'Debo confesar que lo mejor que he leído hasta ahora en libros de fútbol han sido siempre algunos libros de sociología y filosofía'. La frase pertenece al periodista argentino Dante Panzeri. Y él, considerado uno de los mejores cronistas deportivos de los años sesenta, un agudísimo olfateador de conceptos como la entrega, el pundonor, el amor o el odio en un terreno de juego, sabía bien de lo que hablaba. 'El fútbol es una ciencia oculta de lo imprevisto', escribió también. Pura materia narrativa. Panzeri dribló así a la intelectualidad de su época. A tipos como el genio elitista Jorge Luis Borges, que definió el llamado deporte rey como un juego 'donde se corría detrás de una pelotita'.
'Asociar el fútbol a las letras y las artes puede parecer irrespetuoso, pero, operando siempre sobre el supuesto de que fútbol y deporte son integrantes del hombre lúdico que juega cuando cultiva su intelecto en aquello que le divierte, la asociación de fútbol y humanismo intelectual no parece tan disparatada', remató el reportero, fallecido en 1978, paradójicamente semanas antes del inicio del Mundial que se celebró en Argentina y acabó ganando su país.
'El fútbol es una ciencia oculta de lo imprevisto', escribió Dante Panzeri
Esta concepción del fútbol como algo más que 22 jugadores, una cancha, un resultado y cientos de millones en los contratos, esta filosofía, dotada de una notable influencia rousseauniana, según el también periodista deportivo Santiago Segurola '[Panzeri] era un defensor del valor del talento puro, incontaminado que surge de los descampados argentinos', aparece plasmada en su libro Fútbol. Dinámica de lo impensado, publicado en Argentina en 1967, pero que acaba de llegar por primera vez a las librerías españolas editado por Capitán Swing.
Su publicación coincide, además, con un interés en España por las obras periodísticas de carácter literario que tan bien explotaron en los cincuenta periodistas como Tom Wolfe, Gay Talese y Norman Mailer, ligadas en esta ocasión al fútbol. En Messi (Debate), Leonardo Faccio mete el bisturí en la vida y juego del astro argentino para darle al lector el retrato de un chico 'que todavía juega para conseguir la bicicleta', según Juan Villoro, y que si es un héroe lo es de una forma ausente, antagónica a la de su eterno rival Cristiano Ronaldo. En Cuando nunca perdíamos (Alfaguara), el editor Toni Munné ha reunido a 15 escritores Enrique Vila-Matas, Jordi Soler y Juan Gabriel Vásquez, entre ellos para que depositen en el género del relato las pasiones, alegrías, emociones y desconsuelos que en más de una ocasión les generó el F. C. Barcelona.
Estos nuevos títulos vienen a llenar cierto páramo existente en la literatura española relacionada con este juego. Hasta ahora, pocos literatos se habían dejado atrapar por los intersticios balompédicos, aparte de las magníficas excepciones de Manuel Vázquez Montalbán (Fútbol. Una religión en busca de un dios) o Gonzalo Suárez, que en los setenta escribía crónicas futbolísticas bajo el pseudónimo de Martin Girard. 'Es cierto, durante un tiempo ha habido un prejuicio entre los escritores. Yo, por ejemplo, veía partidos, pero lo hacía en privado', confiesa a Público el escritor Pedro Zarraluki, ganador del Nadal en 2005 por Un encargo difícil, y autor de uno de los relatos de Cuando nunca perdíamos.
Messi es el mito del héroe ausente, antagonista de Cristiano Ronaldo
'Las grandes novelas y reportajes de deportes, como el boxeo, nacieron de la mano de periodistas norteamericanos, a los que nunca les interesó mucho el fútbol. Y, por otra parte, en Europa, eso de la alta y la baja cultura hizo que mucha gente no se acercara a este deporte', explica a este periódico Juan Bonilla, autor de Tanta gente sola y barcelonista confeso. De hecho, en su relato Una autobiografía poética, narra con ácida ternura el sufrimiento de su padre mientras veía las debacles del Barça en los setenta. Una narración que adolece de una brutal melancolía, un ingrediente literario que, por otra parte, late en el fútbol de forma imprescindible: 'Es que es una pasión que viene de la infancia', apunta Bonilla.
Esta afirmación la sostienen otros escritores como Javier Marías o el mexicano Juan Villoro, autor de obras como Dios es redondo, un profundo canto de amor hacia este deporte capaz de reunir en 90 minutos la gloria y la nada.
'Es el deporte que más se parece a la vida, donde el destino puede ser arbitrario y cualquiera puede ganar o perder. No puedes jugar al baloncesto sin ser alto; en cambio, puedes ser gordo y bajo y convertirte en Maradona. Si además dices una frase como la mano de Dios', te conviertes en mito. Eso es literatura', defiende el propio Villoro a Público sobre su pasión futbolística y literaria.
El yo, la subjetividad, el suspense y el misterio son tres pilares narrativos que forman parte del fútbol. 'Este deporte es de por sí una enorme ficción, uno no sabe cómo acabará un partido. Desde el vestuario el universo futbolístico es enorme', afirma contundente el editor Toni Munné. Y este mundo se adentra también como pocos en el terreno de la épica.
'Es el deporte que más se parece a la vida, es arbitrario', afirma Juan Villoro
Precisamente, en Messi, el periodista Leonardo Faccio propone un relato biográfico con muchos ingrendientes épicos. El cronista no habla sólo del futbolista considerado dos veces como el mejor del mundo, ni de sus imaginativos goles, ni siquiera de aquel que le marcó al Getafe emulando a Maradona desde el centro del campo. Faccio describe a un Messi desarraigado en La Masia, un chaval que sufría problemas de crecimiento y tuvo que inyectarse hormonas, un chico que declara que jamás se moverá del F. C. Barcelona, paradigma contrario al jugador mercenario. En definitiva, un futbolista que vive por y para el fútbol y que 'se alegra más de recibir un mensaje telefónico que de ser la estrella de un videoclip' publicitario, escribe Faccio.
Este amor que siente Messipor el color blaugrana está muy relacionado con la ética. De ella habla mucho Dante Panzeri en su ensayo. En el fútbol, como en la literatura, hay una serie de reglas sobre lo que está bien y está mal. Como recuerda el profesor de la Universidad Complutense Andrés de Francisco, de los futbolistas se alaba su generosidad cuando dan un pase de gol y se les critica por chupones cuando no pasan la pelota. También se aplaude la cooperación, el juego en equipo por encima del individualismo. Y siempre se insulta al que finge una entrada. 'Queremos un juego que sea verdadero, sin mentira, honesto', afirma De Francisco. Quizá, por todas estas razones el fútbol imaginativo y de equipo que practica el Barcelona sea hoy tan alabado por los escritores: 'Ahora que lleva un ciclo ganador, lo importante es su estilo de juego. Se trata de un triunfo deportivo, pero también moral', recalca Villoro.
Y si la ética es un terreno futbolístico, atrás no se queda la política. De Francisco apunta al balompié como el deporte más democrático al haber entrado en barrios obreros, arrabales y favelas. No obstante, también es un juego jerárquico, donde existen los líderes y los gregarios, como Xavi y Busquets, y puede llegar a convertirse en monárquico, con la preeminencia de un entrenador despótico, como Mourinho, que transforme la monarquía en tiranía. Para que esto no ocurra, Panzeri ofrece su fórmula: no deshumanicen el fútbol, no lo conviertan en negocio. Disfruten con ello.
Una receta que también vale para las letras.
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