Una sala oscura. Una mano rápida como un relámpago. Así fue la acción decisiva, el tocado final que desequilibró uno de los duelos más igualados que se pueden ver en la esgrima. El madrileño José Luis Abajo, el hombre que pasó ayer a la historia por partida doble, ganaba el combate por la medalla de bronce al húngaro Gabor Boczko gracias a su virtud más importante: la agresividad.
Abajo, apodado ‘Pirri' desde la infancia, logró la primera medalla olímpica de la esgrima española en un duelo final disputadísimo, emocionante hasta el último lance. Ganó por un solo tocado: 8-7, en el minuto de desempate.
El duelo comenzó con la iniciativa del húngaro. 'Boczko no se le da nada bien a ‘Pirri'. Creo que se han enfrentado dos veces y ha perdido las dos', había alertado Jorge Pina, otro de los tiradores españoles, que sin embargo confiaba en la seguridad de Abajo. 'Siempre dice que va a ganar. Ojalá yo fuera así' recalcaba Pina. Boczko se situó con 2-1 a su favor pero pronto volvió la igualdad y el primero de los tres segmentos finalizó con un empate a tres.
En el segundo parcial, el español arrancó muy bien. Se posicionó a la perfección, ganó el centro, desplazó mucho a su rival, le buscó los pies y los supo encontrar: logró dos tocados que le situaban con un tranquilizador 5-3. Boczko reaccionó, se movió bien a la contra y volvió a igualar. El segundo segmento concluía con 6-6.
Faltaban los tres minutos finales. En lugar del tramo final de un combate de esgrima, la acción recordaba en todo momento al primero de los asaltos de un combate de boxeo. Tanteo, estudio y mucho respeto. Fue un segmento de espera, de aguardar alguna acción alocada o nerviosa del rival para acertarle a la contra. Un solo tocado doble y tras los nueve minutos reglamentarios del combate, el marcador señalaba 7-7.
El desempate fue de una emoción incontenible. La oscuridad que envolvía el pabellón, el silencio absoluto, la sensación del todo o nada, de que un lance afortunado o desafortunado iba a desequilibrar la balanza hacia un lado, iba a llenar nuestra esgrima de alegría o de tristeza, sin punto medio posible. Los españoles estabamos sobrecogidos en todo el episodio final. Era el ser o no ser de la esgrima española en los Juegos Olímpicos. Un deporte que se ha llenado de medallas, de todos los colores, en campeonatos del mundo y que jamás era capaz de convertir esos metales en medallas olímpicas.
Comienza el último acto. Abajo y Boczko se estudian de nuevo. El español ataca con timidez. Mediado el minuto se registra un ataque de gran tensión, en el que no puntúa ninguno de los dos. Del público emerge un grito extraño y contenido, una mezcla de tensión y alivio. Por último, 'Pirri' lanza un movimiento rapidísimo y consigue el definitivo 8-7 que le adjudica la medalla de bronce.
Primera medalla olímpica de la esgrima española y medalla número 100 del deporte español en los Juegos.‘Pirri', un tirador famoso entre sus compañeros por su constante confianza en sí mismo, confesó después que se había venido más abajo que su apellido tras perder la semifinal con el italiano Tagliarol. Sin embargo, el trabajo psíquico de su maestro Ángel Fernández logró levantarme el ánimo a base de decirle constantemente que pensara en su hija Lucía, de cuatro meses. También le ayudó a concentrarse la música de Gilberto Silva, que estuvo escuchando durante todo el día, entre asalto y asalto.
La ironía es que la jornada podría haber tenido un desenlace totalmente diferente para José Luis Abajo, hijo de un militar ya fallecido, que también practicó con éxito la esgrima. Como si se tratara de la genial película 'Match Point' de Woody Allen, la pelota se paseó por encima de la cinta en su primer asalto, el de los dieciseisavos de final. Abajo estuvo a punto de ser eliminado pero la fortuna estuvo de su lado. Con el marcador en 14-14,
‘Pirri' logró el tocado definitivo, el 15-14 que eliminaba al coreano Kim Wo Jim y le daba el acceso a los octavos de final, en los que derrotó con facilidad (15-9) al francés Jerome Jeannet, cuyo hermano ganaría la medalla de plata. En cuartos de final, José Luis venció por un ajustado 14-13 al italiano Confalonieri antes de perder la semifinal con su compatriota Tagliarol por 15-12, un combate que comenzó ganando por 6-4 pero dejó escapar.
Tras ganar la medalla, sus primeras palabras reflejaban su carácter autocrítico. 'La verdad es que yo me definiría como un tirador bastante bruto. Soy muy agresivo y eso a veces me perjudica. Soy de mano rápida'. Ayer lo supo aprovechar. La mano rápida agarró el bronce.
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