Lejos de los focos mediáticos, 56 bancos centrales de todo el mundo trabajan por orden del G-20 en la nueva arquitectura bancaria internacional. El Comité de Supervisores Bancarios de Basilea (Suiza) intenta desde hace años diseñar los nuevos requisitos de capital, liquidez o endeudamiento para los bancos de las grandes economías. EEUU, la UE o Japón negocian el tamaño de las piezas que componen el motor de toda entidad, cruciales para evitar futuras catástrofes financieras. Esta semana, el organismo anunció un 'amplio consenso' en torno al paquete de normas que el sector aplaudió, ya que relaja las exigencias sobre las que se negociaba desde diciembre pasado.
Según el nuevo acuerdo, los bancos podrán computar como capital propio participaciones en entidades financieras menores, algo no previsto en fases previas de la negociación. Además, Basilea III (como se conoce a esta cascada de normas) ampliará cuatro años, hasta 2018, el plazo para alcanzar los nuevos mínimos de liquidez, imprescindibles para financiar la economía en caso de que se congele el mercado interbancario (los préstamos entre entidades).
56 supervisores diseñan la nueva arquitectura mundial
La Asociación Europea de Cajas de Ahorros cree que el enfoque es 'adecuado' y considera que la nueva regulación, cuya negociación se cerrará antes de la próxima cumbre del G-20 en Corea del Sur, 'no debería perjudicar la capacidad de los bancos de financiar la economía real' a todos los niveles. Según este lobby, imponer nuevas e inmediatas exigencias podría frenar la recuperación económica por la urgencia del sector para adaptarse a esas nuevas normas.
El sector bancario tiene en Europa mucho más peso en la financiación de la economía que en EEUU, donde los mercados bursátiles son un recurso más socorrido. Europa cuenta con el golpe de efecto de las pruebas europeas de esfuerzo, publicadas unos días antes del acuerdo en Basilea, que han supuesto un balón de oxígeno frente a los que piden mano dura con las entidades.
Los bancos franceses y británicos son, según los analistas, los más beneficiados por el último movimiento del organismo de Basilea. Sin embargo, las entidades españolas también están satisfechas con lo que consideran una prórroga para captar liquidez y deuda, informa V. Zafra. Fuentes próximas al Santander recuerdan además que, pese a este compromiso intermedio, el acuerdo final no se logrará hasta otoño, antes de la cumbre del G-20.
La normativa se cerrará antes de la cumbre del G-20 de noviembre
Esa es la posición de Alemania, a la que no acaba de convencer el acuerdo. Para Berlín, el alcance de las reformas, encaminadas a dotar a los bancos de fortaleza suficiente para resistir nuevos colapsos, depende mucho de los puntos aún por cerrar, como el capital que la banca deberá atesorar para compensar inversiones de alto riesgo, los requisitos extra para los grandes grupos o la forma en que las entidades tendrán que gestionar su capital cuando haya exceso de crédito en el mercado.
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