víctima? ¿Que me peguen? A mí me convierte en víctima de violencia vivir en el terror'
Todas las asociaciones y ONG que inciden en la indefensión de los menores consideran que 'todo lo que se ha hecho en violencia de género para nosotros es un modelo de lo que se puede hacer cuando hay voluntad política de hacerlo'.
El problema, explica Horno, es que los niños que sufren la violencia de género están desatendidos por el sistema. No existe cajón para su problema. 'En vez de tener una visión desde el niño se tiene una visión desde los que nos atienden: Si son los padres lo que han pegado al niño, entonces va al sistema de protección al menor. Si es el padre el que le pega a la madre delante del niño, va al sistema de protección de la mujer. Si le ha pegado un señor por la calle, como ya están los padres, no va a ninguno de los sistemas de protección porque no tienen derecho. Lo que no se hace es poner al niño en el centro del diseño de los recursos', explica la responsable de Save The Children.
Uno de los aspectos más flagrantes que se desprenden del informe de la ONG tiene que ver con el sistema de protección, que conciben al hijo como un ‘pack' pegado a la madre con la convicción de que atendiendo a su madres protegemos también a sus hijos. 'El sistema entiende que la madre puede protegerlo y no es verdad, porque la madre está en una situación de desestructuración como víctima de violencia que ha sido. Además, no es lo mismo atender a un niño que atender a una mujer', explica Horno.
El problema nace desde la raíz del concepto: 'Hay que romper esa historia de que son víctimas indirectas. Eso implica muchas cosas, porque si yo entiendo que son víctimas de violencia, hay dos víctimas y dos delitos, continúa Horno. Si se concibe al niño como víctima 'habrá que evaluarle y no dejarle en la sala de espera que es lo que se está haciendo'.
Desde que Save The Children publicó el informe 'han cambiado cosas', reconoce Horno. Algunos planes de actuación aprobados por comunidades autónomas tras la investigación contemplan a los niños como víctimas y han incluido recursos, como el plan gallego o el catalán. Otro de los aspectos en los que 'se ha tomado nota' es el de permitir que los niños estén siempre con sus madres en los centro de acogida. 'Cuando comenzamos la investigación nos encontramos con que en algunos centros no aceptaban a los varones porque eran niños con comportamientos sexistas. En vez de plantearlo como parte de la intervención, se les dejaba fuera', denuncia Horno.
Pero no es suficiente. 'Para empezar, lo que debería hacer el sistema es contabilizar cuántos niños sufren la violencia', agrega, ya que actualmente se rellenan una serie de formularios que se pierden por el camino.
'Lo que debería hacer el sistema es contabilizar cuántos niños sufren la violencia'
Uno de los aspectos más polémicos de la investigación fue el relativo a los centros de acogida y el régimen de visitas. 'Cuando se dicta una orden de alejamiento del padre es sacar a la madre y a los niños de casa y llevarlos a un centro de acogida. Estas medidas pueden suponer que la mujer y los niños salgan de casa y se queden sin nada en el centro de acogida esperando que las medidas cautelares se confirmen'. El sistema establece 48 horas para tomarlas y según denuncian desde Save The Children, se realizan sin tener en cuenta las necesidades de los niños.
Por último, otro aspecto delicado es el del régimen de visita. Para Horno es muy 'perversa', y reflexiona: 'Ser un buen padre es proteger a tus hijos, hacerles sentir seguros, cuidados. Si estás oyendo las palizas de tu madre desde tu cuarto o estás oyendo insultar y humillar a tu madre pues no es ser buen padre'. El problema es que nadie pregunta al menor. 'No hay que tomar decisiones por ellos que les van a cambiar la vida de una manera radical, sin preguntarles o informarles'.
Para la ONG, solucionar el problema no implica una 'gran inversión'. Es un cambio de mentalidad y de 'una priorización política'. 'Y es tan fácil como decidir hacerlo. Porque es lo flagrante del tema'.
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