La petición de extradición formulada ayer por la Fiscalía está muy relacionada con los testimonios que Jesús Tello, de 85 años, y Ramiro Santiesteban, de 87, aportaron el pasado 30 de marzo a la Audiencia Nacional. Ayer, por vía telefónica desde sus casas en París, se enteraron gracias a Público del auto judicial. Ambos exiliados españoles del campo de exterminio de Mauthausen (Austria) mostraron su satisfacción por haber contribuido a dar un paso en favor de la justicia universal.
¿Qué recuerdan de su paso por Mauthausen?
Ramiro Santiesteban: Aquello fue creado para matar. Lo normal era salir por la chimenea del crematorio. Estuve nada menos que cinco años encerrado allí.
Jesús Tello: Llegamos en 1940 a Gusen, un campo a cinco kilómetros de Mauthausen. Allí formaron grupos de trabajo con los jóvenes. Terminabas de picar piedra en la cantera a las 12 de la noche y a las 4 de la mañana ya estabas de pie.
¿Cómo eran las prácticas genocidas nazis?
JT: Tenían libertad total para matar. Hay 50.000 maneras de matar a un hombre. Recuerdo que a los que se quedaban sin fuerzas y no podían ir a la cantera los ahogaban en unos bidones de 200 litros de agua.
RS: No había condenas ni juzgados. Eran un sitio que sólo servía para morir. El jefe del barracón tenía el poder absoluto para matar.
¿Cómo trataban los oficiales de las SS a los presos?
RS: Una norma prohibía acercarse a menos de seis metros del muro. Los oficiales tiraban un gorro y te mandaban a por él para que incumplieras la norma y matarte. Cuando mataban a un preso que supuestamente había tratado de huir, les daban un día de permiso.
JT: Eran auténticos criminales. Recuerdo que bajamos del tren que nos llevó desde el campo de Francia y en la estación de Mauthausen, al borde del Danubio, vaciaron vagón por vagón a los presos. Separaron a los niños y a las mujeres y preguntaban la edad a gritos. Los oficiales de las SS llevaban un uniforme de negro que imponía miedo. Llevaban una calavera en el gorro y una hebilla en el cinturón que decía: 'Dios está con nosotros'. Eran auténticos criminales.
¿Qué tipo de trabajo les obligaban a hacer?
RS: Hacíamos todo tipo de piedras para empedrar las calles o para hacer grava. Nos hacían llevar las rocas en una mochila de madera. Muchos morían al caer por la escalera.
JT: Eran 10 o 12 horas diarias de trabajo. Lo peor eran las torturas. Te anudaban los brazos a la espalda, te subían a un taburete y te ataban a la pared. Quitaban el asiento y te dislocaban los omóplatos.
¿Pudieron reconocer a los oficiales de las SS que la Audiencia Nacional pretende juzgar?
RS: No nos enseñaron fotos de ellos. Sólo pudimos reconocer fotografías del campo, de la carretera y de la cantera. Han pasado 70 años, posiblemente sólo podría reconocer a los oficiales que vigilaban mi barracón. Lo que quiero es que los traigan a España, para reconocerlos.
JT: No nos enseñaron sus caras. En el campo hacían fotos de las matanzas para enviarlas a Berlín. Creo que eran guardias y esos se encargaban de disparar a todo el que se acercaba a la alambrada.
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