He conocido a un chico de mi país tirado en un parque, ¿podemos hacer algo por él?'. Necesita abrigo y algo de dinero'.
Aquel chico que estaba tirado en un parque era Alemayehu Bezabeh, que el pasado domingo se proclamó campeón de Europa de cross vistiendo los colores de España. Cuando llegó a Madrid, tuvo que sobrevivir durmiendo a la intemperie, hoy se gana la vida con sus piernas. Las palabras que pedían socorro para el etíope eran de Fakidu Bekele, un antiguo campeón del Maratón Popular de Madrid que se convirtió en su ángel de la guarda. Le enseñó la Asociación Karibu de acogida de africanos y el club atlético en el que desarrollaría todo su talento.
Ayer, el trabajo en la asociación era el mismo que de costumbre, pero los detalles se colaban en la rutina para hacer del lunes un día especial. La mesa del director del centro de ayuda tenía recortes de periódico en los que aparecía Bezabeh como protagonista. Ellos le ayudaron a sobrevivir y le colocaron en un piso de acogida en la zona de Delicias, junto a otros africanos. 'Es para gente que no ha cumplido los 18 y que ha terminado su tutela', comenta Antonio Díaz de Freijo, director del centro. En su despacho se puede ver la primera copa que ganó el etíope en España. A Bezabeh hubo que hacerle unas pruebas médicas para determinar su edad, puesto que ni él mismo sabe su fecha de nacimiento. Una vez que supieron que nació en 1986, fecharon su cumpleaños el 1 de enero.
Alemayehu fue recogido por la Asociación Karibu y el club Bikila
En su primer hogar, Alemayehu se encontró con Daniel, un sonriente ghanés que, como él, también llegó al país sin papeles. 'A veces teníamos riñas, pero era muy buena gente', recuerda su compañero de piso. 'Cuando llegaba a casa, nos enseñaba sus copas, ganaba muchas', rememora Daniel, que hoy es tapicero gracias a un curso de formación profesional y ya tiene regularizada su situación. Desde el primer momento, Bezabeh tenía claro cuáles eran los pasos a seguir y los cuidados que debía tomar.
'A veces llegaba a casa y nos pedía que le ayudásemos a ponerse hielo en alguna lesión', comenta Daniel, que recuerda a Bezabeh bebiendo Coca-Cola camino del Parque de la Bombilla, donde se entrenaba.
Su club, el Bikila, le prestó la ayuda que necesitaba y también lo asesoró para conseguir los permisos de residencia en España. 'Cuando llegó, se le notaba en los ojos que estaba muy asustado', recuerda López.No era la primera vez que un joven atleta con problemas aparecía por allí. 'Ahora también tenemos tiendas, antes éramos sólo un club. A principios de los noventa, había muchos marroquíes que competían con nosotros y siempre tuve una gran relación con ellos, tenían hasta las llaves de mi casa', comenta Isidro López, presidente del club, al que no sorprendió el éxito de su pupilo en el Europeo. 'Cuando pudo competir, lo apuntamos al Nacional sub-23 de Valladolid e hizo muy buen papel. No ganaba, pero hacía buenas posiciones', afirma.
Su mayor éxito llegó en el Europeo, pero la mayor alegría fue tener papeles
Los que conocen a Bezabeh hablan de él como un chico tímido y con problemas para aprender castellano. 'Los que vienen de países de habla inglesa o francesa lo tienen más fácil, pero el salto del etíope al castellano es mucho más duro, por eso le costó', recuerda Díaz Freijo. Esa timidez, sin embargo, se disipaba cuando estaba en casa. 'Allí era hablador', comenta Daniel.
La del domingo fue la mayor victoria deportiva de Bezabeh, aunque no ganó dinero, sino bonos de la marca deportiva que le viste. Sin embargo, no fue su momento más feliz, pues ese queda reservado para el día en que consiguió la nacionalidad española. 'Cuando se la dieron, me enseñó orgulloso su documentación', recuerda Daniel, que sigue viéndose con su amigo.
En esos ratos, el atleta cuenta sus batallitas: 'Nos habló de los Juegos de Pekín'. En esa cita, Bezabeh quedó undécimo en el 5.000, lo que le valió para mejorar su beca ADO hasta los 17.000 euros anuales que cobra ahora.
En su carrera, ha tenido premios de todo tipo porque los grandes se forjan corriendo mucho. Por ejemplo, en el Cross de Quintanar de la Orden, ganó 500 euros y sus 57 kilos en vino y queso.
El chico que estaba tirado en un parque de Madrid ha logrado el mayor éxito del cross español. Un oro que también se merecen quienes le ayudaron a sobrevivir.
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