Ha tenido una carrera profesional impecable, siempre hacia arriba, en la que no han faltado sacrificios. Sofía Víctor, de 36 años, es responsable de Recursos Humanos de una empresa. Hace año y medio, Alicia López Wolf se lanzó a la aventura de liderar su propio negocio, un taller de flores por el que ha apostado fuerte. Las dos se esconden tras el 52,6% de tasa de actividad femenina que actualmente registra España, lejos aún del 67,7% de los hombres y del 55% de la media de la zona euro.
Esta brecha dificulta al país crecer. Y es que si la participación de las mujeres en el mercado laboral se equiparara a la de los hombres, el PIB español podría crecer hasta un 32% más, según un estudio de finales de 2009 encargado por el Gobierno sueco, que ejercía la presidencia europea de turno. Este crecimiento se produciría en las economías de todos los países miembro en un rango de entre el 14% y el 45%. España es uno de los países que más crecería, por debajo de Malta, Grecia, Holanda y Reino Unido.
Las expertas proponen eliminar los incentivos a la jornada parcial
La cuestión es: ¿por qué no sucede? 'El problema es que la sociedad se organiza en torno a la idea de que va a haber alguien en casa, las mujeres, encargado de ciertas tareas', señala la economista Carmen Castro, que propone reducir la jornada laboral para que hombres y mujeres tengan tiempo que dedicar al trabajo no productivo. Algo en lo que coincide la profesora de Teoría Económica de la Universidad de Barcelona, Cristina Carrasco: 'Las encuestas muestran cómo las mujeres gastamos casi más horas en los cuidados que en el trabajo productivo, algo que puede cambiar si la jornada fuera menor para todos por igual'.
Alicia es consciente de que sin el apoyo de su pareja montar su negocio habría resultado más difícil. 'Tener hijos o cargas familiares puede ser un handicap' y para emprender necesitas compartir responsabilidades', cuenta. Lo mismo opina Sofía: 'En el pasado he vivido eso de tener obstáculos, pero hay que aprender a poner límites y trabajar la idea de que hay responsabilidades que no son de las mujeres, sino de las parejas'.
Para el presidente de la Comisión Nacional para la Racionalización de los Horarios, Ignacio Buqueras, una de las claves está también en el reparto de los tiempos. 'En España tenemos unos horarios irracionales, machistas, que no tienen en cuenta la incorporación masiva de las mujeres al ámbito laboral', asegura.
Sería necesaria una red de servicios públicos de calidad y asequibles
La investigadora del Instituto de Estudios Fiscales, María Pazos, que comulga con la necesidad de unos 'horarios a tiempo completo cortos y razonables', considera imprescindible acabar con los incentivos a la jornada a tiempo parcial, una modalidad que termina siendo ocupada sobre todo por mujeres. En algunos casos, porque así pueden cargar con unas tareas domésticas que en muchos casos no se comparten. En la mayoría, y según la Encuesta de Población Activa, porque es lo único que les ofrecen las empresas, precisamente porque presuponen que serán ellas las que se encarguen de las labores de cuidado.
La segunda pata para el cambio radica en los servicios públicos. 'Una buena red de calidad y asequible con centros de educación infantil, de atención a la dependencia', señala Pazos. A lo que habría que sumar medidas para incorporar a los hombres a las tareas de cuidados en la misma medida que las mujeres. Por ejemplo, con permisos de paternidad iguales, intransferibles y pagados al 100%. 'Mandaría el mensaje de que esa labor no es sólo de mujeres', subraya Castro.
Todas estas medidas conllevarían beneficios colaterales, como el aumento de las tasas de fecundidad, que repercutirían positivamente en la sostenibilidad del sistema del bienestar. 'Hoy en día, la tasa de fecundidad es tan baja que vamos hacia un suicidio demográfico, como lo que está sucediendo en Japón, que es un país estancado', explica Pazos, que cree que hay una relación negativa entre la baja fecundidad y el crecimiento del PIB.
Significaría también sacar a la luz actividades que ahora están en la economía sumergida. El trabajo doméstico saldría al mercado laboral ordinario: generaría empleos, impuestos, cotizaciones... 'El sector servicios se reactivaría', concluye Pazos. Además, a más personas cobrando un salario, más capacidad de compra, lo que impulsaría el consumo.
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