'Las fuertes caídas del mercado de los últimos días se explican por motivos técnicos', aseguraba hace una semana Mohamed El-Erian, presidente de Pimco, la mayor gestora de fondos de renta fija (títulos de deuda) de mundo.
Se refería El-Erian a esos complicados gráficos que analizan los expertos bursátiles y que, aunque parezca increíble, les marcan las pautas de cuándo es el momento de comprar y vender. Durante las últimas semanas, las líneas blancas y negras que en la jerga se denominan velas y que forman extrañas figuras con nombres aún más enigmáticos, como hombro-cabeza-hombro o triple cruce de la muerte, se habían puesto de acuerdo para dar una señal: vender.
Se llaman mercados OTC, donde el vendedor ni siquiera conoce al comprador
Quienes confían en ellas, las siguen con más devoción que a un Dios. Algunos ni siquiera escuchan las noticias para evitar que esa tensión pueda influir en sus nervios y llevarles a cometer errores de inversión.
Pero lo que muchos de ellos ni piensan es que esas figuras que aparecen en sus pantallas no son más que el reflejo de los movimientos que están realizando las denominadas 'grandes manos del mercado'. Un selecto grupo de inversores que apenas unos privilegiados camareros del Upper East Side neoyorquino y de los alrededores de las suntuosas Regent Street o St. James Square de Londres han podido ver en plena acción.
Reuniones secretas entre los magnates de los principales bancos de inversión como Goldman Sachs, JPMorgar, Citigroup o Bank of América junto con los fondos de inversión de alto riesgo (hedge funds) sirven para definir el destino del dinero que recorre los mercados. En ellas, se definen objetivos. Las apuestas se hacen poco a poco, para maximizar el beneficio. Mejor atacar primero a las presas pequeñas: Grecia, Irlanda y Portugal. Una vez recogidos los beneficios, aunar fuerzas para el gran ataque: España, Italia, Francia...
Los operadores del mercado de renta fija constataron unos fuertes flujos de órdenes de ventas en la apertura de los mercados de Londres (primera hora de la mañana en Europa) y Nueva York (media tarde en Europa) durante todos los días de la primera semana de agosto ¿Quiénes las daban? ¿Cuánto apostaban a la baja? ¿Contra qué países?
Nada de pantallas informativas con las cotizaciones como en la Bolsa. Incomprensiblemente, la información del mercado de renta fija parece el secreto mejor guardado del reino mundial. 'El mercado de renta fija es OTC, y ni siquiera el que compra sabe quién vende y vicecersa', explica uno de sus operadores.
Ojo a las siglas OTC. Son la abreviatura de la expresión inglesa Over The Counter. Algo así como detrás del mostrador y significa que un inversor llega al mercado, introduce una orden de compra o venta y espera a que el bróker intermediario las cruce. Sólo ese bróker intermediario, los Tesoros de los países y los bancos centrales conocen con exactitud quien está a cada uno de los lados de esa operativa. ¿Información pública? Ninguna más allá de alguna estadística del Tesoro de cada país, en la que ofrecen porcentajes del origen de procedencia de los flujos de las operaciones de compra en las subastas oficiales.
Los hedge funds' no informan sobre las fortunas ajenas que gestionan
En el llamado mercado secundario, la opacidad es aún mayor. Los brókers parecen haber firmado un pacto con el Dios del silencio. A nadie le interesa dar a conocer la mecánica de este sistema. Incluso los que están al frente de la operativa aseguran desconocer quiénes son sus protagonistas. Desde principios de este mes se han visto fuertes órdenes de venta procedentes de las mesas de negociación de la gran banca londinense Barclays, Royal Bank of Scotland o Citigroup, entre otros. 'Eso no significa que estas entidades sean el origen de las órdenes. Simplemente están ejecutando las órdenes de sus clientes', especifica un operador de renta fija que trabajaen la City.
Entre sus principales clientes están los fondos de inversión de alto riesgo. En realidad estos hedge funds se parecen físicamente más a una boutique de lujo que a un banco. Están situados en las zonas más lujosas de Londres o Nueva York, donde reciben a sus clientes como si les fueran a confeccionar un traje a medida. En realidad, ellos son la fuente de su poder. Oficialmente, la capitalización de los hedge funds ronda los dos billones de dólares. Pero el capital que manejan es inmensamente más grande.
Su potencia se basa en que gestionan el dinero de otros, normalmente patrimonios de los más ricos del mundo. En total miles de millones con los que sólo tienen un compromiso: maximizar beneficios. A cambio, ni una palabra, ni un número sobre lo que se gestiona. De hecho, la nueva normativa de EEUU que pretende obligar a los hedge funds a publicar información sobre el dinero ajeno gestionado motivó hace tres semanas que George Soros, el gestor de hedge funds que se hizo famoso por expulsar a la libra del sistema monetario en 1992, se haya retirado del negocio para centrarse en gestionar sólo su propia fortuna.
Pero aún quedan muchos otros en esta guerra: John Paulson, conocido por haber colaborado con GoldmanSachs en el acoso y derribo de las hipotecas subprime, o Appaloossa, de David Tepper, otro de los grandes ganadores de la crisis inmobiliaria.
Estados y Bancos Centrales se niegan a publicar quién compra su deuda
Y por si las ingentes cantidades de dinero que manejan no fueran suficientes, el mercado financiero mundial inventó los derivados. Un sinfín de productos: futuros, opciones, ETF, CFDs, incluso los ya famosos CDSs. Todos tienen en común la capacidad de convertir la potencia millonaria de esos fondos de inversión en potencia super millonaria, en base al llamado apalancamiento. Es decir, endeudarse para hacer las apuestas.
Por ejemplo, un inversor que opere contra el euro puede apostar a la baja cien euros y con ellos dar órdenes de venta por valor de otros 20.000. Esto, en grandes volúmenes, tumba cualquier país. Aunque se desconocen las cifras exactas, se apunta que el mercado de derivados de todo el mundo podría superar los 700 billones de dólares (492 billones de euros). Considerando que el PIB de España apenas supera el billón de euros, atacar este país es como jugar al mus.
Las operaciones con derivados han sido la salvación de los grandes inversores en los últimos años. Un ejemplo es el de Warren Buffett. El famoso gestor estadounidense ha tenido un mal año con sus inversiones en acciones, pero gracias a los derivados ha ganado un 74% . Su producto estrella: los CDSs. Los seguros con los que se apuesta a la baja contra los países le hicieron ganar 142 millones de euros.
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