Público
Público

La feroz crítica a Camilo José Cela de un intelectual alemán: franquista, confidente, exhibicionista y aficionado a lo grotesco

Hans Magnus Enzensberger retrata sin piedad al premio nobel en 'Artistas de la supervivencia', un libro demoledor donde pone a caldo a ilustres literatos del siglo XX.

El escritor y premio nobel Camilo José Cela.
El escritor y premio nobel Camilo José Cela. EFE

"No sé por qué esta persona me resultaba tan antipática. No lo conocí nunca personalmente, ni él a mí". Quien escribe es el poeta y ensayista Hans Magnus Enzensberger, fallecido hace un año. "Nunca me hizo nada", añade el intelectual alemán, quien aguijonea al aludido pese a reconocer que no ha tenido ninguna relación con él. "Era un partidario declarado de Francisco Franco y ya había servido a su régimen como informador en 1938. La idea de emigrar no se le pasó nunca por la cabeza y cuando no le quedó más alternativa se retiró a Mallorca. Cuando acabó la Guerra Civil, trabajó como censor para el Cuerpo de Investigación y Vigilancia".

¿Qué escritor merecía las diatribas de Enzensberger? Más pistas: "Eso parece que no le perjudicó, como tampoco lo hizo ni su exhibicionismo, ni su tremendismo, que se convirtió en un sello de identidad para los críticos, ni su afición por lo truculento y lo grotesco. Siguió impasible escribiendo novelas, relatos, cuadernos de viaje, dramas, diccionarios, poemas, memorias y, por supuesto, una autobiografía". También recibió el Nobel de Literatura y fue acusado de plagio tras recibir el Premio Planeta por La cruz de San Andrés. Efectivamente, se trata de Camilo José Cela, cuya novela La colmena, que define como "caótica obra", para su sorpresa fue traducida a varios idiomas y cosechó un éxito internacional.

Eso de que "la idea de emigrar no se le pasó nunca por la cabeza" quizás sea irónico y, en realidad, el ensayista alemán se refería al exilio, pues en sus estampas literarias del siglo XX, recogidas en el libro Artistas de la supervivencia (Altamarea), refleja las diversas posturas que adoptaron los literatos que vivieron la irrupción de los totalitarismos: desde quienes callaron, transigieron o se entregaron al poder hasta los que optaron por la resistencia, la discreción, el destierro o incluso el suicidio. Enzensberger reflexiona sobre los motivos que les permitieron sobrevivir "al terror de Estado y a las purgas" —¿acaso la cobardía o el oportunismo?—, consciente de que quien no lo ha sufrido tampoco debe juzgar.

Así, cuenta como Gabriele D'Annunzio planeaba un golpe de Estado cuando Mussolini lo adelantó por la derecha, aunque terminaría compensándolo con un título real y la publicación de sus obras completas. Retirado en una villa financiada por el Duce, "fue un payaso contra su voluntad y, como todos los payasos, una persona triste", escribe el intelectual alemán en Artistas de la supervivencia. Viñetas literarias del siglo XX, donde retrata a un artista poliédrico que ofrecía varias caras o, mejor dicho, que esculpió diversas caricaturas: del poeta al dandi, del revolucionario al fascista. "Es un misterio cómo ese personaje pequeñajo logró medrar hasta convertirse en una celebridad a nivel europeo".

Otro italiano que cambiaba de máscara fue Curzio Malaparte, quien a su juicio fue anarquista, instigador de matones, fascista, monárquico, pacifista, espía americano, comunista y todo lo contrario, según soplase el viento. "Un mentiroso consumado" al que "no se puede acusar de cobardía" ni "decirse que fuera un chaquetero, pues ni la espina dorsal más fuerte habría resistido sus transformaciones sin romperse", comenta con sorna el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades sobre el autor de Kaputt. Entre los 66 retratos, también pone a caldo a Maksim Gorki: "El poeta que había conocido y descrito la extrema pobreza y la más lúgubre miseria vivía con lujo principesco", contaba Klaus Mann.

De Fernando Pessoa, "lo que más llamaba la atención era que no llamaba la atención". De Bertolt Brecht, un "explotador" que "apestaba" y "humillaba a sus discípulos y adoradores", valora que "vio venir las dictaduras de Italia, Alemania y España". De Jean-Paul Sartre recuerda su poco aguante con el alcohol en el Kremlin, recepción en la que estaba presente el propio autor, quien asegura que "durante una visita a la casa de campo de Kruschev se comportó como un corderito, al contrario de lo que hacía en París, donde le gustaba mostrar coraje frente al poder". De hecho, rememora, "en mayo de 1968 apoyó a la izquierda estudiantil y hasta 1973 fue seguidor de los maoístas", años antes de rechazar el Premio Nobel de Literatura, aunque intentó infructuosamente cobrar el dinero del galardón.

Artistas de la supervivencia llega a las librerías este miércoles como la segunda entrega de la colección Maestrale, dedicada a la crítica literaria y a los textos ocultos sobre el hecho de escribir, inaugurada por Asentir o desestabilizar, donde Rafael Chirbes disecciona la transición política y cultural en decenas de artículos cáusticos en los que arremete contra las vacas sagradas. Quizás merezca la pena volver a leer su brutal y visionaria crítica a la novela "fascista" de Ramón Tamames, finalista del Premio Planeta en 1976, pese a que tampoco escatima vituperios a Mario Vargas Llosa, Francisco Umbral o el propio Camilo José Cela, quien "sigue con sus enciclopedias del erotismo" y "su amor al carajo".

¿Te ha resultado interesante esta noticia?