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Escudos de resiliencia para una década peligrosa, la fórmula del FMI para relanzar las economías

El organismo internacional clausura su cumbre primaveral alertando de una década de parálisis económica, con alto voltaje geopolítico y volatilidad en los mercados.

Un hombre pasa caminando por delante del logo del Fondo Monetario Internacional (FMI), en su sede en Washington.
Un hombre pasa caminando por delante del logo del Fondo Monetario Internacional (FMI), en su sede en Washington. REUTERS/Yuri Gripas

La revisión semestral de primavera del FMI deja posos de preocupación. En el orden económico, la atonía en la que ha entrado el ciclo post-covid y, sobre todo, la dubitativa desconexión de las espirales inflacionistas engendradas en 2022, que perjudicará los esfuerzos de ajuste fiscal. En el geopolítico, una conflictividad creciente que contagiará a las cadenas de valor, las materias primas, el comercio y la logística dando nuevos bríos a los precios. En el monetario, una elevada preocupación por las cada vez más numerosas barreras que obstruyen la necesaria trayectoria de los bancos centrales para abaratar el dinero, con escaladas de una deuda desorbitada y signos de volatilidad en los mercados de capitales. Y, en general, un clima de desconfianza del consumo de los hogares y de las inversiones empresariales.

Estos cinco puntos ayudan a descifrar los mensajes del Fondo con su jerga de concepción liberal al uso.

1. Dinamismo moderado, con riesgos financieros crecientes

Las dos superpotencias aportan una porción más testimonial que con visos de sostenibilidad en el tiempo al PIB mundial: EEUU, con un repunte de su economía del 2,7%, en estado de resiliencia permanente frente a tipos de interés anormalmente elevados por parte de la Reserva Federal (los que más rápido han subido en la historia económica reciente del país y los más altos en más de tres decenios); y China, a la que otorga un incremento del 4,6% para este año, tratando de salir, sin mucha garantía de éxito aún, de la parálisis deflacionista que acecha a su actividad desde el confinamiento por la política de covid cero impuesta por Xi Jinping en 2022, agravada por la quiebra de Evergrande y la escalada de deuda de su sistema bancario y sus ayuntamientos.

Para el FMI, el PIB global remontará un 3,2%, igual que en 2023 y en 2025. Es la constatación del trilema al que se refirió su directora gerente, Kristalina Georgieva, para abordar un decenio, el actual, y que trasladó a la comunidad internacional: o dejarse imbuir por las turbulencias, divergencias y confrontaciones, y asumir respuestas tibias que conduzcan a crecimiento frágiles y climas de descontento social; o abordar un cambio de paradigma, con transformaciones tecnológicas que eleven las ratios de productividad y prosperidad y avances en la neutralidad energética que consoliden el consumo de los hogares y las inversiones de las empresas, expandan el empleo con cotas de inmigración laboral y talento profesional e impulse al planeta a una economía sin emisiones netas de CO2.

Esta estanflación, que enfatizó Georgieva, para estimular agendas de reformas estructurales, tiene otro factor de riesgo que, en este caso, surge del informe que firma el Departamento de Estabilidad Financiera. Pese a la resistencia de la economía, los encarecidos precios del dinero han elevado los costes financieros y han dificultado el acceso al crédito en una etapa de retirada gradual de los estímulos fiscales, de baja productividad y de tensiones comerciales y geopolíticas que amenazan con voltear a los mercados de capitales.

El control de la volatilidad dependerá, dice Tobias Adrian, el máximo responsable del análisis de las finanzas globales del FMI, de un sentimiento inversor sometido a tensiones inmobiliarias acuciantes, vaivenes del lado del consumo y de las inversiones empresariales, dudas en torno al ritmo del despegue de China, vulnerabilidades en la gestión de la deuda soberana y corporativa y a una atmósfera de tipos anormalmente altos que les despierta incertidumbre por el dubitativo proceso de desinflación.

2. Los precios y la deuda atenazan la consolidación presupuestaria

Vitor Gaspar, que dirige el Área Fiscal del Fondo, incide en la necesidad de corregir los desequilibrios presupuestarios que se permitieron para abordar la gran pandemia, aunque admite las trabas a esa consolidación en un año con más de 70 procesos electorales en los que están convocados más de 3.000 millones de personas en el mundo. Con una inflación que baja, pero sin llegar a estar a raya, no solo por debajo del 2% que reclaman los halcones de las políticas monetarias occidentales, sino a los ojos de las llamadas palomas, por las perspectivas de repunte a medio plazo por la conflictividad geopolítica y su traslado a los precios de las materias primas y en la restricción del comercio.

Solo la mitad de las economías realizaron ajustes en 2023, menos que el 70% que lo hicieron en 2022

Solo la mitad de las economías realizaron ajustes en 2023, menos que el 70% que lo hicieron en 2022. Cuatro años después del inicio de la covid-19, los gastos públicos, excluidos los intereses de pagos, siguen tres puntos por encima de sus niveles de desembolsos previos a la crisis sanitaria entre las potencias industrializadas y dos en los mercados emergentes.

Con los tipos nominales en territorios demasiado altos que se traspasan de inmediato a las deudas soberanas. A su juicio, el control inflacionista es "la prioridad máxima", porque sería el primer paso decidido hacia una relajación de las políticas monetarias que permitirá reconducir los niveles de endeudamiento que ha alcanzado los 313 billones de dólares, triplicando el poder productivo del planeta, y que, solo en su escala estatal -sin contar con la deuda de empresas y de hogares- se ha encaramado hasta el 93% del PIB, nueve puntos por encima de los niveles previos a la pandemia. En especial, entre las naciones de rentas altas como EEUU, con un repunte de dos puntos el pasado año, pero también en áreas emergentes que, como China, lo ha hecho en nada menos que seis puntos.

3. La desigualdad también recibirá las embestidas de una deuda desbordante

Así lo recalca Pierre Olivier Gourinchas, economista jefe del FMI. El escenario inflacionista que aún perdura se traducirá en nuevos sacrificios para los países en desarrollo, que también verán incrementadas sus tasas de endeudamiento, impulsadas por unos mercados de bonos que no dejan de albergar emisiones soberanas que tan solo retrasan los servicios de pagos y que, junto a los tipos elevados, darán más combustible al dólar, lo que, unido al voltaje geopolítico, encarecerá el mercado de alimentos y materias primas energéticas o el coste de los fertilizantes agrícolas.

Gourinchas: "Las naciones de rentas bajas han visto encarecerse sus niveles de vida"

"Las potencias industrializadas han superado su riqueza previa a la covid-19, pero las naciones de rentas bajas, en su mayoría, no solo no han pasado página económica de la gran pandemia, sino que han visto encarecerse sus niveles de vida", reconoce Gourinchas.

Y lo que es peor. A su juicio, la inflación, la piedra angular sobre la que espolear el tumultuoso ciclo de negocios post-covid, "todavía permanecerá por encima del 2% en la mayor parte de las economías en 2024”

4. "Algo más habrá que hacer"

Es la advertencia general del FMI, con acuse de recibo especial a los países de rentas altas. Porque son determinantes para inculcar disciplina a sus deudas y se han convertido en las mayores amenazas por su abuso del mercado de bonos para financiar sus compromisos de pagos. La OCDE, el club de las 38 naciones con estatus de libre mercado, alerta también de este peligro inminente, dado que el 40% de la deuda soberana de sus socios y el 37% de la corporativa asociada a sus jurisdicciones territoriales colocada en bonos vencerá en los próximos tres años y engrosarán sus stocks de deuda. Hasta 56 billones a finales de 2026.

Bajo "un horizonte de alta inflación y políticas monetarias restrictivas" que, según su secretario general, Mathias Cormann, "exigirá vigilar estrechamente la solvencia de sus pagos y sus grados de exposición al sector financiero". Para el FMI, como para la OCDE, de no mediar correcciones en los próximos años, empeorarán los ratings soberanos y empresariales, se elevarán los riesgos de defaults y se sucederán calificaciones de bonos basura que perjudicarán el mercado de bonos y las inversiones bursátiles.

El World Economic Outlook (WEO) del FMI menciona especialmente tres naciones industrializadas. Por un lado, EEUU, cuya deuda federal alcanzará los 45,7 billones de dólares, el 114% de su PIB en 2033 (como reconoce la Oficina Presupuestaria del Congreso) de no mediar ajustes presupuestarios y abordar ajustes de cierto calibre, con el riesgo de rebajas fiscales, sobre todo, en caso de victoria republicana, y de elevación de los gastos militares. Su secretaria del Tesoro, Janet Yellen, admite que los tipos altos, además, reclaman acciones contundentes para no sobrecargar con intereses excesivos los compromisos de pagos.

Francia e Italia “deberían inculcar mayor disciplina fiscal y reparar sus endeudamientos", según el WEO

Francia e Italia "deberían entender este 2024 como un ejercicio de inflexión para inculcar mayor disciplina fiscal y reparar sus endeudamientos". El FMI detecta presiones al alza en sus ratios de deuda futura, después de un trienio de "displicencia" en este sentido. Con la deuda francesa al alza, hasta el 115,2% en 2029 y la italiana, alcanzando el 140% en 2025. Sus gobiernos deben abordar "esfuerzos de consolidación más intensos para revertir sus repuntes y dirigir esa disciplina a una meta orientada a reducir sus deudas", explicó Gourinchas, que incidió, además, en sus anémicas predicciones de crecimiento.

5. España tiene un cuadro macro que ofrece colchones pero que demanda reformas

El PIB de la cuarta economía del euro es, junto a la de EEUU este año, la más resiliente del club de rentas altas, y solo por detrás de la canadiense. Según el WEO, que ha elevado cuatro décimas su última previsión, de hace solo tres meses, esta dinámica reportará a sus autoridades márgenes de maniobra en casi todos los parámetros del cuadro macro.

El crecimiento del 1,9% para este año y del 2,1% sigue situando al PIB hispano en la cúspide del vigor y de la resiliencia de los países de su entorno, lo que le otorga flexibilidad para moldear el déficit en torno al 3%, en el tope del Pacto de Estabilidad, toda la década. El Fiscal Monitor cree que el desequilibrio estará bajo este control ya en 2025 y que se mantendrá así hasta 2029, con salvedades de algunas décimas por encima ante supuesto de estímulos presupuestarios que se necesiten para apuntalar el ritmo de prosperidad del PIB. Igual que la deuda, en descenso, hasta situarse en el entorno del 104% del PIB, frente a la tendencia alcista de Francia o Italia. También con alteraciones interanuales, pero con garantías de pago.

Esta resistencia activa reclama, según los expertos del Fondo, reformas de tinte liberal

Esta resistencia activa, que el Fondo solo otorga a EEUU y Canadá entre las naciones de rentas altas, reclama, según sus expertos, reformas de tinte liberal, como los mayores esfuerzos de consolidación del sistema de pensiones con ayuda presupuestaria, aunque también de mercado (fondos de inversión y mecanismos de cotización más intensos) o normas laborales más flexibles que disminuyan la carga de las aportaciones sociales de las empresas. Aunque también incluyen sugerencias socialdemócratas, como el modelo de progresividad que aconseja la remodelación del IVA dentro de su recomendación, en línea con la intención del Gobierno de coalición de tejer un nuevo mapa impositivo.

El Fondo tampoco detecta que España y su inflación vayan a alterar las rebajas de tipos del BCE. Se mantendrá en torno al 2,7% este año y al 2,4% en 2025, dentro del control a medio plazo que ha restablecido la autoridad monetaria europea a su objetivo estatutario del 2%. Y con recortes graduales, aunque no intensos, del paro, cuya tasa seguirá resistiéndose a bajar del 11%.

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