Era de esperar. Un clásico. Cuando Esperanza Aguirre agita, Alberto Ruiz-Gallardón responde. O, cuando menos, le fuerzan a que responda. De eso se tratan las rencillas cuartelarias. Las riñas de colegio.

Ayer, el alcalde de Madrid tropezó con la pregunta otra vez. El miércoles, la presidenta de la Comunidad había comentado que en el Partido Popular la consideraban “lideresa nacional”. Consecuencia: la querían viajar por toda España para apoyar al candidato, Mariano Rajoy.

“¿Qué opina sobre lo que dijo Aguirre? ¿Y se siente usted lidereso?”, preguntó una periodista en la rueda de prensa posterior a la Junta de Gobierno del Ayuntamiento. “¿De verdad ha dicho eso?”.

Gallardón lo soltó, se levantó y dio por concluida la comparecencia. No dijo una sola palabra más. Horas después, la exégesis. ¿Qué había que inferir de las palabras del alcalde? ¿Verbo ingenuo o indirecta directa a la presidenta?

“Sí que sabía qué había dicho Aguirre, obviamente”, aclaraban fuentes próximas a Gallardón. “Pero quiso dejarlo estar, no encizañar más el asunto. Ella misma se describe por sus declaraciones. Es la presidenta quien, cada dos por tres, lanza una de las suyas al alcalde. Él ha optado por no darle más pábulo”. ¿Y fue especialmente maleducado con la prensa? “No, borde no. Entendió que no había más preguntas y cerró la rueda”.

Apagón en el estreno

Una anécdota más dentro del largo, largo historial de desencuentros Aguirre-Gallardón. Otra más entró por derecho propio: el apagón. Chocante. Porque ayer el alcalde estrenaba nueva sede para la Junta de Gobierno –de la Casa de la Villa al palacio de Cibeles– y nueva sede para la rueda de prensa.

Mediada la comparecencia, se fue la luz en la sala. El regidor se disculpó y comentó, jocoso, que la situación podía repetirse durante todo el año, informa Europa Press. El palacio aún sigue de obras. Y las tendrá hasta 2009.