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Melissa García-Lamarca: "La ocupación de los pisos vacíos de los bancos rompe el proceso de especulación"

La investigadora Melissa García-Lamarca.
La investigadora Melissa García-Lamarca. Cedida por la autora

La académica Melissa García-Lamarca ha pasado cerca de diez años investigando la crisis de las hipotecas en Catalunya y los efectos de la deuda sobre las personas, así como la lucha colectiva alrededor de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH). A partir de su propia experiencia como activista en la PAH de Barcelona y Sabadell, ha escrito Préstamos fallidos, personas fallidas. Vida y lucha contra la deuda hipotecaria, que ahora publica Bellaterra Edicions.

En una entrevista con Público en Barcelona, García-Lamarca explica el rol que ha tenido la vivienda en un proceso creciente de la financiarización de la vida, enmarcado en el neoliberalismo y con la connivencia del Estado. "Las fórmulas que tenemos para la vivienda no funcionan, no puede ser que sólo hipotecándote puedas tener estabilidad", resume.

¿Cómo empezó a investigar los impagos hipotecarios y la lucha de la PAH?

"La vivienda tiene un rol muy importante dentro de la financiarización y los cambios que está sufriendo el capitalismo"

En 2012 todo el mundo hablaba de la financiarización, y la vivienda era una locura en muchos lugares del mundo. Me llamó la atención lo que estaba ocurriendo aquí, y sobre todo la lucha de la gente organizada a través de movimientos como la PAH.

No es sólo algo de entonces, sino que es cíclico. La vivienda tiene un rol muy importante en la financiarización y los cambios que está sufriendo el capitalismo.

Habla de la financiarización de la vivienda, pero también de la vida. ¿Se debe al auge del neoliberalismo?

El Estado ha hecho posible todo este proceso al quitar regulaciones, hacer que el mercado se regule solo... Es un capitalismo neoliberal. Hoy en día estamos viendo algo más del keynesianismo, con un rol importante del sector público, por ejemplo, con los fondos Next Generation de la Unión Europea. Pero, a la vez, vemos que a quienes más benefician es a las empresas grandes.

¿Qué impacto tiene esto sobre las personas?

"El Estado ha hecho posible la financiarización de la vida"

Los beneficios que existían a nivel de Estado, como la seguridad social, se están retirando. Por ejemplo, en cuanto a jubilación, educación y otros servicios públicos.

La propuesta es que todo el mundo, como individuo, debe valerse por sí mismo, con fondos privados para la jubilación, entre otros. Se habla de un cambio del welfare [Estado del bienestar, en inglés] al debtfare [Estado de la deuda]. La deuda está jugando un rol súper importante en este proceso, debemos estar nosotros mismos a cargo de nuestro futuro.

Desde la crisis de 2008 han ido aumentando las desigualdades. ¿La vivienda ha sido el detonante?

Durante el boom, vimos cómo parecía que el acceso a la vivienda era para todos y que todo el mundo podía ser propietario. En cambio, a partir de 2008 vemos, sobre todo en grandes urbes, que es imposible comprar una vivienda para la gente normal.

También existe un sector de la población que con la crisis ha podido comprar una segunda o tercera vivienda como inversión. Pero hay mucha gente que está fuera de todo ese proceso, que vive de alquiler y no tiene alternativa.

Además de que ser propietario tampoco es algo seguro, tener una hipoteca, porque al final estás pagando un alquiler en el banco. Tienes más derechos si no puedes pagar y en todo el proceso de desahucio [que un inquilino]. Pero sin duda es un factor que ha tenido una influencia importante en las desigualdades.

¿Qué efectos habrá a largo plazo?

Cuando la gente que no se puede comprar una casa se jubile, será un drama. ¿Cómo pagar un alquiler de 1.200 euros en Barcelona con una pensión de 800 euros? Para mí, el origen de todo esto es que se ha creado en este país un sistema en el que para tener seguridad y estabilidad en la vivienda debes comprar. No hay elección.

"Se ha creado un sistema donde sólo si compras parece que vas a tener estabilidad"

Hay súper poca vivienda pública, y el alquiler no es algo estable. Se ha creado un sistema en el que sólo si compras parece que tendrás estabilidad. Y hoy en día ni eso, porque no puedes comprar.

Hace un repaso histórico desde el franquismo para explicar la idea social de "ser propietario". ¿De qué manera impactó la crisis en España de forma distinta?

Durante el franquismo, sobre todo a partir de los años 50 y 60, se apostó por crear una economía basada en la construcción y el turismo. Esto fue la base del crecimiento del país, y es algo distinto que en otros países. Existe un sector muy potente que tiene mucha influencia [el de la construcción]. No viene de los años 90.

Sobre las hipotecas y los impagos, habla de esa "vergüenza" social de los morosos. ¿Qué papel jugaba en el sistema?

Sobre todo para la gente que no podía pagar al inicio de la crisis, en 2009 o 2010, era horrible, porque iban a todas partes, a los juzgados, a hablar con abogados, con el banco, con todo el sistema público, y todo el mundo les decía: "Lo has firmado. Es tu problema y no puedes hacer nada". La vergüenza y la culpa eran tan profundas porque todo el mundo decía esto.

Esto ha ido cambiando con la lucha colectiva. La PAH ha hecho un trabajo muy fuerte de cambiar un poco la visión, de hacer ver que esto ha sido una estafa y que le ha pasado a muchísima gente.

Los abogados de oficio nunca habían trabajado los impagos hipotecarios. No sabían qué hacer. Al final, [los afectados] aprendían dentro de la PAH y después le decían al abogado lo que tenía que hacer. Sobre todo, yo creo que el rescate bancario contribuyó también a cambiar la visión a nivel del imaginario público.

Estuvo casi un año participando en la PAH como investigadora y activista. ¿Cómo llegaba la gente y qué evolución vio?

Yo creo que lo que más me ha impactado es ver a gente que llegaba con un peso, con una angustia, que no podían ni hablar. Perderás tu casa, toda tu vida. Con los ánimos de las compañeras y el acompañamiento, veías que en uno o dos meses la gente tenía otro aspecto.

Lo que he aprendido también es que esto puede ocurrirle a cualquiera, porque en la PAH había gente que ganaba dinero, sobre todo del sector de la construcción. Pensamos que en el futuro todo será igual o mejor, pero en el tiempo de precariedad y crisis cíclicas que vivimos no podemos saberlo.

Más allá del nivel material, ¿qué significa la lucha colectiva para la gente en proceso de perder la casa?

La palabra que se utilizaba mucho en la PAH es el empoderamiento. Cambiar de chip. De sentir que no puedes hacer nada a decir: "Mira, estoy con otra gente y luchamos juntas por conseguir soluciones". Los sindicatos de vivienda están en crecimiento, en Barcelona sobre todo.

Por un lado, existe un riesgo de fragmentación, pero a la vez organizarse a nivel de barrio es muy importante para tener alternativas. Sobre todo, ver que luchando juntas podemos conseguir cosas, aunque sean pequeñas.

La PAH y los sindicatos de inquilinos tienen esta estrategia de intentar cambiar la ley y, a la vez, buscar soluciones concretas, materiales, para mañana. Hay un desahucio y la mesa de emergencia está colapsada, pero hay pisos vacíos de bancos, se ocupa un piso para una familia que no puede vivir en la calle y luego se lucha para tener alquiler social para tener estabilidad.

Comenta también los impactos de estos procesos sobre la salud física y mental.

Toda la incertidumbre que te genera el proceso [de perder la casa] es una bola que va creciendo. Por eso toda la idea de la biopolítica de las hipotecas, porque genera algo muy físico, biológico, para las personas que no pueden pagar. Pérdidas de visión y otros problemas de salud graves, también suicidios...

Introduce el eje feminista y también racializado y comenta que falta algo de perspectiva, especialmente en lo que respecta al segundo. ¿Dentro de las propias asambleas no se tenía en cuenta?

"Si la vivienda es un activo y una forma de especular, la gente nunca podrá vivir tranquila"

Por la parte feminista puede quedar muy claro. La parte de los cuidados, el acompañamiento... Esto tiene una base en el pensamiento y actuación feminista. Con la investigación he visto cómo existe un efecto diferenciado cuando la vivienda se convierte en un activo financiero y la vida también.

Pero en el caso de la gente migrada ha sido muy grave, he visto una diferenciación muy importante en cuanto a las estafas inmobiliarias. Y después, cuando no pueden pagar, decirles que los devolverán a su país, que les quitarán a los niños... Había ese enfoque racista. Esto hay que incorporarlo a los movimientos colectivos, trabajarlo, es algo pendiente.

¿Qué ha implicado que la PAH y otros actores, como el sindicato de vivienda, presionen y se impliquen en la elaboración de leyes?

Esta estrategia de la PAH y de los sindicatos de inquilinos de trabajar leyes para cambiar las cosas más a largo plazo, cambiar las estructuras que regulan la vivienda y a la vez hacer acción directa para hacer real el derecho a la vivienda, creo que ha sido muy inteligente.

Si sólo luchas en el día a día para parar desahucios, para ocupar los pisos vacíos de los bancos... Esto es muy importante, pero se queda a nivel local. El cambio de la ley es muy complicado, hemos visto los agujeros que tiene la ley de vivienda, por ejemplo, con el alquiler de temporada. Pero a su vez creas una opinión pública, un apoyo.

Ahora se habla mucho de los pisos vacíos de los bancos, pero al mismo tiempo vivimos un auge de la criminalización de la ocupación.

No es algo nuevo, creo que ha venido desde el sistema político y financiero y las inmobiliarias para asustar a la gente normal. La ocupación de los pisos vacíos de entidades financieras rompe el proceso de especulación y hace un uso social de la vivienda. Desde los movimientos como la PAH, después se pide un alquiler social para regularizar, sobre todo si es una familia con niños, para tener un sitio estable.

La realidad de la ocupación está muy feminizada, en el 40% de las viviendas viven niños y el 90% de hogares ganan menos de mil euros al mes. Son gente que no puede pagar, no tiene a dónde ir.

Criminalizar sirve para no poner el foco en todo el proceso especulativo que está pasando, con los inversores extranjeros que están viniendo y comprando, a través de Socimi y otros mecanismos que se han creado para no pagar impuestos y activar el sector del alquiler a nivel de inversión.

Precisamente a raíz de la crisis y la entrada de los fondos buitre en el mercado de la vivienda, ahora ya no predomina la vivienda de propiedad sino el alquiler. ¿La deuda ha desaparecido?

Creo que esta situación lleva a un mayor grado de precariedad. Hoy en día, es mucho más complicado acceder a una hipoteca, esto es verdad. Lo que me preocupa son los préstamos a corto plazo, algo que se está viendo por ejemplo en Inglaterra.

Están saliendo otros productos financieros basados en la deuda, con tarjeta de crédito y otros servicios de préstamos que tienen un interés muy alto si no pagas.

"Las fórmulas que tenemos para la vivienda no funcionan, no puede ser que sólo hipotecándote puedas tener estabilidad"

En Inglaterra se ha visto a gente que queda enganchada en un bucle porque no llegan a pagar, es un préstamo de 100 euros, o algo así, pero tiene intereses muy altos. La precariedad y no tener una vivienda estable genera mucha incertidumbre en todo el futuro y la vida en general.

¿Y cómo encontrar un equilibrio?

Es necesario cambiar totalmente el marco mental de cómo hemos organizado la vivienda y pensar en otras modalidades, por ejemplo la vivienda cooperativa. En Catalunya hay como 55 o 60 proyectos, aunque tampoco es fácil entrar, hay que pagar una entrada también.

También la vivienda pública, aunque estamos viendo que es súper lenta. Y regular los alquileres, si queremos que la gente pueda vivir tranquilamente. Si la vivienda es un activo y una forma de especular, la gente nunca podrá vivir tranquila. Debemos cambiar el marco de cómo pensamos la vivienda, las fórmulas que tenemos no funcionan. No puede ser que sólo hipotecándote puedas tener estabilidad, supuestamente.

En el libro también menciona las políticas del Ayuntamiento de Barcelona con Ada Colau. A pesar de las limitaciones, ¿se pudieron introducir cambios?

Creo que es muy difícil, porque heredaron un sistema roto, que no ha funcionado, y cambiarlo en ocho años es muy difícil. Obviamente han hecho cosas, pero todos los días hay desahucios. Habría que seguir con estas líneas pero mucho tiempo más, y no sólo desde un ayuntamiento.

En Catalunya también había intención de hacer cosas, con la ley de vivienda, pero el Constitucional lo ha ido tumbando. También en Andalucía, que hizo una ley para expropiar la vivienda de los bancos en el 2014, y la tumbó. Hace falta hacer muchos cambios a diferentes niveles para cambiar la situación.

¿Ahora que ha cambiado el gobierno municipal cree que todo esto se puede deshacer?

Yo creo que deben hacer algo de equilibrio. Se está expulsando a la gente de clase trabajadora de Barcelona porque no se puede pagar vivir aquí. Y si quitan todas estas cosas que se han hecho, aunque sean migajas, será peor. Ahora han abierto de nuevo [las licencias] de los hoteles... Las presiones no cambiarán, incluso serán peor en los barrios, sobre todo en los centrales de Barcelona.

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