Las tendencias de voto en Galicia, a un mes de las elecciones, varían muy poco respecto a los resultados de 2005, que conformaron el Parlamento actual y, por el margen mínimo, basaron el gobierno de coalición. Estas tendencias indican que el resultado de las elecciones del próximo 1 de marzo está abierto y todo es, por ahora, posible.
En el conjunto de Galicia los resultados de 2005 se repiten casi a la décima en las estimaciones que se obtienen de los datos del Publiscopio, cuyos trabajos de campo se realizaron la semana pasada. Únicamente varía el voto estimado del PP, que perdería un punto y unas décimas; estas pérdidas, sin embargo, no irían a mejorar el resultado global de socialistas y nacionalistas, sino a UPyD (aunque sin ninguna probabilidad de conseguir escaño). Como es obvio, estas estimaciones (y los resultados de 2005, con los que se comparan)se refieren al voto de los residentes, sin tomar en cuenta el voto de los electores en el extranjero.
La tendencia a la participación electoral parece más baja que en los comicios anteriores y es probable que la abstención, en el Censo de Residentes, se aproxime al 35% (fue del 31,9% en la convocatoria de 2005).
Esta distribución global del voto se obtiene, sin embargo, con variaciones algo mayores y de distinto signo en las circunscripciones. Los cambios más significativos se producen en Pontevedra, donde tanto socialistas como nacionalistas pierden voto, mientras el PP lo gana (dos puntos más, perdiendo tres puntos y medio la coalición). Es la única circunscripción en la que las tendencias actuales son de este signo; en todas las demás el PP pierde voto (entre dos y cinco puntos) y lo ganan PSdeG (alrededor de un punto en cada una) y BNG. En todas las circunscripciones el voto a otros partidos crece algo, por la presencia de UPyD.
Estas pequeñas diferencias en el voto producen algunos cambios en la distribución de escaños. En A Coruña los cocientes de PSdeG y PP son casi iguales y, en una estimación, no puede atribuirse el escaño a uno u otro partido. En las dos circunscripciones menores el PP perdería escaño; en Lugo, en beneficio nacionalista, y en Ourense, en beneficio socialista. Por último, en Pontevedra el cambio en las tendencias de voto permitiría al PP ganar un escaño más, que perdería el PSdeG.
Pero hay que tener en cuenta que las estimaciones sobre el porcentaje de votos al PP en cualquiera de las circunscripciones tienen aproximadamente un error de +3,3 puntos porcentuales (+3,1 en las estimaciones de votos socialistas y +2,7, en las de votos nacionalistas), con un modesto nivel de seguridad del 90%. Variaciones en el voto estimado dentro de esos márgenes de error supondrían cambios en la atribución del último escaño en las cuatro circunscripciones. Y esto sin contar que existe en este momento un contingente importante superior al 15% de electores que se declaran indecisos
Por consiguiente, si somos respetuosos con la estadística, tenemos que advertir que, con las tendencias actuales de voto, no es descartable que el Partido Popular repitiese su resultado de 2005, e incluso que llegase a obtener los 38 escaños que dan la mayoría en el Parlamento gallego, aunque para ello tendrían que correrse las intenciones de voto al extremo más favorable de los márgenes de error. En el extremo más favorable para la coalición de gobierno, la diferencia actual podría aumentar hasta tres escaños. Por supuesto, esto según las tendencias de voto actuales, a cinco semanas de las elecciones, porque la campaña electoral puede mover, en uno u otro sentido, las intenciones de participación y de voto de los electores. Y a ello hay que añadir que tras el cierre de los colegios en los que votan los residentes, todavía habrá que escrutar el voto que llegará de los electores en el extranjero (casi 125.000 votos, en 2005), que en caso de diferencias pequeñas puede decidir escaños.
La incertidumbre aumenta aún más cuando se conoce la trastienda de los resultados publicados de las encuestas de este Publiscopio y de otras encuestas que se están haciendo en Galicia. En esta encuesta y al parecer en las demás también se detecta una fuerte distorsión en la manifestación y ocultamiento de la identificación de los electores con los partidos, patente tanto en las biografías electorales declaradas de los entrevistados como en sus recuerdos y amnesias respecto a sus votos anteriores. La muy diferente incidencia de las negativas a la entrevista, los no contesta y las indecisiones y dudas declaradas, que actualmente afectan mucho más a los votantes del Partido Popular que a los de los partidos de la coalición de gobierno, desequilibran las distribuciones de simpatías e intenciones de voto y fuerzan a reequilibrios más o menos opináticos de los datos, que agravan la incertidumbre sobre el estado real de las tendencias. Las estimaciones, por tanto, deben ser tomadas con cautela y harían bien los lectores (y los partidos) en leerlas con cierto escepticismo.
Para ayudar al diagnóstico sobre la situación y al pronóstico sobre su evolución pueden tomarse como indicios adicionales las valoraciones de los candidatos y las opiniones sobre la actuación del gobierno de coalición. Tanto las valoraciones de los candidatos a la presidencia como los juicios sobre la Xunta y su comparación con el gobierno precedente del PP apuntan en sentido favorable a los partidos de la coalición, como puede comprobarse en los datos del Publiscopio.
Por otra parte, la impresión predominante en el electorado es que Pérez Touriño continuará como presidente tras estas elecciones. Todo ello induce a pensar que en conformidad con las estimaciones del Publiscopio lo más probable es una nueva victoria electoral de PSdeG y BNG, aunque sea por una diferencia sólo un poco mayor que en las elecciones precedentes. Pero, como se ha explicado arriba, el margen es demasiado pequeño como para no descartar que ese resultado más probable se invierta o se amplíe. Por eso estas próximas semanas de campaña pueden ser decisivas.
Ya sé que querrían ustedes periódico y lectores una anticipación del resultado más precisa y firme, pero la situación es incierta y los analistas no disponemos de bola de cristal para saber, con seguridad, cómo se va a resolver.
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