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Interior mantiene en secreto la detención de un disidente argelino

Mohamed Samraoui, con asilo político en Alemania, había acudido a un congreso a Málaga

T. DEIROS/ O. LÓPEZ-FONSECA

Silencio absoluto. El Ministerio del Interior ha cubierto con un velo de secretismo la detención en Benalmádena (Málaga), el pasado lunes, de Mohamed Samraoui, un ex coronel argelino que lleva más de diez años denunciando la implicación del régimen de su país en la guerra sucia de los años 90, incluidas las matanzas de civiles que se atribuyeron oficialmente a grupos islamistas. Samraoui, de 54 años, fue detenido sobre las once y media de la mañana en el Hotel Alay de la localidad malagueña, donde se hospedaba desde varios días antes para asistir al congreso de la Federación Internacional de Ajedrez por Correspondencia, de la que es su presidente.

La detención, según confirmó Público en fuentes no oficiales de Interior, se produjo a petición de Interpol, el organismo policial internacional, que había recibido una órden cursada por las autoridades argelinas. Según Carlos Flores, amigo del disidente argelino y participante en el mismo congreso, varios policías abordaron discretamente al ex militar en el hotel.
Samraoui no opuso resistencia y únicamente pidió a los agentes que le permitieran entregar un regalo que llevaba para su amigo. Los agentes aceptaron. Tras su captura, fue trasladado a la comisaría de Torremolinos y, de allí, a Madrid, donde, al cierre de esta edición, permanece detenido a la espera que la Justicia reciba la solicitud de extradición de las autoridades argelinas y tome una decisión.

Número dos del espionaje

Mohamed Samraoui fue nombrado número dos de la dirección del contraespionaje militar argelino en marzo de 1990. Continuaba en el cargo en enero de 1992 cuando el Ejército dio el golpe de Estado tras el triunfo del Frente Islámico de Salvación (FIS) en las elecciones. Cinco meses más tarde abandonó el cargo y, poco después, fue destinado a la Embajada de Argelia en Alemania como responsable de seguridad militar.

En dicho puesto, Samraoui permaneció hasta febrero de 1996, cuando desertó y pidió asilo político a las autoridades germanas. Según explicó el propio ex militar, lo hizo después de que un general le ordenase el asesinato de dos islamistas argelinos que se habían refugiado en Alemania, algo a lo que se negó.

Desde entonces, Samraoui  ha denunciado la manipulación de la guerra por parte del Ejército argelino, a quien acusa de haberse infiltrado en los grupos islamistas. Denuncias que recogió en un libro, Chronique des années de sang (Crónica de los años de sangre), que publicó en 2003. Este activismo político no le ha hecho abandonar la que es su pasión: el ajedrez.
Durante años, según recalcaba ayer a este diario Carlos Flores, el ex coronel ha viajado “por medio mundo” participando en congresos ligados a esta afición. Sólo en una ocasión, en Polonia, se le negó la entrada, aunque no fue detenido.

La detención de Samraoui sitúa al Gobierno español en una posición delicada. Con la ley en la mano, un refugiado político no puede ser repatriado. Por otra parte, España quiere congraciarse con Argelia, país con el que se han enfriado las relaciones a causa del apoyo de Zapatero a las tesis marroquíes sobre el Sahara Occidental.

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