Advertencia previa: no hay guerra. No. Eso dicen los portavoces oficiales de la Comunidad de Madrid y del Ayuntamiento de la capital cada vez que Esperanza Aguirre y Alberto Ruiz-Gallardón se enzarzan, de forma más o menos abierta, por un asunto nuevo.
Esta vez es Ifema, el gran centro ferial de Madrid, la segunda macroempresa de la región –sólo le supera el aeropuerto de Barajas– que aporta el 1% del PIB de la Comunidad. La poderosa tarta está controlada por el Gobierno autonómico, la alcaldía madrileña y la Cámara de Comercio (todos ellos, con una participación del 31,2%) y por Caja Madrid (6,4%).
Para entender la reciente disputa, hace falta tirar de cronología. La tradición mandaba que el Consistorio designaba al presidente de la Junta Rectora de Ifema, y la Cámara de Comercio –tutelada por la Consejería de Economía–, al presidente ejecutivo. Mientras que la junta perfila la estrategia global del recinto ferial, el comité ejecutivo, semejante al consejo de administración de una empresa, gestiona el día a día: tiene el poder.
Hasta ahora, el jefe de la Cámara presidía Ifema. Pero en junio la situación empezó a tambalearse. Gerardo Díaz Ferrán dejó el liderazgo de la Cámara para asumir las riendas de la Confederación Estatal de Organizaciones Empresariales (CEOE) y dejó en su puesto a Salvador Santos Campano.
El nuevo presidente de la Cámara dijo no. Campano no asumiría Ifema. Y propuso a Luis Eduardo Cortés, presidente no ejecutivo de Vallehermoso y ex vicepresidente del Ejecutivo con Ruiz-Gallardón. Cortés consumió su fidelidad al alcalde en 2004: le dejó en el congreso regional de su partido y apostó por Aguirre.
“Incompatibilidad evidente”
La presidenta, en 2007, le devolvió el favor. “Su segundo, Ignacio González, se reunió con Campano para forzar al pleno de la Cámara de Comercio [formado por 60 compañías] a elegir a Cortés. Su influencia fue decisiva. Claro que ha habido intervencionismo”, relatan fuentes municipales. En la Comunidad no niegan que el Cortés esté “próximo” a Aguirre, pero entienden que la decisión recae en la Cámara.
El relevo se consumó el lunes. Cortés tomó posesión de su nuevo cargo. Y ayer el Ayuntamiento respondió: el delegado de Economía, Miguel Ángel Villanueva, anunció que el Consistorio recurrirá ante los tribunales la designación por “incompatibilidad”, tal y como había amenazado el alcalde. Porque en medio se cruza la razón oficial: Vallehermoso es la filial inmobiliaria del grupo Sacyr Vallehermoso (SyV), con quien el Ayuntamiento mantiene un litigio. La constructora se adjudicó en febrero de 2005 las obras de ampliación de Ifema por 56 millones de euros y ahora, cuando están a punto de finalizar las obras, reclama 20 millones más. La negociación con SyV al borde de la quiebra, advierten en el Ayuntamiento. “Sí, está muy mal. El anterior comité ejecutivo acordó que si no hay arreglo, iremos a los tribunales. Y eso puede pasar”.
La Cámara de Comercio, con quien Público contactó ayer, evita pronunciarse. Como Ifema. Como SyV, que no obstante avisa de que Cortés “no tiene funciones ejecutivas” en Vallehermoso. En eso insiste la Comunidad. “Es un argumento muy endeble. No toleraremos que Cortés sea juez y parte. Ésa es la clave, más que la lectura política, legítima y no desajustada”, defiende el Ayuntamiento. Guerra no habrá, pero la hostilidad Aguirre-Gallardón es manifiesta.
1. El control del metro
Los partidarios de Aguirre y de Gallardón hablaron en abril de 2004 de 'guerra total' en público. La presidenta intentó conseguir la mayoría absoluta en el Consorcio Regional de Transportes. Fracasó. Pero a cambio logró que buena parte de las competencias ejecutivas de la empresa pública pasasen a una persona de su confianza. Gallardón había amenazado con sacar a Metro y los autobuses del Consorcio.
2. Contienda por el partido
2004 también se cerró con una tirantez nunca disimulada. Gallardón intentó que su fiel Manuel Cobo presidiese el PP de Madrid. En cuanto vio que el partido cerraba filas con Aguirre, retiró la candidatura del vicealcalde. Esperanza ganó.
3. Las disputadas listas
Después del 27-M, Gallardón hizo pública su disposición a acompañar a Rajoy. Aguirre (y la plana mayor del PP) lo tomó mal. Desde entonces, los cuchillos han ido y venido entre ambos.
4. El Dos de Mayo, la Cañada Real y el eje Prado-Recoletos
Aguirre se enceló cuando vio que Zapatero daba al alcalde la presidencia de la subcomisión del Dos de Mayo e impulsó una fundación en la que Gallardón no quiso estar. En el conflicto de la Cañada Real, ambos se han tirado las culpas. Y en la reforma del paseo del Prado también discrepan. La presidenta apoya a la baronesa Carmen Thyssen.
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