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El pueblo que no quería ver a la colegiala embarazada

El artista dominicano Jorge Pineda visibilizó el abuso infantil en su obra, que protagoniza la exposición 'Happy' en el Centro de Arte Complutense (Madrid).

El artista dominicano Jorge Pineda denuncia en su obra el abuso infantil.
El artista dominicano Jorge Pineda denuncia en su obra el abuso infantil. Patricia Nieto / c arte c

La obra de Jorge Pineda también es lo que no se ve.

Detrás del maniquí de una colegiala embarazada podría ocultarse un agresor sexual.

Ese violador podría ser su abuelo, su padre, su tío, su hermano.

No lo sabemos, pero tampoco queremos saberlo. De ahí que en la República Dominicana Colección primavera fuese objeto de escándalo.

El escándalo, en realidad, es el altísimo número de embarazos de niñas y adolescentes en el país caribeño.

El escándalo también es el abandono escolar que provocan esos embarazos no deseados.

Dejan la escuela porque llevan el estigma en el cuerpo. O las expulsan porque ser niña y madre no da buen ejemplo a sus compañeras.

Jorge Pineda interpela al espectador: "Si lo deseas, elige un modelo y cambia la niña".

Junto a la niña hay un perchero, también llamado burro, donde cuelgan blusas y faldas de colegiala. Jorge Pineda también podría haber propuesto: "Elige a una niña y cambia el modelo".

Una polémica embarazosa y estéril a un tiempo. "Los simulacros a veces tienen la capacidad de generar una controversia superior a la propia realidad", explica el crítico de arte Fernando Castro Flórez. "Nos escandalizan las obras, pero estamos ciegos o ni siquiera queremos contemplar lo que sucede en la vida real".

Sin embargo, el vocerío ruge cuando la obra de Jorge Pineda (Barahona, 1961 - Santo Domingo, 2023) penetra en el "sacrosanto templo" del museo, pues el biempensante mal piensa que "el arte no debería contaminarse con las dinámicas y las toxicidades de la vida cotidiana", reflexiona el experto en la obra del artista dominicano, cuyo trabajo puede verse hasta el 7 de abril en el Centro de Arte Complutense (Madrid).

En Happy, comisariada por Centro León (Sara Hermann Morera, Laura Bisonó Smith y Víctor Martínez Álvarez) y Javier Martín-Jiménez, están presentes algunos de los temas recurrentes del autor, como la violencia —también contra la mujer—, aunque duelen las obras donde aborda el abuso infantil. Ambos se funden en Niña tatuada, una muñeca con piropos estampados en su cuerpo desnudo, esos insultos callejeros. "Cuánta carne y yo sin freno", puede leerse en la piel de plástico.

"​​Jorge Pineda percibía que esas crías y mujeres están tan acostumbradas a esa terrible violencia verbal que termina tatuándose en su piel, porque no son piropos, sino barbaridades", cree Javier Martín-Jiménez.

'Niña tatuada', de Jorge Pineda, en la exposición 'Happy' (Centro de Arte Complutense).
'Niña tatuada', de Jorge Pineda, en la exposición 'Happy' (Centro de Arte Complutense). Patricia Nieto

El gestor cultural y comisario de Happy advierte, además, una cuádruple violencia que anula a la colegiala embarazada.

El alto índice de abusos a menores, que derivan en gestaciones.

La sexualización de las niñas desde una edad muy temprana, tanto en la República Dominicana como en otros países latinoamericanos.

La falta de educación sexual, que también deriva en embarazos no deseados.

Y la negación de un futuro: "La expulsan del colegio, le impiden aspirar a un mundo mejor y la ocultan en el ámbito doméstico".

A simple vista, las prendas que cuelgan del perchero apenas se diferencian por algún pequeño adorno, pero Javier Martín-Jiménez subraya la intención del artista, quien "ha adaptado los uniformes escolares a los cambios corporales de esa niña embarazada".

Si la blusa le oprime la barriga, "elige un modelo y cambia la niña", propone Jorge Pineda.

"Si lo deseas".

Visibilizar el abuso infantil

"El arte no tiene por qué ser únicamente un sistema de experiencias estético-ornamentales. También debe permitirnos desarrollar un pensamiento crítico y dar cuenta de lo que sucede en la sociedad", afirma el profesor de Estética y Teoría de las Artes de la Universidad Autónoma de Madrid. "Por eso, él los convierte en un tema central, de una forma estratégicamente muy bien planteada, pues no utiliza una táctica de shock ni de extrema provocación, sino que parece que los envuelve en un cuento".

El propio artista, en una conversación con Sara Hermann, comentaba: "Trato de desnudar la pieza de toda moraleja, y de solo incluir los datos de una fábula que el espectador reconstruye a su imagen y semejanza".

Por ello, algunas de sus obras son muy sutiles o veladas, pues no remiten directa ni necesariamente al abuso infantil, aunque sí al miedo sordo, al grito silenciado, al cuerpo sin rostro. "También a esos sueños y deseos que todos alimentamos cuando éramos infantes, hasta que la cruda realidad te pega una impresionante bofetada, empiezas a ver las cosas de una manera mucho más triste y ácida y te das cuenta de que el mal y la maldad existen", piensa Castro Flórez.

'Colección primavera', de Jorge Pineda, denuncia el abuso infantil y los embarazos no deseados.
'Colección primavera', de Jorge Pineda, denuncia el abuso infantil y los embarazos no deseados. P. Nieto

Javier Martín-Jiménez insiste en que "Jorge Pineda no quería dar respuestas, sino que su trabajo generara preguntas".

"Todo lo que vemos en la exposición nos está hablando de temas incómodos para la sociedad. Somos muy hipócritas, pero no solo respecto al abuso infantil, sino en general, porque hay muchas otras violencias que nos cuesta entender, que no queremos ver o que miramos de soslayo. Su arte nos pone delante de cuestiones [espinosas] que no verbalizamos, que nos dan vergüenza y que consideramos que no nos tocan a nosotros, aunque no sea verdad. Por eso su obra es tan universal", razona el comisario de Happy. Porque todo ocurre allí y aquí, pese a que cerremos los ojos.

Víctimas de violencias sexuales

Castro Flórez también atisba a los menores víctimas del turismo sexual en un país con un "auténtico tráfico y comercio de la carne" donde, allí como en otras latitudes, campa "la inmoralidad y la indecencia antihumana" a lomos de "turistas podridos" que se aprovechan de la pobreza y alimentan la prostitución como "forma primitiva de la alienación".

No se ve, pero quizás también esté. Como la niña de Santos inocentes, que se esconde detrás de la pared. Un símbolo de los temores de la infancia, cree el crítico de arte, como cuando un crío se tapa con una sábana para no ser visto por el monstruo, hasta que se queda atrapado en sus miedos y termina convirtiéndose en la propia tela.

En Mamá II, es la madre quien cubre a su hija en plena calle para camuflarla y alejarla de los peligros.

Inquietantes las piernas de una niña —¿sin vida?— que sobresalen bajo las flores de cartón de Entropía.

Y aparentemente naíf y juguetón el jardín zen de I'm so fucking happy, donde sustituye la arena por confeti. "Detrás de esos colores late una dinámica de rabia, de frustración y de sufrimiento. Sin embargo, el artista no la formula de una manera rabiosa, porque no recurre a la pancarta, ni al panfleto, ni a la designación del culpable. En realidad, lo que quiere es dar un lugar de acogida a los abusados. Porque, aunque brille por su ausencia, el abusador tiene un protagonismo gigantesco".

Ese confeti, advierte el filósofo y crítico, en algún momento se convertirá en arena, en ceniza, en desierto.

'Niña tatuada', obra de Jorge Pineda que denuncia la violencia verbal de los piropos a las niñas y mujeres.
'Niña tatuada', obra de Jorge Pineda que denuncia la violencia verbal de los piropos a las niñas y mujeres. Alicia Abascal

"Jorge Pineda señala un tabú o un tema que la sociedad no quiere contemplar ni quiere atajar. Así, cuenta cosas muy crudas, pero utiliza el poder de la simbolización y la capacidad de crear alegorías", analiza Castro Flórez, quien trabajó en varias muestras con el dominicano, fallecido hace un año, por lo que no fue testigo de la polémica que generó su colegiala embarazada en la Bienal Nacional de Artes Visuales, celebrada el pasado agosto.

De tanto observar la cotidianidad, se había vuelto invisible para el espectador. De ahí su afán por visibilizar las realidades que tenemos delante y no vemos, como el abuso infantil. "La violencia tiene muchas manifestaciones. A veces, está ante nosotros y somos incapaces de percibirla. Me encanta cuando puedo desenmascararla, hacerla visible", le comentaba Jorge Pineda a Sara Hermann.

Una de esas manifestaciones, aunque no forma parte de la exposición, está presente en Niña con máscara de piel de muñeca —también embarazada—, donde Castro Flórez intuye "la mancillación de la eyaculación" en la pintura blanca chorreante.

"Mis imágenes son metáforas de una sociedad que se niega a crecer y que prefiere comportarse mal a asumir sus responsabilidades", le dijo a Carlos Garrido el artista dominicano, cuya muestra permanecerá abierta durante la inminente edición de Arco, que estará protagonizada por el Caribe.

Sin embargo, deberían gozar del derecho a crecer los adolescentes de la serie Afro, tallas de madera sin cabeza a las que alude Javier Martín-Jiménez: "Las fragilidades comienzan en la infancia, pero continúan en la adolescencia e incluso en la edad adulta. Los miedos, las ansiedades, las violencias… y también la generación de la identidad, de ahí que todos los críos y jóvenes de la exposición no tengan rostro o se lo tapen. La única forma de identificarlos es por su lenguaje corporal o por su vestimenta, que son máscaras que nos vamos poniendo para definir cómo queremos ser vistos".

¿Happy?

"El propio título de la exposición es provocador", concluye Castro Flórez. "Y sí, es Feliz porque toda la obra está atravesada por la indignación, por la crítica y por un sabor agridulce, pero también por una necesidad de no paralizarse ante las verdades amargas".

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