Este artículo se publicó hace 9 años.
Isabel Coixet:“Los hombres matan a las mujeres. Ahí están las estadísticas”
La cineasta cuenta la historia de la supervivencia de dos mujeres en el Polo Norte en Nadie quiere la noche, la película que inauguró la pasada edición del Festival de Cine de Berlín. Juliette Binoche y Rinko Kikuchi son las protagonistas
-Actualizado a
MADRID.- Isabel Coixet ha conquistado la belleza con su nueva película, Nadie quiere la noche, historia de dos mujeres resistentes en el Polo Norte que podría servir de metáfora a la supervivencia de todas las mujeres en un mundo dominado por los hombres.
Protagonizada por Juliette Binoche y Rinko Kikuchi, con la presencia también de Gabriel Byrne, está rodada sobre un guión de Miguel Barros, y fue el título que inauguró nada menos que el Festival Internacional de Cine de Berlín.
Inspirada en personajes reales, es la historia de Josephine Peary, esposa del explorador Robert Peary, el hombre que declaró ser el primero en llegar al Polo Norte (afirmación que no tiene hoy defensores). Es el año 1908 y ella, una mujer de la alta sociedad americana, decide compartir el momento de gloria con su marido. En su aventura se tropieza con Allaka, una mujer inuit, con quien vivirá la experiencia de intentar sobrevivir a la noche ártica.
Coproducida entre España -Mediapro y Ariane & Garoé-, Francia y Bulgaria, Nadie quiere la noche –que llegará a los cines el 27 de noviembre-, es “una historia de aventuras, de descubrimiento, de dolor, de supervivencia y, por encima de todo, una increíble historia de amor”.
Nadie quiere la noche es la película del personaje que nunca sería el protagonista en el cine.
Eso fue lo que me atrajo del guión de Miguel Barros. La historia de Robert Peary, el rollo aventuras, trineos, perros… no me apetecía. Lo que hace diferente la película es que pone el acento en la mujer, en Josephine Peary, que fue la que financió la expedición y también la que quiso compartir la gloria.
Pero persiguió la gloria por motivos diferentes…
Ella quería estar con su marido. Llevaban casados 16 años y en ese tiempo habían estado juntos siete meses. Pero llegar al Polo Norte era crucial para los dos y para la humanidad y ella también quería dejar su huella en la historia. Así que se fue allí, a pesar de que todas las señales le decían que no lo hiciera.
Usted no se lo pone nada fácil al personaje, ¿no tuvo la tentación de hacer un retrato un poco más amable?
No. Josephine Peary era una mujer soberbia, ambiciosa, pero también enamorada y valiente. Lo que pasa es que era una mujer que no se dio cuenta de la magnitud de su aventura.
Al final, la película es una historia de supervivencia, pero más de supervivencia de las mujeres, que de superación en el Polo Norte.
Sí. Es la historia de cómo dos mujeres de dos planetas distintos con dos modos de concebir el mundo se unen para sobrevivir. Una es de la civilización y la otra es de la barbarie, pero a veces la civilización es bárbara y la barbarie da lecciones de civilización. Cuando Josephine Peary ve cómo su mundo se derrumba comienza a ver la vida de otra manera.
Con el trágico número de víctimas por violencia de género, su película sirve de metáfora, ¿hay que unirse para sobrevivir?
Una semana después de que miles de personas salieran a la calle en una manifestación pidiendo medidas contra la violencia machista, han matado a cinco mujeres más
Es fundamental y es importante también estar constantemente diciendo las cosas, aunque parezcan de Perogrullo. Solo una semana después de que miles de personas salieran a la calle en una manifestación pidiendo medidas contra la violencia machista, han matado a cinco mujeres más. Eso nos da la medida de en qué momento de la civilización estamos. Los hombres matan a las mujeres. Ahí están las estadísticas. Para sobrevivir es necesario abrirse al otro, no despreciar al otro, y tomar conciencia de qué estamos haciendo y qué no estamos haciendo.
En su película ‘el’ hombre, Robert Peary, no sale jamás…
Aquellos exploradores diezmaron a los indígenas en nombre de nada. Se cepillaban a sus mujeres, les vendían armas en mal estado… siempre ungidos de la legitimidad del hombre blanco de hacer lo que le sale de los c...
¿Eso de la supuesta ‘legitimidad del hombre blanco’ no se podría seguir utilizando hoy en otros paisajes?
Sí. Todas las fuerzas que han colisionado en Siria y son ahora el caldo de cultivo de lo que está pasando. ¡Hace tres semana estaba sentada en la terraza del Bataclán! Claro que a nosotros estos ataques nos van a doler más, por cercanía, pero Al-Assad que hace nada era un dictador sanguinario, ahora, como es enemigo de Isis, tiene nuestro apoyo. Pero todo eso también ha provocado esto. Es importante entender lo que ha pasado.
Hablando de otros paisajes, ¿el rodaje en Noruega fue durísimo?
Sí. Rodamos con temperaturas de hasta 23 bajo cero. Hubo un día que Gabriel Byrne tenía fiebre y había que rodar una escena dura con él. Pensé que iba a matarle. Pero es la vida de las películas. Yo, que no soy nada valiente fuera de rodaje, en rodaje soy capaz de cualquier cosa. Es que hay que hacerlo para hacer la película. Hay una fuerza dentro del rodaje que es lo que te lleva…
Nadie quiere la noche enfrenta dos maneras de vivir las emociones. ¿No restringimos demasiado las nuestras en nuestro mundo demasiado racional?
La película, en realidad, dice que hay muchas clases de mujeres
Bueno… es que yo soy muy Allaka. No tengo mucho filtro en el mundo social, todo se me nota. Soy mucho más inuit y menos Josephine. Yo no iría al quinto pino, como ella, si no hubiera que hacerlo por algo. No soy vanidosa tampoco. Juliette Binoche decía que en la película el personaje comienza como un pavo real y termina como un perro, pero mucho más humana. Entre esas dos mujeres se produce una extraña simbiosis, a veces una es la mujer y la otra es el hombre, tienen un bebé que pertenece a las dos… La película, en realidad, dice que hay muchas clases de mujeres.
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