Público
Público

De la Plaça Sant Vicenç al restaurante 'El Vell de Sarrià', un paseo sensorial por la Barcelona de Gabriel García Márquez

El festival de literatura latinoamericana KMAmèrica cierra su primera edición evocando el barrio de Sarrià donde el escritor colombiano residió entre 1967 y 1975.

19/06/2022 - Un instant de la ruta 'El rastre de Gabo per Barcelona'.
Un momento de la ruta 'El rastro de Gabo por Barcelona'. Jordi de Miguel

"A ver: ¿por qué creéis que Gabriel García Márquez vino a vivir a Barcelona?". Ésta es más o menos fácil. Primera parada. Domingo. 12:13h. Estamos en la pequeña Plaça Sant Vicenç de Sarrià. Hemos llegado desde la Casa Orlandai, punto de encuentro de la ruta El rastro de Gabo por Barcelona, ​​que han organizado Casa Amèrica Catalunya y Biblioteques de Barcelona en el marco del nuevo festival de literatura latinoamericana KMAmèrica y de la inauguración de la nueva biblioteca pública de Sant Martí que lleva el nombre del premio Nobel colombiano.

La historiadora Alma Reza responde a la pregunta: "Él valoraba mucho el carácter reservado y tranquilo de su gente: consideraba que Barcelona era una buena ciudad para vivir y escribir. Además, aquí se encontraba su agente literaria, Carmen Balcells, quien revolucionó el mundo editorial e hizo posible que muchos escritores latinoamericanos que se instalaron en Barcelona se dedicaran exclusivamente a escribir". Cristina Osorno, responsable de literatura de Casa Amèrica Catalunya, levanta entonces una foto donde, sonrientes, aparecen García Márquez y Balcells, junto a los chilenos Jorge Edwards y José Donoso y el peruano Mario Vargas Llosa.

Un vecino mayor del barrio lo mira con aparente desinterés desde un banco de la plaza. Era habitual ver al escritor colombiano desayunando en un bar que había en la esquina que hoy ocupa la oficina de correos, explica Reza. "Barcelona, ​​por razones misteriosas, es la mejor ciudad para escribir aparte de ser, para mí gusto, la mejor del mundo", proclamaba él.

El epicentro del 'boom'

En 1967, Gabriel García Márquez y su familia atravesaron en coche el paisaje desértico de los Monegros para instalarse en Barcelona. De forma provisional, en un apartahotel del Putxet; después, en el número 168 de la República Argentina, muy cerca de donde un buen puñado de años antes había vivido un infante Julio Cortázar; y, definitivamente, en los bajos del número 6 de la calle Caponata, en el barrio de Sarrià.

Pronto, la esquina de Caponata y Orsi adquiriría aires propios del realismo mágico

En la acera de enfrente, Reza evoca el mono azul que vestía el colombiano para escribir y la centralidad que en aquella casa tenía el llamado Gabo sound system, el potente aparato de música que tanto fascinaba a otros escritores latinoamericanos, como la brasileña Nélida Piñon. Pronto, la esquina de Caponata y Orsi adquiriría aires propios del realismo mágico. Al canario Armas Marcelo, explica Xavi Ayén en Aquellos maravillosos años del boom, Mario Vargas Llosa le hizo creer que solo con unas palmaditas en la pared de su casa podía convocar a su entonces amigo García Márquez, pero lo cierto es que el peruano se instaló en 1970 unos metros más allá, en el número 50 de la calle Orsi.

Gabriel García Márquez en una imagen de archivo. / Reuters
Gabriel García Márquez en una imagen de archivo. / Reuters.

Desde allí, la comitiva toma el asfalto de Monterols para detenerse de nuevo en la calle Major, entre el Bar Tomás y la librería A peu de pàgina. Reza y Osorno hablan de la relación entre ese grupo de escritores latinoamericanos y la Gauche Divine, destacando el carácter menos festivo de los primeros, centrados sobre todo en la escritura. García Márquez escribiría en Barcelona un puñado de sus Doce cuentos peregrinos y El otoño del patriarca. La incógnita sobre la recepción que esta novela podía tener entre el franquismo tambaleante acabaría por decidir a los gabos a dejar Barcelona en 1975.

De esto y de la ambientación barcelonesa de algunos de sus cuentos habla Reza cuando la melodía de un vallenato caribeño atrae la atención de los guiados. Hace solo un rato que han hecho un breve paro en la pastelería Foix. Ahora, con la dulzura en los labios, escuchan la música en las palabras del actor colombiano William Arunategui, quien, luciendo el mítico mono azul, lee una columna escrita por el joven García Márquez a finales de los años 40: "Pensar que alguna vez conoceremos los puertos del olvido, al igual que antes, cuando aún no habían venido estos cuerpos a habitar nuestra tristeza [...] Que un domingo como éste sonarán las campanas con bronce estremecido y los niños preguntarán asombrados quien ha muerto en domingo". Definitivamente, la ruta se adentra en el terreno de la evocación sensorial.

Una fiesta de los sentidos

Pasadas las 13 horas, llegamos a la Plaça del Consell de la Vila. Pregunta: "¿Cuál es la única palabra en catalán que aparece en Cien años de soledad?". "¡Collons!", dice alguien con seguridad. Bingo. Hace solo un rato que Reza ha rememorado la historia de la edición catalana de la novela, traducida por Avel·lí Artís-Gener. Ahora estamos delante del antiguo El Vell de Sarrià, restaurante que García Márquez y sus amistades frecuentaron durante su estancia barcelonesa. Mentalmente, porque el hambre comienza a apretar, degustamos la butifarra con secas que tanto le gustaba al colombiano, y la majestuosa merluza que le preparaba Balcells cuando lo recibía en casa.

19/06/2022 - Aturada per atendre les explicacions durant la ruta 'El rastre de Gabo per Barcelona'.
Una parada para atender las explicaciones durante la ruta 'El rastro de Gabo por Barcelona'. Jordi de Miguel
Reza y Osorno recuerdan la amistad del joven García Márquez con su maestro catalán Ramon Vinyes

Unos metros más allá, en una plaza de Sarrià sin mesas libres, Reza y Osorno recuerdan la amistad del joven García Márquez con su maestro catalán Ramon Vinyes, exiliado en Colombia. En la anexa plazoleta del Roser, Arunategui hace lo mismo recitando el pasaje que inmortalizó al sabio catalán en la obra del colombiano: "Trataba a los clásicos con una familiaridad casera, como si todos hubieran sido en alguna época sus compañeros de cuarto, y sabía muchas cosas que simplemente no se debían saber [...]. Su fervor por la palabra escrita era una urdimbre de respeto solemne e irreverencia comadrera".

Falta solo una parada. Ante el Mercat de Sarrià, hoy cerrado, vuelven las preguntas y la fiesta de los sentidos. ¿Qué alimento no soportaba el personaje de Florentino Ariza en El amor en los tiempos del cólera? ¿Qué aromas tienen mayor presencia en la vida y obra de García Márquez? ¿Qué es lo que descuartizaba a Pablo Neruda con la precisión de un cirujano antes de tragarlo, según uno de sus cuentos? Quien acierta tiene premio, si es que a estas alturas de la ruta, se necesitan más premios.

¿Te ha resultado interesante esta noticia?