Este artículo se publicó hace 6 años.
El petróleo dinamita la negociación colectiva y la subida de las pensiones
Sus efectos inflacionarios constituyen una seria amenaza para el mantenimiento del poder adquisitivo.
Vicente Clavero
Madrid--Actualizado a
Los trabajadores y los pensionistas españoles albergaban la esperanza de no sufrir merma alguna de poder adquisitivo durante 2018. Tanto las subidas salariales pactadas en convenio como la de las pensiones que acordaron el Gobierno y el PNV iban en esa línea. Sin embargo, la escalada de los precios del petróleo, con su consecuente impacto sobre la inflación, puede dar al traste con todo.
La negociación colectiva se venía desarrollando bajo previsión de IPC para este año incluida en el cuadro macroeconómico del Gobierno: el 1,6%. Hasta finales de abril se habían firmado 5.542 convenios, con una subida salarial media algo mayor al 1,5%, que prácticamente garantizaba el mantenimiento del poder adquisitivo. El número de trabajadores afectados superaba el millón y medio.
Por lo respecta a las pensiones, el Gobierno había fijado en principio una subida general del 0,25%, que fue objeto de un fuerte rechazo social, con protestas en la calle de una envergadura desconocida hasta el momento. Para frenarlas, el PP accedió a llegar hasta el 1,6%, aprovechando las negociaciones con el PNV para sacar adelante los Presupuestos Generales del Estado de este año.
Mientras todo ello ocurría, el precio del petróleo subía sin descanso, impulsado por la negativa de los grandes países exportadores a producir más en respuesta al aumento de la demanda. La escalada se acentuó hace sólo unos días, cuando Donald Trump rompió unilateralmente el acuerdo nuclear con Irán y reinstauró las sanciones económicas, contra el criterio del resto de las potencias firmantes.
Dichas sanciones, que estaban en suspenso desde 2015, prohíben a las empresas estadounidenses la compra de petróleo procedente de ese país, lo que supone la retirada del mercado de un millón de barriles diarios, con el consiguiente encarecimiento de los precios. Irán es el quinto productor de crudo del mundo, sólo por detrás de Estados Unidos, Rusia, Arabia Saudí e Irak.
Según los expertos, España es uno de las economías que más están sufriendo la situación en proporción a su tamaño, debido a la dependencia que tiene de las importaciones de petróleo. Sólo en materia de inflación, se calcula que el impacto es de medio punto por cada diez euros que sube el petróleo, con lo que las consecuencias pueden ser catastróficas si el precio del barril no se estabiliza.
Hay que tener en cuenta que la previsión del Gobierno del 1,6% de IPC para 2018 se hizo contando con que el crudo se situaría en torno a los 67,7 dólares; es decir, diez dólares menos que ahora. Por lo tanto, salvo que las mejoren en el resto del año, la pérdida de poder adquisitivo de los salarios y de las pensiones está garantizada.
No sería ésa, sin embargo, la única consecuencia de la subida del petróleo: el propio crecimiento y la creación de empleo están también amenazados. Algunas estimaciones apuntan ya a una pérdida de 600.000 puestos de trabajo respecto al objetivo inicial del Gobierno.
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