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La presión revienta a Alonso

Fernando Alonso perdió en Japón buena parte de las opciones de lograr el tercer título mundial. El español se retiró y Hamilton, ganador, se afianza en el liderato

ÁNGEL LUIS MENÉNDEZ

Los pilotos de Fórmula 1 son como los neumáticos que calzan sus bólidos. Unos y otros son excepcionales. Únicos. Poseen la capacidad de manejarse en situaciones extremas, pero no por ello carecen de limitaciones. Cuando la presión, ya de por sí exagerada, crece hasta el exceso, estallan.

Alonso buscaba en Japón esa linde imposible en su intento de arrebatar el Mundial a Hamilton, y acabó en la cuneta. Con el coche destrozado y con escasas posibilidades de encadenar su tercer título.

El asturiano malvive en McLaren. Se siente en territorio hostil y ve enemigos acechándole en cada esquina. Sólo se fía, con reparos, de un reducido y cercano grupo de colaboradores. Se sabe odiado y recela de cada detalle. El sábado perdió una pole fundamental por una deficiente presión del último juego de neumáticos que le proporcionaron, y ayer no supo muy bien por qué le obligaron a entrar en boxes antes que a Hamilton.

Salida neutralizada

Son esos detalles, aparentemente nimios, los que han convertido en un calvario la temporada de Alonso en McLaren. Es cierto, su carácter huraño no ayuda, pero él pensó que fichaba por un equipo grande y mítico para llevar los galones que considera se ha ganado como bicampeón del mundo. Cuando se ha dado cuenta de que no es así, optó por luchar. Ayer, bajo el diluvio, sus esperanzas naufragaron.

El español quería lluvia, pero no el aguacero que cayó sin descanso sobre la pista bajo la imperturbable mirada del amenazador monte Fuji. El diluvio abortó la salida y diluyó la primera oportunidad de poner en aprietos al británico, el más rápido el sábado y, por tanto, primero en la parrilla. Fernando Alonso tuvo que masticar su ansiedad durante 18 interminables vueltas en fila india tras el coche de seguridad y la estela acuosa de Hamilton.

Con vía libre, Alonso lo intentó en la primera curva. Hamilton aguantó la embestida y ahí concluyó su insulso cara a cara. Cada uno se manejó como pudo sobre el agua hasta que aparecieron en escena Kubica y Vettel. El polaco embistió a Hamilton y el alemán, suicida durante toda la carrera, hizo lo mismo con el ovetense. La suerte, siempre caprichosa, determinó que mientras el británico salía indemne del incidente, el monoplaza de Alonso sufría un considerable mordisco en el alerón lateral trasero derecho. Más presión.

Coche descontrolado

Desesperado, el todavía campeón del mundo aspiró hondo, oteo el horizonte a través de la empapada visera del casco, intuyó a su compañero-enemigo Hamilton tras las numerosas cortinas de agua que les separaban y decidió ir a por él.

Así que apretó los dientes e intentó domar su vehículo rebelde. Culeaba de atrás debido al golpe y se iba de morro, apenas sostenido por dos neumáticos delanteros comidos y casi lisos. El bólido dejó de obedecer cuando atacó el charco de la curva cinco. Se deslizó sobre el agua y, descontrolado, impactó contra el muro. A las 7.45, cuando aún no había amanecido en toda España, Alonso reventó.

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