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Trinidad Jiménez, la eterna ministrable

La aspirante a ministra desde 2004 finalmente da el salto al Ministerio de Sanidad y Política Social gracias al último cambio de Gobierno anunciado por Zapatero.

M. Á. M.

Los amigos de Trinidad Jiménez dicen de ella que tiene dos almas, una en Madrid, otra en Málaga, donde nació, y una vida, que es la política.

En la primavera del año 2000, la nueva ministra de Sanidad era asesora en el equipo de relaciones internacionales del PSOE. Ante la atonía que atravesaba su partido tras el advenimiento de la mayoría absoluta de Aznar, Jiménez reunió en su apartamento madrileño de Príncipe Pío al núcleo de la actual dirección socialista. Allí comenzaron a alzar a Zapatero al liderazgo y bautizaron sus ganas de cambio con el nombre de Nueva Vía.

Ese proyecto lleva hoy cinco años al frente de un Gobierno al que se incorpora ahora esta licenciada en Derecho, especialista en materia internacional, que aprendió política social de primera mano trabajando durante tres años en los barrios de Madrid.

Trinidad Jiménez fue la cara reconocible del PSOE en la capital como portavoz de la oposición municipal. Ideó una nueva forma de hacer política que huyó del atril y bajó a la acera el trinimaratón cuando aspiró a la alcaldía. Respetando los votos que la llevaron a la oposición, se mantuvo en ella sin pedir auxilio a Zapatero.

Desde entonces, ha entrado en cada quiniela de remodelación, quizá porque mantiene hilo directo con el presidente del Gobierno, que la llevó a la Secretaría de Estado para Iberoamérica en 2006 y ha optado ahora por su perfil para sustituir a Bernat Soria al frente del nuevo ministerio de Sanidad y Políticas Sociales.

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