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"El Supremo debe llevar Ciudadanía a la normalidad"

Entrevista a Eva Almunia, secretaria de Estado de Educación y Formación. La lucha contra el elevado abandono escolar es la principal asignatura pendiente del Gobierno para la próxima legislatura

DIEGO BARCALA

'¿Tú hiciste un módulo de Formación Profesional? ¿Fuiste de Erasmus?'. La obsesión por la formación de los españoles lleva a Eva Almunia (Huesca, 1951), secretaria de Estado de Educación y Formación, a preguntar durante la entrevista por los estudios de la fotógrafa, del periodista y hasta de su propia asesora de prensa.

Es la curiosidad de quien piensa que la sociedad y la educación son vasos comunicantes. Por eso, la alta tasa de abandono escolar temprano (hasta el 30% de los jóvenes de entre 18 y 24 años), combinada con la crisis económica actual, obliga a que las reformas en la Educación Secundaria sean la principal asignatura pendiente del Gobierno en esta materia para la actual legislatura.

¿Por qué no desciende la tasa de abandono escolar desde hace una década?

Es mucho tiempo y nos preocupa. Hemos avanzado en 30 años más rápido que ningún país de Europa en equidad de acceso a la educación, y eso es motivo de orgullo. Una vez que todo el mundo está dentro, nos preocupa llegar a unos niveles mínimos. Para solucionarlo ya nos advierten los informes internacionales sobre lo que fallamos: somos un país con muy pocos graduados en el grado medio de la Formación Profesional (FP).

Los datos del paro juvenil reflejan menos desempleo en los titulados en FP. Sin embargo, el prestigio de estos estudios no mejora...

El que vale para estudiar sigue estudiando. Y el que no, va a FP. Es un tópico contra el que hay que luchar y que existe porque antes sólo se podía acceder a la Universidad desde el grado medio haciendo la Selectividad. Ahora hemos cambiado esa situación gracias, entre otras cosas, al sistema de acreditación. Un adulto puede acreditar su experiencia y, con más formación, obtiene un título. Por otro lado, hemos ampliado la oferta de titulaciones. De cara, por ejemplo, a adaptarse a la crisis económica, la FP es más flexible que el bachillerato.

Uno de los objetivos de la legislatura pasada, la Educación para la Ciudadanía, ha sido debatida por sectores católicos en la Justicia. ¿Qué espera del Tribunal Supremo (TS)[está previsto que el Alto Tribunal emita su fallo el próximo 26 de enero]?

No voy a hacer conjeturas, pero el TS tiene la oportunidad de normalizar la situación de la asignatura que, por otra parte, no ha generado quiebra.

¿Por qué la Iglesia cree a estas alturas que se puede oponer a una asignatura obligatoria?

Es el propio Consejo de Europa el que dice que hay que educar a los ciudadanos. En el siglo XXI debemos exigir a las futuras generaciones que se sepan mover por el mundo. Por eso les enseñamos idiomas, nuevas tecnologías... Pero nos quedaríamos cojos sin una buena educación en valores. Valores que son comunes a todos. No son ni de un país, ni de una religión. Y eso es educar en ciudadanía.

¿Cómo valoró la decisión de la Generalitat Valenciana de impartir la asignatura en inglés?

Si repasamos la trayectoria de la materia, vemos que en las autonomías que se ha tratado con normalidad no ha habido problemas. Si se ha dictado sentencia, los alumnos han ido a clase o no, pero con normalidad. La ocurrencia de Valencia estaba desde el primer momento llamada al fracaso más estrepitoso. Los que nos dedicamos a gestionar educación lo sabíamos. Afortunadamente, la sociedad educativa les ha obligado a cambiar de criterio y yo me alegro porque, si no, habría sido tremendo.

El Ministerio de Sanidad ha lanzado una campaña para prevenir los embarazos no deseados. ¿Van a impulsar la educación sexual?

Lo haremos más desde un punto de vista científico. Los padres y madres deben confiar en los profesores. No es un tema que vayan a tratarlo con los alumnos como si fueran colegas. Hay veces que se dice que determinados temas deben hablarse en familia, pero hablamos de profesionales. Cuando a tu hijo le duele la tripa vas al médico porque le consideras un profesional. Con un profesor ocurre lo mismo.

En cuanto se conoce la existencia de un caso de violencia escolar se duda del prestigio y de la autoridad del profesor. ¿Es una percepción real?

La autoridad no se gana con una ley o un decreto. Se gana día a día en el centro, con los alumnos. Se la quitamos al profesor desde los medios, los políticos... En realidad tienen más prestigio del que ellos creen. Al trabajar con gente joven, ellos van envejeciendo y ven a los alumnos siempre de la misma edad. Por eso creen que pierden autoridad.

El sistema educativo mantiene la fórmula de la escuela concertada que no existe en ningún servicio público. ¿Cumple esta modalidad las necesidades actuales de la escuela?

La LOE [Ley Orgánica de la Enseñanza] dice que la educación es un servicio público y gratuito que se puede ofrecer desde la escuela pública o la concertada. Y otorga a las comunidades autónomas el compromiso para que garantice la equidad y la igualdad.

Este sistema permite que la escuela concertada no absorba alumnos inmigrantes y los problemas que conlleva.

Hemos hecho un discurso desde la izquierda que ha impedido poner ciertas cosas en marcha. Un niño que necesita ayuda para el comedor, la necesita en la pública y en la concertada por igual y sin embargo, hasta hace muy poco, no permitíamos dar a la concertada becas-comedor. Hemos utilizado todos un lenguaje confundido. Existen tópicos en la educación que confunden. Es cierto que tiene menos inmigrantes, pero la concertada debe cumplir la ley y no puede elegir los alumnos.

Pero la condición económica para entrar ya elige por ellos...

Hay sitios donde no hay alumnos inmigrantes. ¿Qué hacemos? ¿Los llevamos ahí?

El Sindicato de Estudiantes va a extender las protestas contra la reforma universitaria de Bolonia a la Educación Secundaria. ¿Prevén alguna campaña de información para los alumnos?

Será una labor de los orientadores. Las críticas a Bolonia vienen de varios sectores. Muchos piensan más en el 'qué hay de lo mío' que en el alumno. El éxito de la LOE fue que se centró por primera vez en el alumno. Por tanto, en la Universidad debería ser lo mismo: el protagonista no debe ser otro que el estudiante.

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