Sobis pisa de nuevo el césped del crimen. Fue en mayo pasado, el Barcelona ya se veía con tres puntos más en el bolsillo y media liga en la sala de trofeos. A última hora todo se derritió con el tanto del brasileño del Betis, que llega hoy a Barcelona como estandarte de un equipo a la deriva.

El equipaje con el que aterrizan los verdiblancos a territorio azulgrana es casi idéntico al año pasado. Un equipo desquiciado que achica agua de un bote que va para tres años que se hunde. Es Sobis un buen jugador en un Betis con la cabeza gacha. Llegó a prisa para tapar el hueco que dejaron Ricardo Oliveira y Joaquín en el verano de 2006; la Liga estaba a punto de nacer y Manuel Ruiz de Lopera se arremangó para traerle a Sevilla cuando estaba a punto de fichar por el Racing de Santander. Sobis es otro ejemplo de fino jugador blanco que periódicamente aparece en Brasil, tipo Leivinha, Falcao, Zico, Juninho o Savio. Sus antepasados llegaron a Suramérica procedentes de Ucrania.

El equipo había perdido a sus dos grandes estrellas, la afición necesitaba nuevos nombres para olvidar a los que se fueron. Fue bajarse del avión y ponerse la camiseta a rayas verdes y blancas.

Las referencias eran inmejorables. 21 años, héroe del Internacional de Portoalegre en la final de la Libertadores contra Sao Paulo. A los pocos días de su llegada al Betis debutó con la selección brasileña. El jugador se ha visto arrastrado por la espiral depresiva que sufren los verdiblancos. Sobis sigue en el Betis pero Dunga ya no cuenta con él. Es muy complicado destacar en un equipo que ha ganado dos de los últimos 23 partidos de Liga. 'Tengo ganas de volver a la selección, aunque también estoy contento porque así tengo más fuerzas para jugar con el Betis', reconoce el brasileño.