Ha sido psicóloga del Betis, donde se captó una imagen que recorrió el mundo cuando Rubén Castro, un delantero emotivo, corrió a abrazarla nada más marcar un gol. Sin embargo, esta noche no sucederá eso en el Benito Villamarín, no estará a pie de cancha y no habrá música de Serrat en el vestuario. Al menos, no será Patricia Ramírez Loeffler la que la ponga como hizo aquella vez en Mallorca que acabó con una maravillosa victoria. 'Aunque no hay que confundirse', matiza ahora Patricia. 'En el fútbol no se gana con una canción. Otra cosa es que esa letra tenga un efecto motivador e invite a los futbolistas a reflexionar sobre un mensaje. La música es un estado de ánimo. Y aquella vez recuerdo que la canción era 'De vez en cuando la vida nos besa en la boca....' de Serrat. Pero insisto que en el fútbol se gana con el talento de los futbolistas'.
Y esos futbolistas, aquel Rubén Castro, 'que fue capaz de jugar 45 minutos con un esguince de tobillo', son los héroes que el fútbol le dejó a Patricia, una mujer interesante, comprometida con ella misma ('no se puede pasar por esta vida sin pena ni gloria') y demasiado positiva. 'Por aquí sólo se pasa una vez y cuando conozco a alguien lo último que pienso es en que me pueda fallar'. Su personalidad es así de pasional. 'He aprendido a entregarme con el riesgo del sufrimiento'. Pero no le importa: será siempre así.
Hoy, Patricia Ramírez ha ascendido de popularidad con un libro maravillosamente contado, Entrénate para la vida. Su escritura es como ella misma, simple, práctico y, a veces, conmovedor cuando se la pregunta por los fracasos en el fútbol y en la vida que tanto nos preocupan. 'No, hombre', rebate. 'Los fracasos son momentáneos'. A lo sumo, los califica como 'una experiencia más' y tan solo reserva esa palabra para 'los que no lo intentan'.
Por lo demás, la conversación con Patricia siempre será enriquecedora. Jamás renuncia a las posibilidades de la palabra, a respuestas cortas que probablemente sean más taxativas que las preguntas y tan sólo existe una pega: no quiere hablar del fútbol, no quiere volver al vestuario del Betis, 'no por nada, sino porque no me gusta hablar de lo que ya no controlo'. Pero en su vida siempre existirá el recuerdo de un vestuario con olor a linimento, trozos de hierba, tacos metálicos y un trozo de papel, que sería el suyo. 'Siempre hay que delegar y yo delego en el papel'. Y, si hace falta, después pregunta en la consulta o en el vestuario: '¿Sabes que te puedo entrenar para ser feliz?' Y nos hace parte de ella misma: 'Pase lo que pase, yo tengo hacer que pase'. Y entonces no hay más que recordar ese gol de Rubén Castro, el del abrazo, el de una victoria inolvidable y el que, sí, la hizo llorar de emoción.
Fue otra vida, como la que se vivirá esta noche en el Villamarín y que no se parece a la vida que ahora lleva Patricia Ramírez en la consulta, en multitud de conferencias o ella misma, a solas frente a las teclas del ordenador. Entonces tampoco se olvida de Serrat, porque hoy también puede ser un gran día. Y, aunque ahora está liada en el coche por las calles de Málaga, incapaz de encontrar la universidad, donde impartirá una nueva conferencia, Patricia sabe que difícilmente encontrará en una empresa un sentido de la solidaridad como lo que vivió en Betis o Mallorca.
'La gente no quiere pasarlo mal, y todo se quiere hacer bajo un estado de bienestar, pero la vida no es un camino de rosas'
'La diferencia es que en el fútbol el trabajo en equipo empieza a los seis años, y eso que has aprendido no te lo quita nadie', explica. 'Sin embargo, en una empresa comienza el día que firmas tu primer contrato cuando ya llevas mucho camino recorrido'. Quizá por eso sería maravilloso trabajar con niños, aunque Patricia ha de conformarse 'con adultos que pongan interés' y, en una terminología como la suya, 'que le den permiso para cambiar sus hábitos si es que realmente es necesario'.
Quizá por eso Patricia tampoco se separa de Twitter, donde ya tiene más de 27.000 seguidores, y 140 caracteres con los que se pueden derribar fronteras. 'Veo una media de diez pacientes al día, hago mis reflexiones y saco mis conclusiones, que son las que expreso en Twitter'. Ella misma se pregunta por qué y, aunque no hay una sola respuesta, supone que es porque le apasiona su trabajo. 'También viajo mucho y paso tiempo en el AVE y te permite reflexionar más. Y el hecho de que una persona salga de la consulta con más autoestima de la que entró me parece apasionante, sí'.
En realidad, Patricia trabaja en un mundo de emociones en el que no todo son las motivaciones. Ni en el fútbol ni en la vida. 'Hay cosas que hay que hacer sí so sí, porque forman parte de las obligaciones del día a día'. Por eso habla de 'la técnica del jódete' que no es más que un reflejo de la vida. 'La gente no quiere pasarlo mal, y todo se quiere hacer bajo un estado de bienestar, pero la vida no es un camino de rosas'. En este sentido no acusa a los conflictos. 'Son buenos, porque permiten avanzar y si surgen es porque hay un problema'. Y entonces es como si regresase al mundo del fútbol 'en el que se exagera todo para bien o para mal y hasta se sufre demasiado y, a menudo, nos olvidamos de que solo es un juego'. Quizá fue la enseñanza que dejó en el vestuario del Betis, todo ese sentido común en el que no se admitían frases hechas. Por eso ahora que le pregunto a Patricia si es verdad que el tren sólo pasa una vez en la vida, explica: 'Cada día puedes luchar para crear oportunidades, pero no todos los días las vas a encontrar'.
Así que la dejo en Málaga, donde las prisas no impiden el ejemplo: 'Me siento en equilibrio, en paz conmigo misma'. Tiene una ventaja, la organización ('es que soy alemana') y una seguridad ('todas las crisis ayudan a reinventarnos'). Y esta noche de sábado claro que no perderá de vista a ese Betis que está en alguna parte más que su corazón. Allí aprendió demasiado y no olvidó. Aprendió, por ejemplo, que para los futbolistas lo realmente difícil 'no es sobrevivir al autógrafo, sino a la crítica', y aprendió también 'a vivir con esa tensión que te deja el fútbol, a tolerar la frustración, a aliviar el fracaso'. Y a defender toda esa intensidad. 'En el fútbol hay de todo. Gente pasional, racional y emocional, que saben que sólo existen tres posibilidades: ganar, perder o empatar. Y todos quieren ganar, incluso cuando el rival es superior'.
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