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Lo que cose Agüero lo descosen los de atrás

El argentino hizo dos golazos y fabricó otro para Forlán.

LADISLAO J. MOÑINO

La diferencia entre los que atacan y los que defienden estuvo a punto de costarle la derrota al Atlético en Moscú. A día de hoy hay un abismo entre lo que ofrecen  Agüero y Forlán y lo que solventan Antonio López, Eller, Pablo y Pernía; todo contra nada. Lo que cosen los de arriba lo descosen los de abajo. Los del medio pintaron poco porque Aguirre se los salta en ataque con el fútbol directo que propone. En defensa ni la vieron.

Da igual que Agüero optimice dos balones que no iban a ninguna parte. Que ponga al servicio del equipo las exquisiteces de los grandes jugadores. Que de donde no había nada fabrique dos goles. La defensa lo desbarata todo. Esas dos pelotas caídas del cielo las convirtió en gol directa e indirectamente. La primera fue un prodigio de técnica. El control con la derecha fue un pase para su pierna izquierda, armada ya para el zurriagazo; gol.

El segundo pelotazo aéreo lo prolongó de cabeza para Forlán, que no definió a un toque como acostumbra. Reventó la cintura de su marcador antes de matar al portero. El gol puso por delante al Atlético, que empezó perdiendo por un gol muy de la escuela soviética. Varios toques rápidos, que desencajaron a toda la defensa rojiblanca, y una manada que pisa área. La pelota la empujó Bilyaletdinov  como lo pudo hacer cualquiera de los que le acompañaban. Los defensas estaban en la frontal del área pequeña marcándose entre ellos. O eso parecía.

Los otros dos goles de los rusos volvieron a explicar esa diferencia de prestaciones entre los que tienen que marcar goles y los que tienen que evitarlo. Odemwingie remachó un pase de la muerte sin nadie que le marcara a. El tercero también lo hizo Odemwingie tras varios rechaces en los que ni Abbiati ni sus defensas se impusieron.

Con 3-2 Agüero tuvo que hacer de siete, de diez, de nueve y de once. Y el tercer gol, claro. Abrió las piernas,  dejó pasar el balón para burlar al central y explotó en una carrera corta. Trastavillado por el empujón que recibió, le dio un pase a la red como dicen los clásicos argentinos. Cosió otra vez lo que descosieron los de atrás.

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