Descartada la improbable hipótesis de que los políticos españoles pertenezcan a la estirpe del fallecido Sandro Pertini, modelo de austeridad republicana que renunció al oropel del palacio presidencial italiano para seguir en su apartamento, la puja de escándalos por gastos suntuarios públicos sube por días.
El doble discurso o la doble moral, la que permite atacar al partido rival por aquello que se justifica en el propio, ha saltado de nuevo a la palestra.
Tras Ernest Benach (ERC), presidente del Parlament de Catalunya, y el socialista Emilio Pérez Touriño, presidente de Galicia, el alcalde de Madrid, Alberto Ruiz Gallardón, del PP, emerge ahora como el más reciente candidato a convertirse en reo de lapidación verbal por 'derroche' .
El Ayuntamiento de Madrid guardó silencio mientras, en Santiago, el líder del PP gallego, Alberto Núñez Feijóo, se lanzaba hace una semana –y todavía no ha escampado– al degüello contra Touriño por gastar 480.000 euros del erario autonómico en el alquiler de un Audi A8 blindado, detalle en absoluto baladí porque el blindaje dispara el precio. Ayer, Público confirmó que el coche de Gallardón, otro Audi A8 igualmente lujoso, potente y blindado, costó aún más que el de Touriño: 591.624 euros por el arrendamiento del vehículo entre 2008 y 2012.
El acuerdo de alquiler se adoptó en la Junta de Gobierno del consistorio madrileño celebrada el pasado 17 de abril. De momento, y dado que la noticia no había trascendido, nadie ha acusado a Gallardón de predicar la austeridad mientras viaja en un automóvil cuyo precio daría para mantener a 25 familias, más en tiempos de crisis: ése ha sido el argumento cumbre del PP gallego en el caso de Touriño. ¿Dirigirá Feijóo a Gallardón algún reproche, o son de quita y pon a conveniencia las 25 familias de la metáfora alimentaria? La respuesta está por llegar.
En términos relativos, los 80.000 euros del Audi A8 –el modelo del poder por antonomasia, a tenor de los hechos– alquilado para Benach suenan a cifra modesta, por mucho que un automóvil de 30.000 euros se considere ya de gama media alta. El pecado de Benach, que vive a una hora de Barcelona, fue pedir para el Audi un televisor, un escritorio y un reposapiés. La bronca fue tal que el republicano pidió perdón y renunció a la oficina móvil.
Los extras se cifraron en 9.276 euros. Pero hubo un factor clave: el gasto había sido aprobado de modo unánime por la Mesa del Parlament, órgano en el que están representados todos los partidos catalanes salvo Ciutadans. Ese hecho no fue óbice para que PP y CiU presentaran luego el asunto del coche como un gran escándalo. Del voto unánime nunca más se supo.
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