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Víctor Erice salda cuentas con el cine y con su pasado en 'Cerrar los ojos'

El cineasta estrena nueva película más de treinta años después de su anterior largometraje. Presentada en el Festival de Cannes con ovación y con polémica, la cinta es un ajuste de cuentas con su carrera y con el pasado.

El cineasta Víctor Erice con la actriz Ana Torrent, en el rodaje (Avalon)
El cineasta Víctor Erice con la actriz Ana Torrent, en el rodaje. Avalon

Víctor Erice, el cineasta español vivo más respetado hoy en el mundo, ha reaparecido para desquitarse con el pasado. Más de treinta años después del estreno de El sol del membrillo, vuelve con un nuevo largometraje, Cerrar los ojos, una película-testamento en la que recorre años de una carrera varias veces interrumpida, evoca frustraciones por películas inacabadas y, a pesar de ello, celebra el cine y los magníficos tesoros escondidos en preciosos rollos de celuloide.

Estrenada en Cannes con polémica –palabra que ya ha acompañado antes a Erice–, la película recibió una larga ovación en el certamen, en la proyección de la sección Cannes Premiere, a la que no acudió el cineasta. "Refugiado en un silencio consolador", según escribió en una carta pública, Erice protestaba así por la falta de diálogo con el delegado general del festival, Thierry Frémaux. Éste por su parte mostró su desconcierto ante la postura del español y subrayó el "orgullo" de haber acogido la película en la 76 edición.

Si estuvo donde debía o no, no interesa ya a la mayoría, aunque seguramente para Víctor Erice será una prueba más de la brecha que se ha abierto en el mundo de la cultura y del cine en el que comenzó y el que vivimos estos días. Y, justamente, ese puente entre el pasado y el presente es lo que gobierna en Cerrar los ojos, una película, en sus propias palabras, sobre "la identidad y la memoria, dos temas íntimamente relacionados".

"Fantasmas de una historia única"

Protagonizada por Manolo Solo, espléndido en su papel de Miguel Garay, un director de cine de la ficción, alter ego de Víctor Erice, la historia recorre esos años pasados para llegar hasta hoy siguiendo las pistas de un actor desaparecido. En el rodaje de una película, Julio Arenas desaparece. Garay deja inacabada la película y se retira. Ahora vive en una caravana en Almería, donde un programa de televisión le contacta para que hable de su amigo perdido.

Como Garay, que decide salir a buscar a Julio Arenas, Víctor Erice resuelve también ir a buscarse a sí mismo y su cine. Y lo hace, como el personaje, explorando en sus propias películas. "Memoria, en fin, del cinematógrafo: copias guardadas en su ataúd de latón, lejos de las salas que le vieron nacer, fantasmas de una historia única, socialmente usurpada por el Audiovisual. Memoria –ya larga–, como la de quien escribe estas líneas", dice el autor en las notas de dirección de la película.

El actor Manolo Solo es el protagonista de la película (Avalon)
El actor Manolo Solo es el protagonista de la película. Avalon

Ficción dentro de la ficción, Cerrar los ojos recupera la narrativa más clásica, el plano-contraplano, los diálogos, "su canon ilusionista", y la combina con la del cine moderno, "preñada de realidad". Épicas cargadas de simetrías, a su vez, con la obra fílmica de Víctor Erice, y adornadas con brillantes referentes.

"Todo lo he premeditado"

1947, quinta de Triste-le-Roy. Cansado de luchar, viejo y enfermo, Mr. Levy encarga a un hombre que encuentre a su única hija. Es la escena de la película dentro de la película, la última toma de rodaje en la que desapareció veinte años atrás Julio Arenas. Josep María Pou -magnífico, como siempre– y José Coronado cara a cara, como Lönnrot y Scharlach, el criminal y el detective de La muerte y la brújula, del inmenso Borges.

"Todo lo he premeditado, Erik Lönnrot, para atraerlo a usted a las soledades de Triste-le-Roy", confesaba el delincuente Scharlach al detective en el relato. Como el primero, y su "mente maestra", Mr. Levy ha preparado minuciosamente todo para atraer a la quinta de Triste-le-Roy a un aventurero para que encuentre en Shanghay a su única hija. Como Borges, el cineasta Víctor Erice encierra en un fragmento de ficción todas sus intenciones. Ahí, la desilusión que todavía escuece por no haber podido sacar adelante el proyecto de El embrujo de Shanghay.

50 años después de 'El espíritu de la colmena'

Es solo el comienzo de una historia que da vueltas alrededor del creador y su obra, de la memoria y el tiempo… y del cine. Y por ello, un cine cerrado de un pueblo reabre las puertas a los personajes de esta historia: el director Garay-Erice, el actor desaparecido Julio Arenas –Coronado– y su hija Ana Arenas –Ana Torrent–. En ellos asoma la fascinación por las imágenes proyectadas. Y en perfecta armonía con los ojos muy abiertos de Ana Torrent, sorprendidos ante el Frankenstein de James Whale, se cierran los ojos de Julio Arenas. Medio siglo después de El espíritu de la colmena, Víctor Erice, 83 años, salda cuentas con el pasado.

José Coronado, en una secuencia de la película (Avalon)
José Coronado, en una secuencia de la película. Avalon

"En el transcurso del tiempo, uno ha perdido la memoria por completo, hasta el punto de que no sabe quién es ni quién fue", escribe de uno de sus personajes Erice, que dice del otro, de su alter ego, su yo en esta ficción: "El otro, tratando de olvidar, y a pesar de haberse refugiado en un rincón, comprueba una vez más que la sigue llevando a cuestas, con su carga de dolor".

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