España ha recibido en la última semana un ataque de los especuladores en toda regla. Como se dice en la jerga bursátil, 'han olido sangre y se han lanzado como buitres'. Con una operativa más o menos organizada (ver información adjunta) que les ha resultado muy rentable en los casos de Grecia y de Irlanda, han empezado a ganar mucho dinero en España a costa de poner en riesgo la sostenibilidad de todo el país.
En sólo cinco sesiones, la bolsa ha caído un 7,05%, la rentabilidad de los bonos a largo plazo se ha encarecido casi medio punto hasta el 5,157%, la prima de riesgo (el sobrecoste frente a los bonos alemanes) ha ascendido 0,45 puntos porcentuales hasta el récord de 2,47 puntos, y los seguros con los que se cubre la posibilidad de impago de la deuda del Estado (CDS) se han encarecido un 23,6%, hasta 323,38 puntos (lo que supone pagar 323.380 euros por asegurar diez millones en bonos a cinco años). Una semana negra que podría repetirse si nadie lo remedia.
'No estamos en una situación normal de los mercados', dice un banquero
Rodríguez Zapatero aseguró ayer que tiene 'la misma voluntad de dialogar que de actuar', que es lo que podría hacer que los mercados se calmaran a largo plazo. Pero, mientras se ahonda en las reformas y se recupera la credibilidad perdida, ¿es posible hacer algo? ¿Puede pararse esa ola especulativa que tanto daño está haciendo al país? Hay muchos expertos que aseguran que sí, aunque todos reconocen que es sólo una manera de frenar temporalmente a los tiburones, de construir un cortafuegos en un momento de gran incertidumbre, porque lo que hace falta son reformas de calado.
¿Cuál es el antídoto? Hay varios, pero todos ellos requieren de la unidad de la Unión Europea (UE). Un ejecutivo de un gran banco español reclama que se prohíban temporalmente las posiciones a corto (las apuestas a la baja en las acciones), 'porque no estamos en una situación normal de mercados. No estamos en un libre mercado', apunta. En EEUU se hizo con algunos valores tras la caída de Lehman Brothers y funcionó, defiende. En todo caso, los expertos tienen claro que una medida de estas características, que deploran los defensores del libre mercado, tiene que ser coordinada en toda la UE y afectar a todos los valores porque si no sería inútil pues se trasladaría la presión de un valor a otro o de un país a otro.
'Alemania y BCE no deben jugar a poli bueno y poli malo', según un analista
Luis Berenguel, responsable de Renta Variable y Derivados de Interbroker, cree que es 'un poco tarde para evitar el contagio' porque los mercados 'no tienen piedad', pero reclama que se haga público quién presta las acciones a esos especuladores que apuestan contra los valores españoles. Desde un banco mediano abogan también por dar a conocer quiénes son los prestatarios y quiénes los prestamistas desde la primera acción (ahora no se conoce quién presta y sólo es obligatorio dar a conocer una posición a corto cuando supera al cierre de la sesión el 0,2% del capital del valor).
Otra parte del antídoto lo tiene en sus manos el Banco Central Europeo. 'Una de las formas de parar esto es que el BCE salga comprando deuda española', asegura David Cano, socio de AFI. Compras por cuantías elevadas harían bajar la rentabilidad de la deuda española, lo que a su vez transmitiría tranquilidad a las bolsas y haría perder dinero a los tiburones, que se replegarían a toda velocidad. Juan Ignacio Crespo, director europeo de Thomson Reuters, asegura que el BCE tiene que demostrar su capacidad para comprar deuda, igual que lo hace la Reserva Federal en Estados Unidos. Allí existe el dicho 'no le lleves la contraria a la Reserva Federal', lo que significa que cuando el banco central compra deuda, el resto de inversores deben hacer lo mismo porque si no perderán dinero.
El BCE ha comprado hasta ahora cuantías muy limitadas de deuda porque no está convencido de la utilidad de la medida, mientras que en Estados Unidos, la Fed ha decidido adquirir miles de millones cada semana para moderar el precio de la deuda y, sobre todo, poner dinero en el mercado con el que estimular la economía. El BCE (siguiendo los dictados de Alemania) no acomete grandes compras porque tiene miedo de que provoquen un aumento de la inflación.
Daniel Pingarrón, estratega de mercados de IG Markets, alerta de que Alemania y el BCE deberían dejar de jugar 'al poli bueno y poli malo'. Y reclama que todos los políticos europeos mantengan un discurso común. 'Si Angela Merkel (canciller alemana) y Axel Weber (presidente del Bundesbank, banco central alemán), entre otros, salieran diciendo que el euro no corre ningún riesgo y mantuvieran ese discurso con absoluta fortaleza, los especuladores se atreverían menos contra países como España', asegura.
El otro gran flanco de las recetas antiespeculadores está en el mercado de CDS, los seguros que se compran, en condiciones normales, para cubrirse contra el impago de la deuda de un país. Berenguel recuerda que no es un mercado regulado y hasta pone en duda si esos seguros pagarían en caso de que un país quebrara. Actualmente los utilizan los tiburones sólo para especular, pero no para cubrirse frente a nada porque en la mayoría de las ocasiones no han comprado bonos. Pingarrón reclama que se haga algo con este mercado y propone que 'se fije que sólo pueda comprar CDS el que posea bonos'. Así se evitaría la especulación, dice.
Frente a estas peticiones, Miguel Ángel Bernal, profesor del Instituto de Estudios Bursátiles (IEB), asegura, así como otros muchos expertos, que 'los mercados son, desgraciadamente, casi soberanos y es imposible tomar medidas contra ellos'. 'Es como poner puertas al campo', dice, y defiende (en esto coinciden todos) que en España deben aplicarse reformas 'de forma inaplazable', al tiempo que los políticos europeos deben demostrar la solvencia del euro y fortalecer los mecanismos de la Unión Monetaria. Hoy tienen una gran oportunidad en la reunión del Eurogrupo sobre el rescate a Irlanda para dar el mensaje a los inversores.
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