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MADRID.- Encontramos a Helena Casas (Vila-seca, 24 de julio de 1988) en plena faena. A lomos de su bicicleta y rodando a toda velocidad alrededor del velódromo. Le acompañan en el entrenamiento su pareja Itmar Esteban y el doble medallista paralímpico José Enrique Porto. "Todavía me quedan dos series y después estoy contigo", asegura al periodista todavía resoplando por el esfuerzo realizado. En cada serie ruedan unas vueltas a ritmo pausado, preparándose para arrancar toda la potencia posible en dos vueltas infernales. Después, descanso de diez minutos para recuperar oxígeno y reponer líquidos.
En la charla surge el nombre de José Antonio Escuredo. El subcampeón olímpico sufrió hace unos días un terrible accidente. Más bien, un atropello. Y además intencionado. Un taxista se lo llevó por delante a propósito tras discutir con él en un semáforo en Olot. El resultado: varias costillas rotas, el pulmón perforado y rotura en la escápula. Escuredo se preparaba para el doble reto de acudir a los Juegos de Río como seleccionador de Venezuela y a los Paralímpicos como piloto de Porto en el tándem. Ahora, ambos sueños se han esfumado. Y Porto maldice por ello: "Es muy complicado que encuentre un ciclista con la experiencia de Escuredo y todo por culpa de un taxista asesino".
La propia Helena, que tuvo a Escuredo como entrenador, también sigue consternada: "Ha sido muy fuerte. Ha habido casos de accidentes por no respetar ese metro y medio de distancia entre coche y bici pero en este caso ha sido intencionado y eso es lo peor. Asusta un poco que haya gente al volante con esa poca sensibilidad y más siendo un taxista". Por eso reclama "concienciación y educación". "Lo importante es que cuando los ciclistas vamos por la carretera nos tengan en cuenta como si fuéramos un vehículo más". Por suerte, Helena nunca ha tenido que lamentar ningún accidente en la carretera ni en la pista y su sueño de acudir a sus primeros Juegos Olímpicos permanece intacto.
En Londres 2012 se quedó a las puertas de vivir la experiencia olímpica pero cuatro años de duro trabajo han dado sus frutos. En el Mundial de marzo, ella y Tania Calvo sellaron, por fin, su clasificación para Río tras lograr el octavo puesto en la prueba de velocidad. "Fue un momento de enorme felicidad pero también de alivio por saber que habíamos terminado ese ciclo de clasificación que parecía interminable", recuerda Casas sobre sus sensaciones al saber que ya nadie le podía arrebatar el billete olímpico. Ambas, además, serán las primeras en la historia del ciclismo español en pista que acudan a unos Juegos en la prueba de velocidad por equipos. Y, junto a ellas, completará el equipo Juan Peralta.
"Al lograr la clasificación por equipos, tenemos automáticamente dos plazas individuales para competir en las pruebas de velocidad y en la de keirin"
En total, Helena competirá en Río en tres pruebas: "Al lograr la clasificación por equipos, tenemos automáticamente dos plazas individuales para competir en las pruebas de velocidad y en la de keirin". Sin embargo, es en la velocidad por equipos donde la selección ha puesto más esperanzas y horas de entrenamiento. "El objetivo con el que vamos a los Juegos es el de hacernos con un diploma olímpico", se marca Casas, que ofrece los resultados que ha obtenido en estos dos años de clasificación como la mejor garantía de cara a Río.
La pasión de Helena por las bicis le viene desde la infancia, donde encontró entre los suyos a sus primeros maestros. "Mi abuelo y mi padre crearon un club y una escuela y ahí iniciamos nuestras primeras pedaladas tanto mis hermanos, como yo y mis primos". A medida que su amor por el ciclismo iba creciendo, también iba centrándose en la pista. Y sobre dos ruedas también encontró el amor en la vida. "A Itmar lo conocí también encima de la bici. Nos conocimos en el CAR de Sant Cugat, entrenábamos juntos. También empezamos a hacer a viajes juntos a competiciones y todo eso nos fue uniendo más. Ahora tengo en él un apoyo enorme".
"Mi día a día es un poco estresante pero tengo la suerte de poder ganarme la vida con el ciclismo, gracias a la beca ADO"
Su vida en estos momentos pasa por compaginar los estudios de Psicología con su trabajo como ciclista profesional. "Mi día a día es un poco estresante pero tengo la suerte de poder ganarme la vida con el ciclismo, gracias a la beca ADO", confiesa, sabedora del gran privilegio que eso supone en un deporte en el que también ha conocido las apreturas de la crisis: "Aunque la Federación hace un esfuerzo pagándonos los viajes a Mundiales, Copas del Mundo y Europeos, las competiciones en pruebas individuales nos las tenemos que costear nosotros, ahí es donde más hemos notado la crisis".
Pese a ser uno de los deportes más espectaculares que se pueden contemplar en unos Juegos, el ciclismo en pista es el hermano pequeño del ciclismo en ruta. Y los que lo practican en España se topan con muros en forma de velódromos. "Hay muy pocos y solo el Palma Arena tiene la pista de madera y es cubierto, que son las características que luego nos encontramos en la competición". Helena, por eso, se tiene que conformar con practicar en uno de cemento, el único que hay en la Comunidad de Madrid.
"La psicología se puede aplicar al ciclismo en pista en temas de relajación, de visualización de objetivos..."
Pero, pese a las dificultades, no pierde la sonrisa. Su vida gira en torno a ese anillo ovalado de 250 metros en el que llegan a alcanzarse más de 70 km/h. "Cuando vamos a esas velocidades no da tiempo a pensar en nada, solo piensas en darle más fuerte", confiesa, consciente de que en la pista, en la que todo se decide en milésimas de segundo, no hay lugar para la duda: "Si te paras a pensar mucho, ya es tarde, has perdido tu momento". Para tener la cabeza fría y el corazón caliente en el momento de las carreras se apoya en lo que aprende en sus estudios: "La psicología se puede aplicar en temas de relajación, de visualización de objetivos, de no darle demasiada importancia a una situación concreta para que no te cree un estrés negativo".
Una filosofía que a los 27 años le ha llevado a pelear por hacerse un hueco a pedaladas entre las mejores del mundo. Eso y un entrenamiento sin apenas descanso. "Nosotros combinamos el trabajo en la pista con sesiones en la carretera y con las horas en el gimnasio", donde confiesa que suele cargar entre 120 y 125 kilos a la hora de hacer sentadillas. Y es que sus piernas imponen. Son las artífices de llevar a la bicicleta hacia el éxito: "Lo importante en el ciclismo en pista es la correlación que tiene que haber entre los vatios que tiramos y nuestro peso, deber estar todo en equilibrio".
Un equilibrio que debe trasladar a sus bicis. En total, tiene tres de carretera y dos para la pista. Y ahora espera con deseo a su nueva joya: "Para Río está previsto comprar unas Look, que rondan los 5.000 o 6.000 euros, con las que ganaremos en rigidez, lo que mejorará el rendimiento en la competición".
"En el ciclismo todavía hay bastante machaque con los casos de positivo pero es un deporte en el que se pasa muchos más controles que en otros y en cambios los positivos son un porcentaje muy bajo"
Un rendimiento que Helena, harta de oír hablar de dopaje en ciclismo, solo concibe sin trampas. "En el ciclismo todavía hay bastante machaque con los casos de positivo pero es un deporte en el que se pasa muchos más controles que en otros y en cambios los positivos son un porcentaje muy bajo. Es el deporte en el que todavía se resalta más la trampa que los resultados". Un dopaje biológico al que se ha sumado en los últimos tiempos el tecnológico. Helena, sin embargo, duda de que en Río se den casos de motores ocultos: "Seguro que será un tema a controlar en los Juegos pero poner un motor supone añadir un peso a la bici que no compensa los vatios extra que te pueda aportar".
Solo la quedan unos meses para demostrar que su apuesta es segura, que España vuelve a tener en el ciclismo en pista un baluarte. Y ella, además de darlo todo en el velódromo brasileño, compartirá momentos irrepetibles con ídolos que ahora todavía contempla por televisión como Ona Carbonell, Gema Mengual, las chicas del waterpolo con el rey de la velocidad, el jamaicano Usain Bolt. Y cuando todo pase, volverá a Vila-Seca para recuperar esa otra vida que le roba el ciclismo. Las comidas familiares, las terrazas con las amigas, las sesiones de cine, los paseos por la playa...
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