Grecia, uno de los seis países de la Unión Europea que nunca ha convocado a votar a sus ciudadanos para consultar algún asunto continental, seguirá sin hacerlo tras la marcha atrás en la intención del primer ministro, Yorgos Papandreu, de plantear un referéndum para aprobar el plan de rescate de los socios comunitarios. Pero el amago de Atenas, el plebiscito que nunca existió, ha abierto más heridas en la frágil salud de la UE, que avanza y toma decisiones que afectan a los ciudadanos de a pie sin solucionar su pecado original de déficit democrático.
Los expertos consultados por Público valoran que el episodio del referéndum griego constata el dominio de los mercados en la construcción europea, el proceso elitista de la toma de decisiones y ratificaciones y, también, la falta de liderazgo político, sobre todo comparado con otras generaciones de dirigentes que estaban más dispuestos a ceder y a negociar que los actuales líderes franceses y alemanes.
Subirats: 'El problema es político, derivado de la falta de liderazgo'
'Nunca se había puesto tan a prueba el entramado de decisiones de la UE', afirma el sociólogo Joan Subirats. 'Porque al final, la pregunta que hay que hacerse es si la soberanía es de Grecia o de Europa', añade Subirats, catedrático de Ciencia Política de la Universitat Autònoma de Barcelona.
El anuncio de Grecia de promover para el próximo 4 de diciembre una consulta ciudadana para someter a su voluntad el enésimo rescate impuesto por la Unión Europea, que exige draconianos ajustes y el despido de miles de funcionarios, provocó pánico en las bolsas continentales y airadas protestas del resto de gobiernos europeos, incluido el español, que tacharon de irresponsable al gabinete que dirige Papandreu. 'Fue una reacción exagerada, fue como la fábula del rey desnudo, que de repente se sorprende a sí mismo, porque Grecia decidió votar una decisión saliéndose de lo que es habitual', valora Joan Subirats.
Un problema político
Rodríguez-Aguilera: 'La Unión Europea se rige por la ley del más fuerte'
La crisis desatada por Grecia obliga, reflexiona Subirats, a replantear los mecanismos de la UE, aunque el politólogo es consciente de que el hecho de ser 27 socios complica cualquier solución. 'Pero esta semana se ha visto que el problema no es económico sino político, derivado de la falta de capacidad de liderazgo'.
Los tiempos han cambiado desde los inicios de la construcción europea y el comportamiento de los mercados está dictando los pasos que marcan Francia y Alemania. En el club europeo cada vez pesan más los ministros de Economía que los de Exteriores, como se puede ver, por ejemplo, en los representantes enviados a la cumbre del G-20 en Cannes o en el hecho de que fuera el titular de la cartera de Finanzas griego, Evángelos Venizelos, el encargado de anunciar el jueves la renuncia a un referéndum incómodo apenas 48 horas después de que Papandreu lo hubiese planteado.
Cesáreo Rodríguez-Aguilera, catedrático de Ciencia Política en la Universitat de Barcelona, considera que el órdago de Papandreu ha puesto de manifiesto que 'la Unión Europea se rige por la ley del más fuerte'. 'Eso se demuestra porque se ha presionado a Grecia hasta hacerle renunciar a su idea original, igual que se hizo con países pequeños como Dinamarca o Irlanda, cuando sus ciudadanos votaron en contra de proyectos europeos, que se les hizo repetir la votación hasta conseguir el resultado deseado', pondera Rodríguez-Aguilera, doctor en Derecho y también licenciado en Historia Contemporánea.
Villena: 'La UE sólo funciona con el mercado, sin contar con los ciudadanos'
En cambio, recuerda el catedrático, 'cuando Francia votó en contra de la Constitución Europea, nadie presionó para que rectificara'. Rodríguez-Aguilera sitúa a España en un nivel intermedio dentro del juego de poderes de la UE, por encima de Grecia o Irlanda y por debajo de Francia y Alemania. 'No hay duda de que el viraje de Zapatero, hace dos años, vino impuesto por las directrices europeas, pero también hay que recordar que la UE es un club de estados y que se cede parte de la soberanía de forma voluntaria', matiza.
El referéndum griego, que en teoría sólo iba a preguntar sobre el plan de rescate, ponía en cuestión la moneda única y abría, en caso de un resultado negativo, la posibilidad de que algún Estado miembro se retirase del euro, algo que prohíbe la legislación comunitaria vigente. 'La soberanía nacional ha muerto, sobre todo para los países pequeños', insiste Rodríguez-Aguilera.
'El caso griego revela un severo problema de déficit democrático de la UE, más allá de la representatividad política, que ya deja que desear, pero también que no existe una clara división de poderes o el confuso método comunitario de negociación', explica el catedrático. Sin embargo, para Rodríguez-Aguilera, uno de los problemas más graves de la actual UE es Alemania, 'que ha dejado de tener una vocación europeísta'.
'La Unión Europea sólo funciona con el mercado, no tiene en cuenta a los ciudadanos', asevera el economista Andrés Villena, quien rememora los inicios del proyecto europeo: 'Fue una iniciativa elitista, construida de arriba abajo, con un componente económico muy fuerte que no se ha perdido'.
Villena, investigador en Ciencias Sociales por la Universidad de Málaga, critica que los gestores de la actual crisis europea, como el recién nombrado presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, sean ejecutivos procedentes de consultorías como Goldman Sachs 'que tienen una elevada responsabilidad en los activos tóxicos que han desencadenado la actual crisis económica'. 'Son los mismos gestores de entonces los que están apretando a Grecia y quienes están exportando los activos tóxicos a la deuda pública', arguye.
A juicio de Andrés Villena, estos gestores actúan con escasa sensibilidad social y pretenden aplicar medidas de las cuales ya están renegando economistas conservadores, 'como la obsesión por mantener la inflación por debajo del 2% cuando otros expertos ya dicen que se puede tolerar un índice de alrededor del 5% o la renuencia a los eurobonos'.
'Un referéndum siempre puede ser muy saludable, pero lo peor no es que la convocatoria sea polémica sino comprobar que había prácticamente unanimidad en rechazarlo cuando Grecia lleva dos años cediendo soberanía popular', argumenta Javier Arregui, profesor del departamento de Ciencias Sociales y Política de la Universitat Pompeu Fabra de Barcelona.
Aunque apunta a que en los últimos 19 años, desde el Tratado de Maastricht, la Unión Europea ha mejorado el nivel de delegación ciudadana de las instituciones, Javier Arregui sopesa que la actual crisis debería servir para reivindicar procesos de decisiones más horizontales y 'la imprescindible creación de una esfera pública europea que evite este diseño institucional tan disparatado'.
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